Horacio y la muerte que ronda
Durante años leí los cuentos de Quiroga, embelesada por la presencia de esa muerte absurda, cruel, inexplicable.
Es que la muerte, sin duda alguna, es una figura permanente tanto en los relatos del escritor como en su historia personal. Disparos accidentales y suicidios, venenos y enfermedades mortales. Su vida se cuela en cada cuento, se confunde, se impregna.Y sin embargo, si prestamos atención, no es la muerte con todo su horror lo que verdaderamente nos impacta como lectores. No.
Nuestra verdadera fascinación se encuentra en el relato pormenorizado de las emociones de cada personaje, en descubrir qué sintieron, qué pensaron, cómo lucharon.
Así, leemos "La gallina degollada" y descubrimos a una joven y apasionada pareja de recien casados que sólo desean sellar su amor con el nacimiento de un hijo. El narrador nos describe cada fracaso, cada dolor, cada reproche, la erosión de los sentimientos mutuos y luego un nuevo intento y otra vez el fracaso y así... El final es contundente porque la historia previa lo potencia.
En "El hijo" somos ese padre solo y enfermo que busca desesperado, somos ese temor que calla y ese dolor que niega.
Y qué decir de "A la deriva" dónde somos testigos de la lucha de ese hombre por escapar de la muerte. Cada paso, cada sensación. La muerte que lo toca, lo pica, lo invade lentamente y lo posee.
En todos y en cada uno de estos cuentos hay una historia poderosa que potencia el horror.
Y entonces llegamos a "El almohadón de plumas".
"Su luna de miel fue un largo escalofrío". Así comienza el cuento y así nos anticipa todo el espanto que un relato es capaz de generar.
Alicia, rubia, tímida y angelical. El carácter de Jordan, nos dice el cuento "heló sus soñadas niñerías de novia".
La severidad de él, los estremecimientos de ella. Los temores, la sumisión.
El relato continúa y entonces la vemos a Alicia, en aquella casa tan blanca, helada y silenciosa. Hubiese querido decir, hubiese querido contar, pero "El impasible semblante de su marido la contenía siempre" nos dice el narrador.
"No obstante, había concluido por echar un velo sobre sus antiguos sueños". Alicia no puede soñar más, porque en ese matrimonio sus sueños y sus deseos, no tienen cabida.
Alicia calla, silencia, reprime, teme.
Alicia no puede nombrar el horror y entonces el horror, silencioso y eficaz, se introduce en ella, la domina, la consume.
Esa mujer callada, sumisa, no puede decir, no puede contar. No puede vivir.
Ese hombre distante, frío, severo, descubre tardíamente, todo el horror que había estado allí mismo, agazapado.
"El almohadon de plumas" es la historia de una relación de sometimiento, de sumisión.
El cuento trasciende la anécdota. Con el tiempo la historia crece, se enriquece, se potencia, se resignifica.
A veces nos pasa eso con la literatura.
* Como dato adicional agrego: Ana María, su primera esposa era una jovencita de15 años y fue su alumna. A los 20 años Ana María se fue con Horacio a vivir a la selva misionera. Allí tuvo a sus dos hijos y a los veinticinco años se suicida, ingiriendo un líquido para revelar fotos.
Es muy poco lo que se sabe de ella, algunas fotos y una tumba olvidada.
Muchos años después conoció a María Elena, amiga de su hija. La joven de diecinueve años se casó con el escritor y tuvo una hija. María Elena no soportó la vida en la selva misionera pero a diferencia de Ana María, decidió abandonarlo llevándose a su hija para siempre.
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