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Feliz cumpleaños Don Osvaldo

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Llega el 18 de febrero y como todos los años pensamos en él, en ese gran hombre. Nuestro Osvaldo. Hace seis años, en una plaza festejamos sus noventa años. Con algunas compañeras de la escuela le llevamos un regalo. Es que además de haber sido el gran hombre que fue, este viejo bello marcó nuestras vidas. Para quienes no sepan la historia de Carcoveando, les voy a dejar dos notas que escribí hace tiempo, para que lo disfruten ustedes también. Solo quiero agregar algunas cuestiones: Hay personas que tienen el maravilloso don de saber decir, personas que escriben como si soñaran las palabras, que dicen lo que otros no pueden, no saben, no se animan. Hay otras personas que construyen pensamiento a través de las acciones de cada día; esas personas comprometen el cuero en la lucha, en el noble ejercicio del hacer cotidiano. Pero hay personas como Osvaldo que andan con la palabra por calles de tierra, por campos áridos, o por barrios olvidados. Caminan y cuentan, cuentan y caminan. La palabr

Horacio, Osvaldo y las puertas que se abren

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 No conocí mucho a Horacio González. Tampoco supe mucho de su desempeño como  Director de la Biblioteca Nacional. Pero tengo un recuerdo importante. Fue hace trece años, cuando andábamos Carcoveando por ahí. Hacía poco Osvaldo Bayer había perdido a su nieto y se había ido a Alemania, para estar junto a su hija. Era lógico que se ocupara de sus afectos personales y que se desentendiera de nuestro proyecto. Pero no lo hizo, ni siquiera a la distancia. Un día así cómo hoy, revisando el correo, me encontré con un mensaje suyo: me contaba entusiasmado que había hablado con Horacio González. La presentación en la Biblioteca Nacional ya era un hecho, nos confirmaba. Según explicaba en el mensaje, Horacio González estaba encantado. Unos días antes, con mi compañera en el proyecto fuimos a la Biblioteca a dejar dos ejemplares del libro. Nos recibieron amorosamente y nos llevaron a recorrer, a conocer ese lugar maravilloso. Y así, un día, las puertas de esa Biblioteca  inmensa e increíb

Carcoveando_recuerdos

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 Todo esto pasó en una escuela llena de genta linda, buena y soñadora. Y con muchas ganas de construir caminos para acercarse a esos sueños. Hacía pocas semanas que habíamos presentado Carcoveando en la escuela. El sum lleno de gente: docentes, familias, los chicos y un montón de invitados. Y Osvaldo Bayer, por supuesto, junto a su esposa. Fue una noche inolvidable. Ahora se venía la Feria del Libro. Habíamos conseguido que una distribuidora colocara el libro en algunas librerías y lo tuviera en su estand. Nos pareció que era la situación perfecta para alquilar un micro y llevar a los chicos a la Feria, para que pudieran recorrer ese mundo habitado por libros. Le avisamos a Osvaldo. Lo invitamos. _ Por supuesto _nos dijo_ y yo voy a presentar el libro allí. Estábamos felices y emocionadas, hasta que, claro, averiguamos lo que salía el alquiler de cualquiera de las salas para las presentaciones. _ No podemos presentar el libro _le explicamos a nuestro querido Osvaldo Bayer_ no podemos p

Osvaldo

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Hace muchos años, en una escuela muy pobre y muy destartalada, un grupo de docentes locas y soñadoras junto s sus queridos alumnos, también locos y soñadores, decidieron, inventar un libro. Manos a la obra, los chicos escribieron historias. La realidad y la fantasía se entremezclaban para contar cómo era crecer en una villa, sin dramatismo ni sensacionalismos baratos. Los juegos, el amor,  la escuela, la vida se fueron plasmando en cada página. Y entre robos a la escuela, obras mal hechas, reclamos de los papás para defender su escuela, el libro quedó terminado. Se llamó "Carcoveando". Y en esta escuela de locos y soñadores, todos se alegraron mucho cuando el libro estuvo terminado. Sin embargo, allí comenzó otro problema: quién publicaría estos cuentos, estás historias. Pero esta gente no se cansaba fácilmente. Recorrieron instituciones, golpearon puertas, buscaron ayuda. Entonces lo encontraron a él, al mejor. El hombre humilde, el más loco y el más soñador de todos los ser