Recuerdos con caricias

Desde siempre me fascinó conocer la "cocina" de los hechos, lo que está detrás, cómo sucedió y por qué.

Por eso, antes de obsequiarles este maravilloso material, quiero contarles esta pequeña historia.

Todo comenzó hace unos días cuando compartí un posteo de CONABIP en homenaje a la escritora Elsa Isabel Bornemann. Al tiempo recibí el mensaje de un ex alumno: "Profe, ¿ya escribió sobre eso?" decía y me contaba que los libros de Bornemann fueron fundamentales en su infancia.

El mensaje me dejó pensando. 

Cuando yo era chica, en plena dictadura, el libro "Un elefante ocupa mucho espacio" de Elsa Bornemann, estaba prohibido y por supuesto, habitaba un estante de mi biblioteca, junto al otro gran elefante, "Dailan Kifki".

Y tambien estaban los mensajes ultrasecretos de Andy en "El niño envuelto", los poemas de los chicos enamorados, Gaspar caminando con las manos, todos ellos le dieron muchas veces un nombre a lo que me estaba pasando en aquellos años.

La verdad es que en mi infancia también fueron importantes los libros de Elsa Bornemann.

Y muchísimo tiempo después, allá por el año 1990, cuando estudiaba periodismo, tuve el absoluto privilegio de poder entrevistarla.

Todo empezó con una consigna: debíamos elegir a una personalidad destacada, contactarla y entrevistarla. Después, con ese material teníamos que construir distintos ejercicios: entrevista corta, entrevista larga, perfil, historia de vida, toma de declaraciones.

Pensé en Elsa Bornemann inmediatamente. Tenía una punta por dónde llegar a ella, mi queridísimo José Murillo, siempre presente en mi vida. Yo recordaba que eran amigos, así que lo llamé. Me atendió Olga, su pareja y durante muchos años una suerte de hada madrina en mi vida. Olga inmediatamente me pasó el contacto y la llamé.

Elsa atendió el teléfono y le empecé a contar. Le dije que era estudiante de periodismo y que necesitaba entrevistarla como parte de una tarea. Desde el otro lado del teléfono, ella me escuchó, y me dijo a todo que sí.

Nos encontramos en un bar de capital, no me acuerdo cuál era. Fueron dos horas de conversación y le pregunté un montón de cosas. Fue una charla amable, absolutamente amorosa. 

Después, volví a casa, desgrabé el cassette, hice un borrador a mano y armé los distintos ejercicios a máquina.

Me saqué un MB o algo así, aunque se me advertía, una vez más, que debía tener cuidado con los errores de ortografía.

La entrevista quedó publicada en una revista del Centro de estudiantes del profesorado del colegio Estados Unidos, pero perdí el único ejemplar que tenía.

Y pasó el tiempo.

Es raro lo que pasa con alguna cosas viejas. Esas que no están perdidas sino olvidadas. Están por ahí, dando vueltas, entre cajas y mudanzas. Y de pronto un día pensamos en ellas y las buscamos, las vemos y nos resultan importantes. 

Es lo que pasó con esta entrevista. Esta entrevista no se perdió. Estuvo dando vueltas por ahí.

Pero un día comparto un posteo sobre la autora, me escribe un ex alumno y empiezo a revolver cajas viejas.

Una secuencia de acciones, un mecanismo en funcionamiento.

Un tiempo y un lugar.

Leo la entrevista. Me parece fascinante todo lo que quedó guardado en esos papeles amarillentos. Sus opiniones sobre educación, sobre su historia. Es maravilloso.

Y eso también me deja pensando en todos los papeles olvidados que están por ahí, en alguna parte, quizás escondiendo secretos, confesiones, o tal vez una obra inédita que podría cambiar la historia de la literatura. Pero allí están, apretados en capetas, enterrados en cajas de cartón, archivados para siempre.

¿Por que estas palabras estuvieron sin ser leídas tantos años?

¿Por qué no hice esto antes?

En aquellos años me fascinaba el periodismo, y lo que más disfrutaba era hacer entrevistas. Tenía mucha energía y mucha pasión.

