Elsa Bornemann

Entrevista a Elsa Isabel Bornemann 

(Buenos Aires, 1990)


Cuando tenía 18 años publicó su primer libro de poesías, “Tinke- Tinke”. Por aquel tiempo una señora que conducía un programa radial muy escuchado, empezó a leer todos los días leía un poema  de la escritora. La señora era ni más ni menos que Paloma Efron, “Blackie” y Elsa la escuchaba todos los días fascinada. “Un día suena el teléfono en casa ‘¡Quiero hablar con la escritora! ¿Sabés quién te habla? ¿A vos no te enseñaron buena educación? ¿No podés llamar?’ Era la voz de Blackie. Yo estaba tan paralizada que no lo podía creer”. Ese día fue invitada a l programa de radio y aquel no solo fue su primera entrevista radial, “A partir de ese momento Blakie fue como una aparición mágica  en mi vida, un hada madrina. Para mí fue una ráfaga maravillosa”.

Un año después , su segundo libro, “El espejo distraído”, obtuvo la faja de honor de la SADE, en 1972.

Después llegaron “Cuadernos de un delfín”; “El libro delos chicos enamorados”; “No somos irrompibles”; “Un elefante ocupa mucho espacio”; “Socorro”; y el último, presentado recientemente en la Feria del Libro, “La edad del pavo”, en el que afirma que nadie a ninguna edad, está a salvo de la edad del pavo.

Fue maestra, profesora, maestra jardinera. Enseñar a otros, a los más chicos, significó escucharlos siempre, transmitirles el amor por la literatura, construir con ellos.


Elsa niña, la escuela y María Elena 


_ ¿Cómo era tu relación con la literatura cuando eras chica?

_ En mi casa faltaron muchas cosas, pero por suerte libros no faltaron nunca. Vivíamos modestamente, pero a los libros se les daba un lugar muy importante en la canasta familiar. Yo copiaba desde los  nueve años poemas de amor de los libros de mis hermanas.

 _ ¿Y en la escuela cómo te sentías?

_ En esa época siempre me decían en la escuela, que las redacciones me las había escrito mi hermana (…) Después nos daban composiciones para escribir en el momento, y empezaron a notar que a mí me gustaba escribir. Me tenían que arrancar el cuaderno, no terminaba más”.

_ ¿A qué edad te planteaste que querías ser escritora?

_  A los siete años, junto con otras vocaciones muy fuertes que tenía en esa época, como era ser astronauta, estaban mis antologías de poesía. 

_ ¿Leías a María Elena Walsh?

_ Para mí fue como un soplo de aire. Yo todavía estaba en la escuela y empecé a parar las orejas y oí una poesía distinta, muy parecida a ciertas cosas que mi padre me contaba. Él es alemán y en la poesía anglosajona, el disparate, lo fantástico, era muy habitual. Entonces, encontrarlo en mi propia lengua, con alguien contemporáneo a mí, me fascinó. Me parece que trajo un chorro de aire fresco.


Los chicos


_ ¿Cómo fue tu experiencia como maestra jardinera?

_Trabajé un año, apenas terminé los estudios. Ahí escribí muchos poemas de mi primer libro, “Tinke- Tinke”. Tenía que entretener a los chicos, no era solo lo que indicaba el programa, tenía que divertirlos. El aula era la sala de música y yo no sé tocar el piano, pero veinte minutos, todos los días, tomaba el piano y empezaba a inventar canciones con los chicos. Después me iba a casa, a la noche, y trataba de ponerlas en limpio. Así nacieron los primeros versicuentos, con los chicos, que se reían de las letras, y con esa música rara, porque los chicos tampoco sabían tocar el piano pero jugaban y hacían música.

 Después trabajé en una escuela primaria, poco tiempo; y en una escuela secundaria, como profesora de literatura y de castellano; y también en el nivel terciario. A mí la docencia me encanta, tanto como la escritura. Y yo sé que la docencia puedo seguir ejerciéndola, pero la escritura no sé, porque no sé exactamente por qué se me ocurren ciertas cosas y puedo escribirlas. El ante año pasado fue la última experiencia que hice en un colegio del Estado, un profesorado, con el plan Talleres Literarios, una experiencia lindísima, pero… casi no podía escribir, y bueno elegí lo que en este momento me atrapa con más fuerza, la escritura.


_ ¿Cómo estableces actualmente tu vínculo con los chicos?

