Rotos
En estos últimos días, cuándo no, las escuelas están en el epicentro de las tormentas noticiosas. Armas, conspiraciones. Violencia.
Y aunque no estoy en las escuelas, todo esto me interpela, por todo mi recorrido, por mis colegas, por mi hijo, por los chicos. Tengo opiniones, pienso cosas.
Así que este posteo va por ahí. Una vez más, hablaré de las escuelas. Y todas las veces que nombre a los docentes me incluiré ¿Cómo no hacerlo?
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Cuando escuché por primera vez la canción "Media Verónica" de Andrés Calamaro, quedé fascinada. La canción es hermosa, pero había en esa letra una frase, específicamente el uso de cierta adjetivación.
"Media Verónica está rota" decía la canción y lo que me pegó fuerte fue esa palabra final: "rota".
Una persona rota. Qué fuerte. Nunca antes lo había escuchado.
Con el paso del tiempo, empezó a aparecer en otras partes. Aquí y allá. "Fulano está roto", "Gente rota", y hasta "Estamos rotos".
Es una forma de explicar lo que antes no se sabía, no se quería, o no se podía decir. O quizás simplemente no se veía.
Me parece una forma muy poética de decir lo que el sistema capitalista, patriarcal, extractivista hace con las personas.
Las rompe.
Personas que quizás parezcan enteras o sanas en apariencia pero que internamente están lastimadas, golpeadas. Rotas.
Personas a las que el mundo, el sistema, la vida les quitó tanto que todo es cuesta arriba. Todo molesta y todo duele.
Seguramente yo también estoy un poco rota.
Quién no, en este mundo.
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La psicóloga solía decirme que en mis vínculos con los chicos en la escuela, en más de una ocasión buscaba reparar lo que estaba roto en mí (ella usaba otras palabras, claro).
Y sí, seguramente algo de eso había.
Yo no sé por qué llegué a la docencia, pero sé muy bien por qué me quedé.
La docencia no es como cualquier trabajo. No lo dejás en la puerta de la escuela cuando termina el día, no hay manera.
Trabajamos con pibes y pibas a los que a veces todo les falló, la sociedad, la familia, y la escuela se convierte en el único recodo, el último refugio.
Cuando empecé a trabajar creía que lo mejor que podía hacer por ellos era enseñarles, enseñarles y exigirles. Les pedía que leyeran, les preguntaba qué opinaban de sus lecturas. Les enseñaba gramática, y sintaxis y era bastante severa con las calificación.
Muchísimas veces, al final del día, sentía que había dado buenas clases y que había hecho algo positivo por los chicos.
Sentía que mi trabajo cambiaba un poco sus vidas y lo disfrutaba.
Hablo de esos momentos en el aula en los que todo funciona, esos momentos en los que alguien aprende algo nuevo porque otra persona se lo enseña.
En los últimos años lo fui olvidando, es la verdad.
Lo que aprendimos a enseñar a veces atrasa, esta desactualizado y no les sirve, a veces no pueden con eso. A veces los pibes llegan a las escuelas más lastimados y más rotos.
Y nosotros no sabemos qué hacer.
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Secundaria obligatoria dijeron.
Igualdad de oportunidades dijeron.
Los chicos tienen que estar en la escuela, estudiando, y no en las calles.
Todo eso dijeron.
Llenaron las escuelas de frases hipócritas y vacías. Y eso fue todo.
Nada más.
Allí, en edificios deteriorados, con escasos materiales y con pibes que venían con hambre, con sueño, con frío.
Nos hablaban de igualdad.
Pero con qué herramientas.
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Inclusión, diversidad, igualdad.
Hay que ser muy miserable para cuestionar esos objetivos.
Es cierto.
Pero hay que ser muy hipócrita para reivindicarlos sin proponer cambios reales.
Todos los pibes adentro de la escuela es una frase bonita, pero sin un verdadero proyecto que lo sostenga es una mentira.
La escuela se convierte en una guardería. No hay igualdad de oportunidades si los pibes y pibas parten de realidades tan difíciles, con tantas desventajas, y no hay una estructura escolar que pueda equilibrar la balanza.
Estamos rodeados de miserables y de hipócritas, es cierto.
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En los últimos años nos sacaron todo.
Perdimos todo.
Fue paulatino, pero ocurrió la pandemia y todo se aceleró.
Nos dejaron claro que no era importante enseñar y aprender sino contener a los chicos en las aulas.
Nos dejaron claro que no era importante la salud mental y emocional de los chicos sino que las escuelas funcionaran, como fuera.
Y lo peor, lo más triste, es que el mundo siguió como si nada.