Pero me faltaba autoestima. Me costaba demasiado creer en mí misma y las críticas me fulminaban.

Antes de terminar, quiero decir que me hubiese gustado hacer este trabajo antes, como un acto de amor para la querida Elsa, quizás como el mimo de una admiradora. Pero esto no fue así. Nuestra querida Elsa murió. Por eso, transcribí esta entrevista con el mayor cuidado y respeto por quién admiro y hoy no está. Esto es muy importante, porque del otro lado nadie puede corregir o responder, así que la responsabilidad es mayor.

Finalmente, les dejo el párrafo con el que cerré la historia de vida, hace treinta y tres años atrás:

"Así que esto se acaba, pero no se acaba Elsa Bornemann, ni todo lo que escribió. Este es un fin sin fin, como se titula el último capítulo de su libro El niño envuelto y como finaliza: 'Un abrazo... y hasta luego entonces, hasta mañana, hasta el sol de todos los años venideros que nos encuentren juntos'"

Hasta siempre Elsa.

Les dejo la entrevista:


Entrevista a Elsa Isabel Bornemann 

(Buenos Aires, 1990)


Cuando tenía 18 años publicó su primer libro de poesías, “Tinke- Tinke”. Por aquel tiempo una señora que conducía un programa radial muy escuchado, empezó a leer todos los días un poema de la escritora. La señora era ni más ni menos que Paloma Efron, “Blackie” y Elsa la escuchaba fascinada. “Un día suena el teléfono en casa ‘¡Quiero hablar con la escritora! ¿Sabés quién te habla? ¿A vos no te enseñaron buena educación? ¿No podés llamar?’ Era la voz de Blackie. Yo estaba tan paralizada que no lo podía creer”. Ese día fue invitada al programa de radio y aquella no solo fue su primera entrevista radial, “A partir de ese momento Blakie fue como una aparición mágica  en mi vida, un hada madrina. Para mí fue una ráfaga maravillosa”.

Un año después, su segundo libro, “El espejo distraído”, obtuvo la faja de honor de la SADE, en 1972.

Después llegaron “Cuadernos de un delfín”, “El libro de los chicos enamorados”, “No somos irrompibles”, “Un elefante ocupa mucho espacio”, “Socorro” y el último, presentado recientemente en la Feria del Libro, “La edad del pavo”, en el que afirma que nadie a ninguna edad, está a salvo de la edad del pavo.

Fue maestra, profesora, maestra jardinera. Enseñar a otros, a los más chicos, significó escucharlos siempre, transmitirles el amor por la literatura, construir con ellos.


Elsa niña, la escuela y María Elena 


_ ¿Cómo era tu relación con la literatura cuando eras chica?

_ En mi casa faltaron muchas cosas, pero por suerte libros no faltaron nunca. Vivíamos modestamente, pero a los libros se les daba un lugar muy importante en la canasta familiar. Yo copiaba desde los  nueve años poemas de amor de los libros de mis hermanas.

 _ ¿Y en la escuela cómo te sentías?

_ En esa época siempre me decían en la escuela que las redacciones me las había escrito mi hermana (…) Después nos daban composiciones para escribir en el momento, y empezaron a notar que a mí me gustaba escribir. Me tenían que arrancar el cuaderno, no terminaba más.

_ ¿A qué edad te planteaste que querías ser escritora?

_  A los siete años, junto con otras vocaciones muy fuertes que tenía en esa época, como era ser astronauta.

_ ¿Leías a María Elena Walsh?

_ Para mí fue como un soplo de aire. Yo todavía estaba en la escuela y empecé a parar las orejas y oí una poesía distinta, muy parecida a ciertas cosas que mi padre me contaba. Él es alemán y en la poesía anglosajona, el disparate, lo fantástico, era muy habitual. Entonces, encontrarlo en mi propia lengua, con alguien contemporáneo a mí, me fascinó. Me parece que trajo un chorro de aire fresco.


Los chicos


_ ¿Cómo fue tu experiencia como maestra jardinera?

