No en mi nombre

 

  Un nuevo festejo, otro año nuevo para cenar en familia. Los platos tradicionales, los sabores, aromas de otros tiempos, recuerdos de nuestros padres y abuelos...

  Ayer conversábamos con mi hermana, es la primera vez en nuestra historia que nos produce cierto pudor celebrar a viva voz, con alegría.

   ¿Cómo celebrar mientras allá, en aquellos territorios lejanos, un pueblo es asesinado en mi nombre, en nuestro nombre?

   ¿Cómo desear un año dulce si hay chicos, miles de chicos muertos? ¿Si hay gritos y llanto y desolación y ciudades destrozadas?

   Sí, claro, ya dijimos muchas, muchísimas veces que repudiamos lo que está pasando en Gaza, lo que está haciendo el gobierno de Israel sobre el pueblo Palestino. 

   Pero ya no alcanza. 

   Porque sigue el horror del poder Israelí destrozando todo en nombre de la historia judía.

  Porque quizás yo no sepa mucho de religión, no voy al templo y no siempre sé la respuesta cuando algún desubicado me toma lección de judaísmo. Pero déjenme decirles una cosa, yo crecí escuchando las historias del pueblo judío. Mi zeide, para ustedes mi abuelo, nos relataba sobre Moisés y las plagas y el pueblo cruzando el mar rojo hacia la libertad; y después con mi viejo supe de las persecuciones de la inquisición y sobre la historia de Ana Frank y de tantos otros perseguidos por el nazismo; y en el club, el queridísimo club Peretz de villa Lynch, aprendí del heroísmo de gente como Mordechai Anielewicz y de la resistencia del pueblo judío. 

   El mensaje era claro: contra la discriminación, contra el racismo y a favor de la libertad de todos los pueblos.

   Siempre me sentí orgullosa de ese legado.

  En ninguna de esas historias, en ninguna, el pueblo judío destruía a otro pueblo en nombre de una supuesta legitimidad territorialidad. En ninguna de aquellas historias había inocentes asesinados en nombre del pueblo judío.

   Quiero decir que Israel no me representa. Nunca me representó. Ni a mí ni a muchos otros. Israel no es mi patria ni lo será nunca. Pero Israel asesina en mi nombre.

   Lo que ocurrió el 7 de  octubre fue terrible y merece todo el repudio, sin dudas ¿Y lo que siguió y sigue hasta hoy no?

   Parece una tontería, pero quizás deberíamos recordar algunos acuerdos básicos: matar está mal, matar a un inocente está mal y cometer un genocidio es horroroso.

   No sé que más decir, no sé qué puedo decir desde acá, desde esta distancia, algo que realmente sirva para algo.

  Quizás esta noche podamos alzar las copas recordando a nuestros antepasados, a nuestros abuelos, a las víctimas del nazismo, a aquellos héroes que se alzaron contra el poder criminal; quizás podamos entender con claridad de qué lado estamos, nunca del lado de los asesinos. 

   Basta de muerte Israel. Basta por favor. 

   Todos los pueblos merecen vivir libres y en paz.

   No en mi nombre.

   Quizás por eso, más que nunca la distinción.

  A guit iur. 

   En idish, el idioma del pueblo judío. No en hebreo, porque el uso del idioma y de las palabras también es ideológico. 

   A gui iur para todos.

Comentarios

Publicar un comentario

DEJAME TU COMENTARIO!😌

Entradas más populares de este blog

Laberintos

La UBA, mi hogar

El vulgar irreverente

Creando redes

La escuela Osvaldo Bayer

Despedida

Orcos poéticos

El tiempo y la belleza de los cuerpos

Es un buen tipo mi viejo