Nuestros sindicatos, los directivos, las familias, nosotros. Nos adaptamos.
Los docentes fuimos aprendiendo a no cuestionar, a aceptar. A veces contenemos, cuidamos, si no estamos ocupados llenando papeles.
Pero pocas veces, y cada vez menos, podemos enseñar.
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Un pibe fue armado a la escuela. Y otro pibe. Y otro.
Un grupo de chicos planea cómo asesinar a todos sus compañeros.
La violencia va escalando y ellos, de camisa y corbata, con sus cargos y sus funciones, se indignan.
Políticos rancios, periodistas pseudo moralistas.
Se enojan, suspiran, hacen gestos ampulosos en cámara. Buscan culpables y la escuela siempre es la que paga el costo.
¿Será que no pueden ver cómo la violencia circula y se instala porque todos ellos le abren el camino?
¿Será que no ven la violencia en el insulto casi cotidiano que el presidente esparce por las redes?
¿Creerán que frases como "los vamos a destruir donde se escondan" no tiene consecuencias?
¿Imaginarán que ver en los medios como golpean ancianos cada semana no es ejemplo de violencia institucional?
¿Habrán pensado en cómo sus políticas de panzas vacías, de frustraciones diarias y de rechazos sociales producen todo tipo de violencias?
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El año pasado asistí a una reunión de padres en la escuela de mi hijo. El tema era el nuevo sistema de evaluación.
Esta vez la vi desde la tribuna y no desde la cancha. Pero la vi.
Vi el desastre que se avecina. Y me produce mucha rabia e impotencia.
El nuevo sistema de evaluación es un despropósito que sólo puede profundizar lo que ya viene mal.
Rápidamente: alumno que adeuda muchas materias ya no repite, pasa de año y podrá aprobar las materias del año anterior con un profesor del nuevo año lectivo o cursando nuevamente esas materias. Pero, del nuevo año, sólo podrá dar la cantidad de materias que completen las doce que cualquier estudiante tiene que cursar por año.
Si no lo entendieron, creo que está pensado para que así sea. Cualquier cosa, pueden consultar. Su pregunta no molesta.
En fin, cualquier profesor, sea cuál sea su ideología política, su experiencia y su sabiduría puede destrozar en cinco minutos esta nueva propuesta.
¿En qué momento un profesor que está dando clase puede trabajar los contenidos del año anterior sólo para un grupo de alumnos? Eso suponiendo que un docente diera la misma materia todos los años, cosa que en verdad no sucede. Como ejemplo, si un estudiante adeuda prácticas del lenguaje de tercero ¿el profesor de literatura de cuarto debería enseñar además prácticas del lenguaje?
¿Y si el alumno recursa? ¿Cómo armaría los horarios la escuela, para que no se superpongan los horarios del año en curso con los que recursa?
Absurdo.
Es todo un disparate.
Lo que lleva a muchas preguntas que ya existen desde hace tiempo y que se actualizan en cada "reforma".
¿En qué piensan los funcionarios que cranean estas ideas? ¿Realmente suponen que mejora la calidad educativa con estos cambios? ¿O por el contrario, saben que sólo puede seguir empeorándola?
¿Cuál sería el beneficio para un chico que no pudo acreditar los conocimientos de las materias que adeuda? ¿Acaso puede mejorar su aprendizaje en estas condiciones?
¿Qué pasa con el trabajo de los docentes? ¿Cómo repercute en la calidad de la enseñanza que un docente tenga que desglosar los contenidos para enseñarles a chicos de años diferentes al mismo tiempo?
Las preguntas siguen y son muchas más. Quienes conocemos el funcionamiento de una escuela secundaria sabemos que esta propuesta no cierra, que es peligrosa, que termina de legitimar a la escuela como un depósito de chicos y no como un espacio de saber.
Finalmente, toda esta maraña de propuestas imposibles llevará a un nuevo fracaso y los docentes haremos malabares para emparchar lo que ya no resiste.
Entonces, como siempre, seremos los depositarios de todos los males. Porque quienes crean las políticas educativas no están interesados en hacer una verdadera transformación, para que las escuelas sean de verdad igualadoras.
No les importa pensar una nueva escuela con espacios para albergar los temas y las problemáticas actuales: talleres, laboratorios, salas de computación, espacios de arte.
Tampoco les preocupa mejorar el trabajo de los docentes, capacitarlos, no sólo en los conocimientos específicos de la materia sino también en el trabajo con las diversidades que hoy la escuela alberga.