_Trabajé un año, apenas terminé los estudios. Ahí escribí muchos poemas de mi primer libro, “Tinke- Tinke”. Tenía que entretener a los chicos, no era sólo lo que indicaba el programa, tenía que divertirlos. El aula era la sala de música y yo no sé tocar el piano, pero veinte minutos, todos los días, tomaba el piano y empezaba a inventar canciones con los chicos. Después me iba a casa, a la noche, y trataba de ponerlas en limpio. Así nacieron los primeros versicuentos, con los chicos, que se reían de las letras, y con esa música rara, porque los chicos tampoco sabían tocar el piano pero jugaban y hacían música.

 Después trabajé en una escuela primaria, poco tiempo; y en una escuela secundaria, como profesora de literatura y de castellano; y también en el nivel terciario. A mí la docencia me encanta, tanto como la escritura. Y yo sé que la docencia puedo seguir ejerciéndola, pero la escritura no sé, porque no sé exactamente por qué se me ocurren ciertas cosas y puedo escribirlas. El ante año pasado fue la última experiencia que hice en un colegio del Estado, un profesorado, con el plan Talleres Literarios, una experiencia lindísima, pero… casi no podía escribir, y bueno elegí lo que en este momento me atrapa con más fuerza, la escritura.

_ ¿Cómo estableces actualmente tu vínculo con los chicos?

_ Yo mantengo un trato casi cotidiano con los chicos, de mis épocas de maestra jardinera, de maestra de escuela primaria, del profesorado. Actualmente, con mis visitas a colegios de distintos estratos socio- económicos, de la capital, del interior, de lugares muy lejanos como puede ser una escuela de Ushuaia.

Trato de mantener contacto con los chicos y no lo hago como tarea, realmente me gusta. Desde que salió “El libro de los chicos enamorados” hasta la fecha, recibo cantidades enormes de cartas de chicos, adolescentes, algunos adultos también. A veces los chicos me escriben sus historias y me ponen ‘dale, publícalo, te doy permiso', otras me retan porque un libro está mal encuadernado y se vuelan las hojas. La mayor parte de las cartas son para pedirme que siga escribiendo ¿Te das cuenta por qué quiero a los chicos?

 Pero vos fíjate que se van dando distintas generaciones; yo publiqué mi primer libro en el año 70, y en las sucesivas ferias del libro están apareciendo los jóvenes padres que fueron lectores de mis libros y que hoy les compran mis libros a sus hijos, y yo tengo el privilegio de sentirlo. Es… impresionante.

 Pienso que mientras pueda mantener una comunicación como hasta el momento con las generaciones que vienen después de mí, voy a poder escribir para los chicos. Yo no escribo para la nena que fui, porque no tendría nada que ver con los chicos de ahora. Mientras yo mantenga este vínculo naturalmente, seguiré escribiendo. No sé si toda la vida me va a suceder, puede ser que en algún momento pierda la línea de contacto, la sintonía. Ahora, la tengo naturalmente.

_ ¿Qué contacto tenés con los chicos de la villa?

_ Yo he ido mucho a escuelas de villa, a barrios marginales, donde se da la excepción de algunos maestros y maestras que trabajan tan vocacionalmente, y podemos hacer reuniones con los chicos y han trabajado con algunas libros, y los chicos de séptimo grado han hecho sus pequeñas esculturas con material descartable. Sí veo que ese chico lo único que lee es a través de sus transmisores, los maestros, y comprende en la medida que ha tenido la suerte de tener un buen transmisor en esa escuela, pero no tiene el máximo poder, que es la casa.

Cuando se trabaja con chicos que faltan cuatro de cinco días, que se te duermen en el aula, que vienen sin comer o para comer, es sorprendente el nivel de comprensión. Ahora, si comparamos con chicos de clase media, que no tienen muchas problemáticas en la casa, hay una mayor introversión, cuesta que hablen. Pero una vez que se comunican, es un amor que supera cualquier imaginación. Son capaces de regalarte el gajo de un cactus que nació en su casa o un montón de piedritas.

_ ¿No creés que la literatura infantil se olvida de estos chicos?

