El día de los pañuelos verdes
Nunca tuviste que hacerte un aborto. Nunca tuviste que pasar por esa situación. Podrías decir que no fue necesario porque te cuidaste, porque siempre hiciste todo bien. Pero sabés que no es cierto. Alguna vez cediste a la insistencia, alguna vez creíste que no iba a pasar nada, alguna vez un accidente trastocó un encuentro. Es verdad. Nunca tuviste que abortar. Pero contaste los días, hiciste memoria, cruzaste los dedos y le pediste ayuda al Dios en el que no creés. Claro. Nunca tuviste que abortar. Pero esperaste sola, angustiada, rogando que no fuera cierto. No. No tuviste que abortar. Pero e stuviste días y días pensando distintas situaciones posibles. Imaginando los comentarios, los "que se joda", los "y bueno, lo hubiera pensado antes". En fin. No tuviste que abortar. Pero te sentiste sucia, clandestina, p ensando cómo ibas a resolver si no tenías un mango, si no conocías a nadie. Pensando a quién preguntar, a quién consultar. Por supuesto, no tuvi