Otras formas de poder
Ayer, una vez más, los derechos del pueblo quedaron sepultados.
No soy siquiera cercana a las propuestas de la ex presidenta. Es más, cada vez me siento más lejos de lo que dice y hace. Y lo remarco precisamente para establecer un punto: esto no tiene que ver con simpatías y afinidades.
Lo importante, lo verdaderamente grave, es que ayer ¿la justicia? demostró una vez más y de manera grosera que sus tiempos y sus decisiones no son iguales para todos.
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Me pregunto por qué seguimos aferrados a este sistema injusto, despiadado, cínico.
¿Qué seguridades, qué promesas nos ofrece para que no nos atrevamos a inventar algo mucho mejor que esto?
Tengo pendiente desde hace un tiempo escribir sobre la utopía, esa palabrita que ahora se usa tan amorosamente para deslegitimar la propuesta de un mundo diferente.
Es un sueño, nos dicen. Sos una soñadora, una idealista.
Una bobalicona, en definitiva.
Pero después pasa todo esto.
Y me pregunto entonces quién es más idealista: yo, que creo que hay que construir un sistema político, social, cultural y económico totalmente diferente o vos, que seguís creyendo que en este sistema puede haber justicia e igualdad?
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Una corte de tres personas amiguísimas del poder que construye un dictamen a partir de sus vínculos y relaciones personales.
Un poder económico que decide quién sí y quién no.
Una red de medios que celebra, salamera, el uso y abuso del poder en beneficio de los de siempre.
Y una sociedad que abala la violencia y el desprecio hacia el otro.
¿Qué tan cerca o tan lejos estamos hoy de una verdadera democracia?
¿O en realidad esta es, así como la vemos, sin máscaras ni maquillaje, la verdadera democracia capitalista?
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Mientras escribo todo esto, en los medios crece la indignación.
La dama indigna no cede, no se arrepiente. No se arrodilla pidiendo piedad.
Por el contrario, una multitud la rodea efervecente y todo parece una fiesta.
Y hay algo bello en esa fortaleza, algo que trasciende a todo, a las diferencias, a las grietas.
Porque ciertamente la dama no es de izquierda, ni es feminista, y hay un abismo que me separa de ella.
Pero es lindo verla bailar, sonriendo a la multitud mientras todos se escandalizan.
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Y claro, está la cuestión de género. No se dice demasiado.
Hablar de género pasó de moda y es políticamente incorrecto.
Pero lo cierto es que esto que está ocurriendo no pasó nunca antes en este país, a ningún varón.
A ninguno.
Y no precisamente por la honorabilidad de todos ellos.
No le pasó a Macri, con sus cuentas offshore y ese préstamo del que nadie sabe su destino.
No le pasó a Menem, el mismo que ostentaba una riqueza impúdica mientras regalaba nuestro patrimonio.
No le pasó a De la Rúa, tampoco, pese a su huida con el país incendiado.
A ellos estas cosas no les pasan. A ellos se les permite todo.
Mostrarse con mujeres de la farándula, hacer chistes aberrantes, hacer viajes absurdos, mostrar mucha riqueza y ostentarla en medio de la crisis que los rodea.
El poder patriarcal, depredador, extractivista, capitalista, es de ellos.
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El poder es masculino.
El poder es un falo que los varones ostentan para que otros varones admiren.
El poder es un falo que muchas mujeres de la política desean obtener para ser como ellos.
El poder es un falo que los hombres denuncian y reprimen cuando es una mujer quien lo ostenta.
El poder es un falo que las otras mujeres cuestionan si quien lo ostenta es otra mujer.
Quizás no se trate de igualarnos en este simulacro grosero de república democrática.
Quizás el poder debería ser algo diferente, un bien que nadie posea sino que circule.
Quizás el poder podría ser horizontal, colectivo, recíproco.
Quizás podríamos pensar otras formas de construirnos desde la política.
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Mujeres reproduciendo estructuras patriarcales.
Mujeres sancionadas por transgredir.
El problema entonces es la estructura, y no quien la habita.
¿Podremos algún día cambiar la forma de hacer política?
¿Podremos atrevernos a construir otras estructuras?
¿Podremos habilitar espacios de intercambio, de debate para que todos tengan representación y voz?
Escuchar. Escuchar a los médicos, a los docentes, a los desocupados, a los jubilados, a las amas de casa. Escuchar qué tienen para decir, cómo deberían ser sus condiciones de vida, de trabajo, de descanso. Dice Raúl González Tuñón:
"Dadle al hombre todo lo que necesite.
Las pesas para pesar,
las medidas para medir,
el pan ganado altivamente,
la flor del aire,
el dolor auténtico,
la alegría sin una mancha."
Qué bello sería.
Cristina también tuvo el poder varias veces. Y fue extractivista, capitalista, antiobrera. Los dos últimos años como vicepresidenta cedió el poder a Massa. Fue un desastre. Y ganó Milei. En sus últimos discursos Cristina dijo entre otras cosas que el "Estado presente" era algo del pasado, que debíamos pensar en un "Estado eficiente. Sin embargo es su proscripción política lo que es grave porque es una señal de que esta democracia capitalista blanca patriarcal racista extractivista, con sus propixs desaparecidxs, etc, ya prácticamente tampoco existe como democracia formal.
ResponderBorrarSí, claro, de eso precisamente trata la nota que escribí. Saludos.
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