_ Sí, estoy de acuerdo. Las editoriales no están interesadas. Hubo experiencias de libros para chicos que fueron prohibidos. En varios de mis libros toco esta problemática, y es notable pero esos son los cuentos que no se toman en ninguna escuela.

_ ¿Creés que la gente grande a veces no entiende que los chicos tienen derecho a estar tristes?

 Ah… vos te referís específicamente a algunos episodios de “El niño envuelto”, en los que la criatura plantea por qué no puede estar triste. Creo que, en general, la mayoría de los seres, cuando crecen, pasan como una barrera, un abismo, un océano, no sé… algo que atraviesan y que fractura el territorio anterior: la infancia y la adolescencia. Creo percibirlo alrededor de los 26 años, cuándo se comienza la adultez. Me ha pasado, encontrarme con personas que no veía de otras épocas, y sentir que eran totalmente adultos, lamentablemente adultos, no en lo mejor que tienen tiene la adultez, porque también tiene perspectivas interesantes.

 Muy poca gente se pone en el lugar de los chicos. No digo hacerse el chico, si no ponerse en el lugar del otro. Entonces se prohíbe, se maltrata, no se escucha, se ignora.

_ ¿Cómo es ponerse en el lugar de un chico? ¿ Cómo hacés vos?

 _ Será una tara genética, porque mantengo muy despierto el pasado, sobre todo la infancia y la adolescencia. Es un poco una tara, porque muchas veces me impide relacionarme bien con el club de los adultos, con la mayoría de los adultos que me gusta. 


La educación 


_ ¿Por qué pensás que a los chicos en general no les gusta mucho leer?

_ Estoy convencida de que las falencias son de nuestro sistema, que no otorga a la salud y a la educación el lugar que se merecen. Yo trabajo desde mi puesto, la escritura, con mucho fervor, porque estoy convencida de que aprender a leer tiene que ver con la formación del pensamiento, y que su buen ejercicio lleva no equivocarse tanto, a elegir mejor, y por ende, a vivir mejor.

_ ¿Por qué no se enseña mejor?

_ Y… no convendrá. Será mejor que un grupito viva a costillas de los demás. Si a mí a los nueve años me cuentan la historia de una escritora como Alfonsina Storni, yo me voy a leer todos sus libros. Yo entiendo, no justifico, a los censores. Un poema, un cuento, una línea que te toque el alma, te lleva a buscar más de ese autor. Yo siempre digo que soy una sobreviviente de la escuela estatal, porque a pesar de todo me gusta leer.


Un elefante prohibido, un niño envuelto y un viaje a Bilembambundin.


_ Durante la última dictadura militar se prohibió un libro tuyo, "Un elefante ocupa mucho espacio" ¿Cómo fue eso?

_ Esa experiencia para mí fue muy traumática. De esto yo me enteré cinco años después. Fue prohibido por los quince cuentos. Cuando yo vi el sumario me quedé pasmada, parecía un cuento peor que el otro. Si vos leías ese sumario y no leías el libro, pensabas ‘¡Pero qué persona perversa! ¿Qué hizo?’. En síntesis, dice que atenta contra la iglesia, la moral, la familia, el individuo solo y en sociedad, y que está escrito con la finalidad de adoctrinamiento del accionar subversivo.

_ ¿Cómo decidiste incluir en ese libro el cuento sobre Pablo Neruda?

 _ A partir de mis quince años, el papá de mi primer noviecito oficial me pasaba todo lo que le parecía hermoso en literatura, porque sabía que a mí me gustaba. Me enamoré de Pablo Neruda. Eso duró hasta ahora. Sucede que yo entonces tenía un verdadero metejón.

_ ¿Cómo surge ese cuento?

 Cuando yo escribo ese cuento, lo hago desde el dolor. No se debe escribir desde el dolor, pero yo tenía una clase al día siguiente, y quería leerlo. Me enteré de su muerte, y esa noche escribí el cuento, que dos años después salió en el libro del elefante. No le puse Pablo Neruda, porque mira cómo lo adoraba, que para mí decir Pablo, era decir el poeta, que en toda la lengua española el único Pablo es Neruda.

_ ¿Y “El niño envuelto”?