Y muchísimo menos están preocupados por entender qué les pasa a los pibes, por qué ocurren las violencias cotidianas, cómo transitan las frustraciones que día a día soportan.
No les importa porque esas preguntas los interpelan directamente.
En ningún momento, ningún funcionario se hará cargo de las condiciones en las que los chicos llegan a la escuela, tampoco analizarán las condiciones en las que los docentes desarrollan su trabajo y mucho menos de las condiciones en las que se encuentran los establecimientos educativos en los que todo eso ocurre.
Atención, esto también es parte de la violencia que circula.
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Los chicos reciben violencia.
Permanente.
La frustración genera violencia.
Hubo un tiempo en el que creímos que aprender y enseñar podía cambiar significativamente la vida de todos.
Pero resulta que no alcanza. No alcanza con docentes llenos de saberes y buenas intenciones ni con chicos con ganas de salir adelante. La meritocracia es un cuento que sirve a los que mandan para deslindar sus responsabilidades.
Sabemos bien que un pibe necesita ciertas herramientas. Si no tiene las cuatro comidas, una cama calentita, el amor de alguien que cuida, la atención en su salud, en su desarrollo físico y emocional, si no tiene todo eso, no puede. Y si no puede, se frustra.
Y si un chico se frustra y tampoco encuentra una estructura que pueda sostenerlo, abrazarlo, ayudarlo a encontrar un camino, entonces no pregunten más por qué ocurre la violencia.
Y tampoco responsabilicen a las escuelas.
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El mismo sistema político que sistemáticamente se ocupó de vaciar, pauperizar y desintegrar a la escuela pública hoy le pide, peor, le exige que arregle lo que él mismo sistema destruyó.
Exigirle a la escuela pública que resuelva una realidad social destrozada mientras le quitan recursos, mientras la bastardean y la saquean, es perverso.
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Estamos rotos, los chicos, los maestros, los profes y las escuelas que habitamos.
Todos rotos.
Las escuelas albergan un montón de chicos con infancias rotas, con familias rotas, con historias rotas.
Y posiblemente sigan rompiéndose.
Porque seamos claros.
Estar roto es doloroso pero no tener recursos ni contención para cicatrizar y reconstruir es dramático.
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Sociedad rota, todo está roto.
Fragmentos aquí y allá.
Y ahí están los y las docentes, tratando de juntar los pedacitos, cortándose de vez en cuando, cada vez que intentan tocarlos.
Anacrónicos ellos.
Nosotros.
Armando rompecabezas, uniendo piezas en tiempos de pura destrucción.
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Cosas que vengo pensando hace tiempo.
En las escuelas públicas deberíamos contar no sólo con la mejor tecnología sino con el mayor respeto y cuidado de los educadores.
Imagino geniales jornadas educativas para discutir y problematizar nuestro trabajo, con lecturas críticas y apasionantes.
Imagino grandes equipos de orientación en cada escuela, para dar respuesta a todas las problemáticas complejas que puedan ocurrir.
Imagino recursos a nuestra disposición para que los chicos accedan al arte, a la tecnología, a la ciencia.
Imagino tanto.
Pero sobre todo imagino que los chicos que están en las escuelas públicas puedan llegar sanos, bien alimentados, descansados.
Que un fin de semana cualquiera hayan ido al cine o al teatro, que hayan practicado algún deporte, o que hayan podido leer, jugar, reírse fuerte.
Todo lo demás es hipocresía.
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Estamos muy lejos de este sueño.
Hoy más lejos que nunca.
Qué decir que ya no haya dicho.
No quiero más de esto.
No quiero más violencia y desamparo.
No quiero más mentiras ni discursos vacíos.
No quiero más chicos, escuelas, docentes y familias rotas.
Muy buena reflexión
ResponderBorrarGracias!!!
BorrarHay Clau, cuando empezaron a hablar de inclusión y yo vi lo exigían sin recursos, dije esto es el hilo que va a hacer que todo se desmadre. Exigir inclusión sin enseñar de diversidad no brindar recursos, eso fue decir queremos una guardería, y a partir de ahí hasta ahora eso es lo que somos. Muy bien expresado todo el sentir, que obviamente compartimos. Es muy doloroso, y eso abre más la grieta y nos rompe más como personas y como sociedad.
ResponderBorrarSí, creo que esa es la grieta real. Gracias por leer!
BorrarCuanta realidad expresas.Mi hija menor se radico este año en San Andres de la Sierra. Partido de Tornquist .Me cuenta que tiene in segundo año con 37 alumnos entre ellos lis qué tienen adeudado una materia o dos o tres muy difícil.En otro cargo esra como orientadora en equipo algunas situaciones escondidas pir la sociedad
ResponderBorrarClaro, es que en la escuela es imposible tapar todo eso. Abrazo y gracias por leer y comentar!