_ Yo mantengo un trato casi cotidiano con los chicos, de mis épocas de maestra jardinera, de maestra de escuela primaria, del profesorado. Actualmente, con mis visitas a colegios de distintos estratos socio- económicos, de la capital, del interior, de lugares muy lejanos como puede ser una escuela de Ushuaia.

Trato de mantener contacto con los chicos y no lo hago, como tarea, realmente me gusta. Desde que salió “El libro de los chicos enamorados” hasta la fecha, recibo cantidades enormes de cartas de chicos, adolescentes, algunos adultos también. A veces los chicos me escriben sus historias y me ponen ‘dale, publícalo, te doy permiso”, otras me retan porque un libro está mal encuadernado y se vuelan las hojas. La mayor parte de las cartas son para pedirme que siga escribiendo ¿te das cuenta porque quiero a los chicos?

 Pero vos fíjate que se van dando distintas generaciones; yo publiqué mi primer libro en el año 70, y en las sucesivas ferias del libro están apareciendo los jóvenes padres que fueron lectores de mis libros y que hoy les compran mis libros a sus hijos, y yo tengo el privilegio de sentirlo. Es… impresionante.

 Pienso que mientras pueda mantener una comunicación como hasta el momento con las generaciones que vienen después de mí, voy a poder escribir para los chicos. Yo no escribo para la nena que fui, porque no tendría nada que ver con los chicos de ahora. Mientras yo mantenga este vínculo naturalmente, seguiré escribiendo. No sé si toda la vida me va a suceder, puede ser que en algún momento pierda la línea de contacto, la sintonía. Ahora, la tengo naturalmente.

_ ¿Qué contacto tenés con los chicos de la villa?

_ Yo he ido mucho a escuelas de villa, a barrios marginales, donde se da la excepción de algunos maestros y maestras que trabajan tan vocacionalmente, y podemos hacer reuniones con los chicos y han trabajado con algunas libros, y los chicos de séptimo grado han hecho sus pequeñas esculturas con material descartable. Sí veo que ese chico lo único que lee es a través de sus transmisores, los maestros, y comprende en la medida que ha tenido la suerte de tener un buen transmisor en esa escuela, pero no tiene el máximo poder, que es la casa.

Cuando se trabaja con chicos que faltan cuatro de cinco días, que se te duermen en el aula, que vienen sin comer o para comer, es sorprendente el nivel de comprensión. Ahora, si comparamos con chicos de clase media, que no tienen muchas problemáticas en la casa, hay una mayor introversión, cuesta que hablen. Pero una vez que se comunican, es un amor que supera cualquier imaginación. Son capaces de regalarte el gajo de un cactus que nació en su casa o un montón de piedritas.

_ ¿No creés que la literatura infantil se olvida de estos chicos?

_ Sí, estoy de acuerdo. Las editoriales no están interesadas. Hubo experiencias de libros para chicos que fueron prohibidos. En varios de mis libros tocó esta problemática, y es notable pero es esos son los cuentos que no se toman en ninguna escuela.

_ ¿Creés La gente grande a veces no entiende que los chicos tienen derecho a estar tristes?

 Ah… vos te referís específicamente a algunos episodios de “El niño envuelto”, en los que la criatura plantea por qué no puede estar triste. Creo que, en general, la mayoría de los seres, cuando crecen, pasan como una barrera, un abismo, un océano, no sé… algo que atraviesan y que fractura el territorio anterior: la infancia y la adolescencia. Creo percibirlo alrededor de los 26 años, cuándo se comienza la adultez. Me ha pasado, encontrarme con personas que no veía de otras épocas, y sentir que eran totalmente adultos, lamentablemente adultos, no en lo mejor que tienen tiene la adultez, porque también tiene perspectivas interesantes.

 Muy poca gente se pone en el lugar de los chicos. No digo hacerse el chico, si no ponerse en el lugar del otro. Entonces se prohíbe, se maltrata, no se escucha, se ignora.

_ ¿Cómo es ponerse en El lugar de un chico? ¿ Cómo hacés vos?

 _ Será una tara genética, porque mantengo muy despierto el pasado, sobre todo la infancia y la adolescencia. Es un poco una tara, porque muchas veces me impide relacionarme bien con el club de los adultos, con la mayoría de los adultos que me gusta. 


La educación 


_ ¿Por qué pensás que a los chicos en general no les gusta mucho leer?

