La escuela Osvaldo Bayer
Hace muchos años, en ese mismo lugar, fui parte de la coordinación y de la producción de un proyecto maravilloso, cuando docentes, estudiantes y equipo directivo concretamos la publicación de un libro: Carcoveando, cuentos de la villa.
Y todo lo que vivimos a partir de ahí fue impulsado y acompañado por la generosidad de un escritor imprescindible, de los buenos, de los que nos marcan el camino.
Ese escritor fue, es, Osvaldo Bayer. Y a partir del viernes pasado, esa escuela lleva su nombre.
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Carcoveando fue una palabra inventada, un neologismo, un juego de palabras que convertía el nombre del barrio, Carcova, en el corcoveo de los caballos, ese gesto de rebeldía que tienen estos bichos cuando están inquietos y en estado de alerta.
Aquel libro fue nuestro corcoveo colectivo. Para los chicos fue la posibilidad de hacer propia la palabra para poder contar, decir lo que ocurre en los barrios marginados: los miedos, los amores, la vida; para nosotros, los adultos, fue la oportunidad de alzar la voz y de mostrar todo lo que puede construirse en una escuela pública en un barrio carenciado.
En lo personal, Carcoveando fue, además, el inicio de todas las preguntas y de todos los intentos de repensar nuestras prácticas docentes. Ese proyecto cambió mi forma de entender el trabajo en la escuela.
El libro colectivo, aquel corcoveo potente, poderoso, que creamos todos al mismo tiempo.
Corcoveamos y Carcoveamos.
Docentes, estudiantes, directivos, familias.
Y Osvaldo, claro. El más rebelde de todos.
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Osvaldo Bayer, el mejor de los rebeldes
Nada hubiese sido lo que fue sin él.
Primero fue el prólogo, una síntesis emocionante de lo que significó cada cuento del libro, "chapas agujereadas sí, pero campeones de fútbol" dice. Porque así fueron los cuentos de los pibes y de las pibas. Hablaban de la miseria y de las risas, todo junto, como es la vida.
Eso fue lo primero. Así empezó nuestra historia con Osvaldo Bayer. Después llegaron la presentación en la escuela, en la feria del libro, las dos contratapas de Página 12, y finalmente aquel cierre glorioso en la biblioteca nacional.
Con él, siempre con él.
Nos acompañó y nos abrazó.
En el medio le pasaron cosas difíciles, terribles. Y sin negarlas, con ese dolor a cuesta, nos siguió acompañando.
Inmenso Osvaldo.
Siempre supimos que nuestro carcoveo pudo ser escuchado porque estaba él, siempre presente en las luchas de los que no son escuchados.
Inmenso y generoso Osvaldo.
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Hace más de quince años Carlitos escribía para el libro su reflexión sobre el barrio y sobre la escuela y a modo de conclusión finalizaba con un reclamo:
Una escuela sin nombre. No es casualidad. Lo que no se nombra queda invisibilizado.
Y esta escuela, sabemos, vivió una enorme cantidad de penurias, de olvidos, de abandonos.
Hasta que nos hicimos escuchar.
O leer, que a veces es casi lo mismo.
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Fue hace mucho tiempo, cuando apenas soñábamos con ese libro. Fueron muchas horas de trabajo, de escritura en el aula, de corrección, de tipeo.
Y cuando digo que fuimos un equipo no es una manera bonita de decir. Literalmente, tengo el registro de todas las personas que hicieron su magia para que este proyecto fuese posible.
Irma, Silvia, Susi, Graciela, Marisa y tantas otras. Armando los decorados de las presentaciones, poniendo el cuerpo, pintando murales, avalando, bancando, compartiendo, acompañando.
Porque, como dice El Eternauta, nadie se salva solo. La salida siempre es colectiva.
Y que hoy la escuela lleve el nombre de Osvaldo es el mayor acto de justicia que puedo pensar. Y es una fiesta para todas las personas que construimos aquel camino.
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Y así, un día, finalmente la escuela tuvo nombre.
Osvaldo Bayer.
Y hubo un acto, una inauguración.
Y fui.
Al principio pensé que no, que mejor no iba. Me parecía absurdo, y hasta temerario, participar de un festejo al que no había sido invitada.
Pero después escuché los consejos sensatos de gente querida y finalmente decidí que sí, que iba a ir, porque esta fiesta, para ser sinceros, me pertenece y nos pertenece a todos los que fuimos parte.
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Creo que el momento más conmovedor del acto fue cuando tomó la palabra Esteban Bayer, tan parecido a su padre, el mismo tono, la misma cadencia, los mismos principios.
"Se imaginan qué hermoso va a ser cuando un chico diga 'yo egresé de la Osvaldo Bayer ?'"dijo.
Y me lo imaginé. Pensé en los chicos que ya egresaron, en los que hicieron el libro. Ellos también pueden contar que egresaron de la Osvaldo Bayer, y que algo tuvieron que ver.
Piel de gallina, difícil no emocionarse.
No creo en el poder de un dios, pero creo, de alguna manera, en las fuerzas que construimos desde la empatía y la solidaridad.
El día del festejo, esas fuerzas se reunieron y obró, una vez más, la generosidad. Ese intercambio impensable de amor y compromiso.
El gesto preocupado de mis compañeras cuidándome, la generosidad de quién no se banca una injusticia, y finalmente el abrazo con Esteban.
Conversamos un ratito. Le conté algunos pequeños recuerdos atesorados por años.
Fue emocionante y fue bello.
Hace tantos años, inventamos un verbo, carcovear.
Y si ustedes prestan atención, si aguzan el oído, puede que escuchen los nuevos carcoveos que ya resuenan.
Siempre construyendo desde el amor. Hermosa cronica.
ResponderBorrarGracias enormes!!!❤️
BorrarQue acertada fue tu decisión de ir,Clau.....todas las personas que te conocemos,sabemos que fuiste indispensable,para llegar al libro.....Celebro y comparto tu emoción!!atesoro ese libro ....que hermoso que Osvaldo haya dejado un Esteban!!!❤️❤️
BorrarSí, qué hermoso!!!❤️
BorrarGracias Clau por este relato!
ResponderBorrarPorque es necesario nombrar, hacer visible la identidad... las historias escritas, desde sus protagonistas ✊🏼
Absolutamente sí!!!❤️
BorrarHermoso Claudia!! Me revemocionó
ResponderBorrarGracias!!!❤️
BorrarTan pero tan hermoso y tan pero tan emocionante gracias Clau!!! Para los que amamos a Osvaldo, para los tan tristes con la destrucción de su monumento, lo que lograron en la escuela, lo que logran tus.palabras son un masajista y una caricia!!!0 Tengo que conocer esas escuela "osvaldo Bayer"
ResponderBorrarGracias Susana! Sí, es absolutamente reparador!
BorrarHermosas palabras. Muestran cabalmente la fuerza de un colectivo, tanta fuerza que lo trasciende. Y, sí, ese era el lugar donde tenías que estar VOS.
ResponderBorrar❤️💪 gracias!!!
BorrarHermoso relato, no conocía la historia, sos inmensa Clau.
ResponderBorrarGracias enormes!!!
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