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Lecturas fantásticas

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Clase de quinto año. Estamos viendo literatura fantástica, uno de mis temas favoritos.  Sin dudas los buenos cuentos fantásticos son aquellos que te hacen perder la razón.  Los buenos cuentos fantásticos te hacen dudar, te sublevan. Los buenos cuentos fantásticos te revelan contra el orden de las cosas.  Tiempos y espacios se confunden, se entrelazan; las almas migran en busca de otros cuerpos; los órdenes se invierten. Arriba es abajo, la vida y la muerte son casi lo mismo. Y todo eso pasa justamente cuando leés un cuento de Cortázar. Así que arrancamos primero con "La noche boca arriba", uno de los relatos más perfectos que conozco. Un viaje  iniciático al centro mismo de los sueños. Sueños que se transforman en pesadillas que se transforman en realidades que se transforman en sueños y así al infinito. Ellos leen, yo los espío mientras leen. Algunos se concentran más, otros menos.  Llegan al final y la incertidumbre les pesa. Demasiadas puertas abiertas, pocas...

Pesaj y los judíos

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Soy judía. Ser judía es una certeza.  Con Grachu crecimos en en un hogar judío y aprendimos, básicamente, que todos los seres humanos somos iguales porque, paradójicamente, todos tenemos nuestras diferencias. La verdad es que ser judía nunca fue un tema central en mi vida, sino más bien parte natural de mi ser. No tuve grandes conflictos al respecto.  Sin embargo, hay que decirlo, en distintas momentos de la vida me fui encontrando con algunas situaciones a veces difíciles, tensas y hasta complicadas. Desde aquella persona que se sorprende y te dice que "¡No parecés judía!" porque aparentemente no cumplís con vaya a saberse que absurdos estereotipos. O el otro que espera que seas muy amarreta, o una gran comerciante "porque todo eso está en los genes", como si los genes pudieran determinar nuestro nivel de miserabilidad. También está el que se enoja por cosas de más allá "¡Ustedes mataron a Cristo!" o cosas de más acá: "¡Ustedes están matando gente en...

Arde Notre Dame

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 Notre Dame arde.  Qué frase perfecta, dramática, cuánta fuerza posee! Notre Dame arde y los pensamientos fluyen. Años de historia desaparecen. Sí, también en Siria, o en Palestina. También fue así en América, cuando la conquista. El mundo material es caprichoso y absolutamente arbitrario. Objetos, construcciones, reliquias nacidas de las manos humanas son capaces de sobrevivir extensamente a sus creadores. Y sin embargo, un día cualquiera, de la nada, se destruyen y desaparecen con la misma fragilidad con la que fueron creadas. Cuando murió mi papá pensaba mucho en estas cuestiones. Mi papá era un tipo muy celoso (por no decir obsesivo) de sus pertenencias. Ya fuera el equipo de música o un libro, eran sus cosas y nadie podía acercarse a ellas. Cuando mi papá murió todos esos objetos quedaron por ahí, dando vueltas. Estaban huérfanos de dueño, se podían manipular, se podían tocar y había algo de irreverencia en todo eso, algo de violación a una privacidad que ya no tenía defe...

Horacio y la muerte que ronda

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Durante años leí los cuentos de Quiroga, embelesada por la presencia de esa muerte absurda, cruel, inexplicable. Es que la muerte, sin duda alguna, es una figura permanente tanto en los relatos del escritor como en su historia personal. Disparos accidentales y suicidios, venenos y enfermedades mortales. Su vida se cuela en cada cuento, se confunde, se impregna.  Y sin embargo, si prestamos atención, no es la muerte con todo su horror lo que verdaderamente nos impacta como lectores. No.  Nuestra verdadera fascinación se encuentra en el relato pormenorizado de las emociones de cada personaje, en descubrir qué sintieron, qué pensaron, cómo lucharon. Así, leemos "La gallina degollada" y descubrimos a una joven y apasionada pareja de recien casados que sólo desean sellar su amor con el nacimiento de un hijo. El narrador nos describe cada fracaso, cada dolor, cada reproche, la erosión de los sentimientos mutuos y luego un nuevo intento y otra vez el fracaso y así... El final es con...

Horacio Quiroga, el arte y las emociones

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Acaba de terminar el recreo y el curso es un barullo. Risas, cuchicheos, gritos. No me escuchan. No me quieren escuchar. - Vamos a leer un cuento. Se llama "El hijo" y es de Horacio Quiroga. Les paso el link y arranco con la lectura. Algunos me siguen, leyendo desde sus celulares. Ya aflojaron un poco aunque  el murmullo todavía sigue un rato.  Les leo entonces sobre ese padre que crió sólo a su hijo. Las palabras nos van empujando y ya estamos en Misiones. Es un lindo día de calor y casi sin querer, somos testigos del momento en que el niño se despide de su padre y sale a cazar. De pronto oímos un disparo y la naturaleza se detiene. Ni un ruido, el silencio nos envuelve, tanto dentro del cuento como en el aula. Para el momento en que el padre sale a buscar al hijo, la atención de los chicos es absoluta. Yo leo y ahora estoy segura de tener todos sus sentidos puestos en mi relato. Casi puedo sentir la tensión y la angustia que me rodea. Como me pasa siempre con este cuento, e...

"Lalola" y El amor romántico

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Terminé de ver "Lalola" por segunda vez. Sí, en la era Netflix, yo busco series viejas en Youtube. Para aclarar: "Lalola" es, básicamente,  una telenovela, con todos los clichés propios de este formato, así que para poder disfrutarla, es imprescindible que te gusten las novelas. Dicho esto, quiero comentar que esta novela particularmente tiene, como agregado, un planteo interesante en torno al género, bastante novedoso para la época.  Comienza la novela y conocemos a Lalo. Lalo es un tipo exitoso, guapo, inteligente, joven y con poder. Trabaja en una revista para hombres y es super machista. Subestima a las mujeres con las que trabaja o con las que sale, se burla de ellas y las usa para sus necesidades y propósitos. Esto, hasta que conoce a Romina, una chica bonita con la que tiene un romance de una noche y luego la olvida, no le responde los llamados y la evita. Romina, que ha dejado a su novio por Lalo, queda despechada y llenita de rencor. Así que durante una noc...

La vida, la muerte y nosotros

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Para Ana Tratamos de vivir la vida sin pensar en los finales.  Armamos proyectos, construimos historias, edificamos lazos, nos aferramos a los afectos.  En fin, transitamos por el mundo como si fuésemos dioses eternos. Pero un día llega la muerte y nos disciplina. Nos arrebata la seguridad y entonces el mundo, tal y como lo creíamos, ya no será sólido bajo nuestros pies.  La muerte es como una tormenta que pasa violenta y ciega y destruye todo. No hay justeza en su accionar. No hay reflexión, no hay un plan, ni un propósito. La muerte no distingue buenos de malos, ni reconoce valores. No podemos entenderla. Y esa seguridad que construimos se descascara, y los esqueletos de nuestras historias quedan desnudos, y nos arranca la piel  y nos deja, latiendo a la vista, la carne frágil. Y nos sentimos tan pequeños e inseguros.  Y tememos.  A la muerte le tememos, a los finales le tememos, a la soledad le tememos. Y sentimos que no hay respuestas. Entonces, buscamo...