BorrarEsto comenzó hace más de
ResponderBorrar20’años! Los chicos eran y son enviados a las escuelas a tener asistencia para que las familias cobren planes familiares, a le agreguemos la mala alimentación, alcohol y droga en incremento! Un niño mal alimentado (y tal vez desde la gestación) en la escuela solo se siente contenido, aceptado, cuidado … pero no tiene recursos propios para estudiar!
Y nosotros salidos de nuestro rol docente para cubrir las falencias del estado y la sociedad! Y ahora arrastramos tres generaciones con esa situación!!
El docente ya no tiene recursos para ello! Pero seguimos intentándolo. Pero cada vez más la escuela perdió su identidad.
Principalmente la secundaria, nos piden que contengamos adolescentes para sacarlos de la calle, donde el adulto los trata mejor, pero es tan difícil dar una clase de aprendizajes que la escuela deja de ser escuela. Al final están como en la calle sin un proyecto!!
Hace mucho, no sera que estamos equivocados y dejamos nuestra profesión por otra para la cual no nos preparamos? Entramos en una degradacion de nuestra profesión? No estamos nosotros engañando a los alumnos, abordando problemáticas ajenas a nuestra profesión? Y tal vez liderando otras ideas nuestras no específicas de la docencia? …
La escuela debe ser escuela, acompañando las capacidades de cada alumno y las situaciones/problemas de socio económicas y hasta de salud, tener otro ámbito, interactuando con la escuela, según cada situación!!
Podríamos seguir! Pero…
Gracias por este espacio!!
Gracias a vos por tu lectura y tu comentario. Coincido en algunas cuestiones y en otras no. Yo no creo que los chicos vayan a la escuela para que los padres cobren un plan. Estamos hablando de una problemática general ¿Tantas familias cobran planes? Me parece que ese es un prejuicio y ahí lo digo como mamá de un estudiante de escuela pública. Tampoco creo que podamos pensar en culpabilizar a los docentes ¡Somos trabajadores! Como desarrollé en esta nota, creo que hay y hubo decisiones políticas que conducen a este resultado. Coincido en que se fue desdibujando el lugar que ocupamos y especialmente en la secundaria, pero no se trata de decisiones personales e individuales. En fin, es una situación muy complrja y por eso indigna cuando los medios y los políticos hacen análisis superficiales y tendensiosos. Saludos!
BorrarTe cuento una experiencia del último tiempo. Asumió un nuevo equipo directivo en mi escuela que se ajustó a la normativa. A cada frase de la política educativa, esa que vos y yo llamamos "discursiva" pero que en muchos aspectos vos y yo apoyariamos acompañada de recursos. Ese ajustarse le abrió las puertas a la comunidad, a la participación estudiantil, a los docentes que queríamos participar de un proyecto que nos entusiasmada y nos sacara del escepticismo y el statu quo. Trabajamos mucho, mucho de verdad. Más tiempo del que se supone que paga nuestro miserable salario. La escuela está hermosa. Cambio absolutamente. Daban ganas de ir a trabajar.
ResponderBorrarEmpezaron a dinamitarla todos los actores que se supone deben garantizar que eso que estaba pasando, pase. Por mezquindades, lealtad es políticas, etc. Le terminé de convencer de que no sólo a nadie le interesa que cambie la educación sino que consideran un peligro que eso pase.
Muy buena tu reflexión, Clau!
Uy, cuántas cosas! Sí, si más allá de los discursivo hay recursos y se ponen a disposición de la comunidad tofo cambia. Se abrió la participación y daban ganas de ir a trabajar. Asi debería funcionar siempre. Las mezquindades y lesltades políticas, creo, son precisamente esas formas de hacer política que sólo les sirve a ellos, quién tiene más poder, quién manda. Y finalmente, creo que es así, un cambio real en la educación les parece peligroso. Abrazo y gracias por ja lectura y tu análisis.
BorrarQué triste realidad nos toca vivir, este año siendo el mes de abril nos sentimos con mis compañeras cansadas como si fuera noviembre, sobrecargadas de trabajo y con un sueldo miserable, además con la certeza de que este nuevo régimen conduce a más fracaso. Es un panorama de mucha desesperanza y sí ¿cómo no sentirnos rotxs?
ResponderBorrarAbrazo Clau 🩷 es siempre un placer leerte.
Me gustaría tener frases esperanzadoras, pero no. Abrazo compañera!!!💜
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