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Final

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Primero lo primero, si sos impresionable, o creés que hay temas de los que mejor no hablar, no leas este posteo. Si seguis leyendo, bienvenido o bienvenida a mi recuerdo.  La mayoría de las veces escribo porque necesito contar a los demás. Esta vez escribo porque necesito contarme especialmente a mí. Un 5 de noviembre se murió mi viejo.  Fue hace veintidos años. Increíble que haya pasado tanto tiempo. Por lo general, me sucede que recuerdo esa fecha algunos días antes y algunos días después. Pero por algún motivo del inconsciente, el día exacto suelo olvidarme. Hace un año me volvió a pasar lo mismo, y más tarde caí en la cuenta de que el mismo día había estado hablando y contando anécdotas de mi papá en una larga conversación con mis amigas. La mente tiene esos caminitos raros. En fin, esta vez decidí tomar el recuerdo en mis manos, sostenerlo para que no escape. Escribir. Mi papá murió hace veintidos años y fue una noche de primavera, mientras veíamos juntos  la tele. Un rato antes h

El amor y los tiempos verbales

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Hoy es...  Hoy era...  Hoy sería...  el cumpleaños de mi papá. Los verbos se confunden cuando hay ausencia. Los verbos se ambiguan. Te quiero o te quise? Sos mi papá o eras mi papá? Siempre cuesta dominar los verbos cuando se trenza el amor con la muerte. Mi viejo aparece en el recuerdo. Aparece y entonces, está. Pero claro, si aparece es también, porque ya no está. Las emociones, esa mezcla espesa de sentimientos y sensaciones. Mi papá se fue hace mucho. Hace tanto. No se enteró de nada. Y no sé si supo cuánto lo quería. Porque a veces no lo quería, es cierto. Pero a veces lo amaba. Esas contradicciones que sólo puede sentir una hija enojada, furiosa, rabiosa,  que heredó                        tu rabia, tu furia, tu enojo, que sintió                         tu furia, tu enojo, tu rabia. Y te perdonó. Y te perdona. Ahí estás, para siempre entre mis libros, tu herencia. Ahí estás, en el compromiso, en cada batalla, en el acto militante y en los sueños. Ahí estás, en los

Mi viejo y el patriarcado

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"El patriarcado nos lastima a todos, tanto a hombres como a mujeres", dicen algunas voces conciliadoras. "El patriarcado lastima especialmente a las mujeres, ya que cercena sus derechos, sus posibilidades y otorga privilegios al varón", dicen otras voces más radicales. Y en medio de todo el debate, ahí estoy yo, pensando en un varón. En estos días estuve pensando mucho en mi papá. Ahora que puedo entender algunas cuestiones que antes no veía pienso en mi papá y en todo el daño que el patriarcado le hizo. Hijo de inmigrantes rusos, mi papá creció condicionado por una cantidad de mandatos y deberes de los que nunca se pudo desprender y que signaron una y otra vez cada paso de su vida. Era bastante reservado mi viejo. Le costaba hablar de él, de su historia, de sus miedos y angustias, de lo que no pudo ser, de sus sueños. Por eso quizás, cuando de vez en cuando hablaba, con mi hermana escuchábamos con atención. Supimos así de su infancia y de su juventud en un hogar hu