_ Estoy convencida de que las falencias son de nuestro sistema, que no otorga a la salud y a la educación el lugar que se merecen. Yo trabajo desde mi puesto, la escritura, con mucho fervor, porque estoy convencida de que aprender a leer tiene que ver con la formación del pensamiento, y que su buen ejercicio lleva no equivocarse tanto, a elegir mejor, y por ende, a vivir mejor.

_ ¿Por qué no se enseña mejor?

_ Y… no convendrá. será mejor que un grupito viva a costillas de los demás. Si a mí a los nueve años me cuentan la historia de una escritora como Alfonsina Storni, yo me voy a leer todos sus libros. Yo entiendo, no justifico, a los censores. Un poema, un cuento, una línea que te toque el alma, te lleva a buscar más de ese autor. Yo siempre digo que soy una sobreviviente de la escuela estatal, porque a pesar de todo me gusta leer.


Un elefante prohibido, un niño envuelto y un viaje a Bilembambundin.


_ Durante la última dictadura militar se prohibió un libro tuyo ¿Cómo fue eso?

_ Esa experiencia para mí fue muy traumática. De esto yo me enteré cinco años después. Fue prohibido por los quince cuentos. Cuando yo vi el sumario me quedé pasmada, parecía un cuento peor que el otro. Si vos leías ese sumario y no leías el libro, pensabas ‘¡Pero qué persona perversa! ¿Qué hizo?’. En síntesis, dice que atenta contra la iglesia, la moral, la familia, el individuo solo y en sociedad, y que está escrita estaba escrito con la finalidad de adoctrinamiento del accionar subversivo.

_ ¿Cómo decidiste incluir en este libro el cuento sobre Pablo Neruda?

 _ A partir de mis quince años, el papá de mi primer noviecito oficial me pasaba todo lo que le parecía hermoso en literatura, porque sabía que a mí me gustaba. Me enamoré de Pablo Neruda. Eso duró hasta ahora. Sucede que yo entonces tenía un verdadero metejón.

_ ¿Cómo surge ese cuento?

 Cuando yo escribo ese cuento, lo hago desde el dolor. No se debe escribir desde el dolor, pero yo tenía una clase al día siguiente, y quería leerlo. Me enteré de su muerte, y esa noche escribí el cuento, que dos años después salió en el libro del elefante. No le puse Pablo Neruda, porque mira cómo lo adoraba, que para mí decir Pablo, era decir el poeta, que en toda la lengua española el único Pablo es Neruda.

_ ¿Y “El niño envuelto”?

 _ “El niño envuelto” apareció en plenos años de Juntismo ( durante el gobierno de la Junta militar). En el 81 se hizo una Feria del Libro infantil, y se presentó el libro, en una tarde encantadora que me divertí mucho. A partir de ahí el libro empezó a andar, los chicos lo adoptaron.

_ ¿Es importante para vos que haya sido best seller?

 _ Tiene una significación en cuanto a la venta en nuestro país, pero es relativo. Mil ejemplares por edición y ¿cuántos chicos hay? Me alegra que mis libros lleguen, pero no pierdo el contexto.

_ ¿Cómo surge el personaje de esta novela?

_ Andrés es un personaje, vos bien lo decís. Esto quiere decir que es creación de alguien que escribe. Yo escribo desde el balcón de la ficción, que se nutre de la realidad de todo lo que sucede y me afecta.

 En el caso de Andrés, él asoma de muchos Andresitos, y de los del pasado también. Todo está concentrado en él.

_ ¿Cuáles son tus proyectos actuales?

_ Siempre trabajo en diferentes cosas, por una cuestión de salud. Estoy haciendo un segundo libro de cuentos de terror de mi autoría que los chicos me pidieron, no lo hago obligada, me gusta porque tiene un por qué. Paralelo a eso estoy haciendo una selección de cuentos de terror y una antología de amor, “Palabra Kadabra”, que, creo. tiene que ver con el sentir de chicos y adolescentes.

_ En tu libro “Bilembambundin” a Aldana le regalan una bolsita con todos los recuerdos de ese viaje, pero le advierten que nunca debe mostrársela a un adulto porque entonces los recuerdos desaparecerán ¿Tu bolsita de la infancia sigue intacta?

_ Intacta, lamentablemente no puede estar, porque los recuerdos se enriquecen o se deterioran con el paso de los años, uno pone en su presente cosas sobre el pasado. Pero tratando de ser lo más objetiva, te diría que se mantienen bastante bien. Yo también estuve en El País donde me dieron una bolsa. pero yo cumplí, la abrí para los chicos. Entonces no se pulverizó.











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