 _ “El niño envuelto” apareció en plenos años de Juntismo ( durante el gobierno de la Junta militar). En el 81 se hizo una Feria del Libro infantil, y se presentó el libro, en una tarde encantadora que me divertí mucho. A partir de ahí el libro empezó a andar, los chicos lo adoptaron.

_ ¿Es importante para vos que haya sido best seller?

 _ Tiene una significación en cuanto a la venta en nuestro país, pero es relativo. Mil ejemplares por edición y ¿cuántos chicos hay? Me alegra que mis libros lleguen, pero no pierdo el contexto.

_ ¿Cómo surge el personaje de esta novela?

_ Andrés es un personaje, vos bien lo decís. Esto quiere decir que es creación de alguien que escribe. Yo escribo desde el balcón de la ficción, que se nutre de la realidad de todo lo que sucede y me afecta.

 En el caso de Andrés, él asoma de muchos Andresitos, y de los del pasado también. Todo está concentrado en él.

_ ¿Cuáles son tus proyectos actuales?

_ Siempre trabajo en diferentes cosas, por una cuestión de salud. Estoy haciendo un segundo libro de cuentos de terror de mi autoría que los chicos me pidieron, no lo hago obligada, me gusta porque tiene un por qué. Paralelo a eso estoy haciendo una selección de cuentos de terror y una antología de amor, “Palabra Kadabra”, que, creo. tiene que ver con el sentir de chicos y adolescentes.

_ En tu libro “Bilembambundin” a Aldana le regalan una bolsita con todos los recuerdos de ese viaje, pero le advierten que nunca debe mostrársela a un adulto porque entonces los recuerdos desaparecerán ¿Tu bolsita de la infancia sigue intacta?

_ Intacta, lamentablemente no puede estar, porque los recuerdos se enriquecen o se deterioran con el paso de los años. Uno pone en su presente cosas sobre el pasado. Pero tratando de ser lo más objetiva, te diría que se mantienen bastante bien. Yo también estuve en el país donde me dieron una bolsa. pero yo cumplí, la abrí para los chicos. Entonces no se pulverizó.


Comentarios

  1. Qué maravilla. No sé por qué lloré tanto. Elsa me acompañó durante muchos años y los pibes se emocionaron, se deslumbraron, se rieron. No sé qué parte de mí la llora. Es una maravilla esta entrevista. Habla de ella y habla de vos y de tu oído maravilloso. Tocar un piano sin saber, jugar, eso del buen docente de arremeter contra la desesperanza. Qué genia Clau. Gracias

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  2. Qué bello comentario Marina!!! Para mí también fue emocionante volver a leerla a Elsa y de paso a esa joven que fui alguna vez. Es muy interesante todo lo que cuenta sobre la docencia y a nosotras nos pega especialmente.

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  3. ¡Qué bueno que te hayas podido reencontrar con esta entrevista!

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  4. Un documento inalterable!!!!!que vos ,nos ofreciste con tu corazón!!!!Una belleza,Clau. !!!

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  5. Qué texto y entrevista maravillosos ! Yo también recuerdo haberla leído en los últimos años de mi adolescencia

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  6. Claudia , esa entrevista es una delicia , no pare de imaginarte sentada escuchandola , con un grabador y un cuaderno , es una reliquia , yo aun los tengo todos , y cada tanto los presto , fueron mis primeros libros de adolescente , cuentos con rimel entre otros , gracias por esta caricia , una entrevista exquisita

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    1. Gracias enormes! La imagen es bastante precisa. Para mí es una felicidad poder compartir con ustedes este tesoro.

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  7. Que bueno que lo compartas! Nos permite sentir en una agradable e intimista conversación con una Grande! Gracias Clau!

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  8. Amé a Elsa Isabel Borneman, creo todos nuestros problemas de autoestima fueron un poquito menos dañinos gracias a su amorosa comprensión de las niñeces y las preadolescencias. Siempre agradecida con ella. Gracias Clau por recuperar esta entrevista tan genuina 🥰

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    1. Gracias a vos! Coincido, para mi "El niño envuelto" fue fundamental.

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