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Mostrando las entradas de mayo, 2022

La escuela rota

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Érase una vez el frío Cuando estoy yendo para el aula de sexto leo los mensajes en el celular. La preceptora y la profesora de la hora anterior me avisan que los chicos están abajo, en el patio.  Cuando bajo me encuentro con varios cursos, cuatro o cinco grupitos por aquí y allá. Es un día frío pero el sol los cobija.   Están ahí, a la intemperie, porque afuera el sol abriga más que las paredes del aula. Yo vengo de dar clases y tengo las manos congeladas. Justo en esa ala de la escuela no entra una gota de sol. No te imaginás el frío que hace en un aula.  Pensá en una habitación en la que todo es frío: cemento, chapa, baldosas, bancos. No hay cortinas, ni alfombras ni nada. Pensá que esa habitación está vacía horas y horas. A veces el viento se filtra por las fisuras de las puertas o de los ventanales, a veces se llueve en algún rincón. Pensá que los chicos entran a esas aulas heladas a primera hora de la mañana.  Ahora te pido que pienses algo peor. Pensá que en esas aulas no hay es

Contrastes

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Repaso Durante la cuarentena, leí o escuché, no recuerdo bien, algo que me pareció muy significativo. Resultaba ser que cuando se le preguntaba a cualquier persona qué cosas extrañaban de la vida antes del covid, la mayoría mencionaba momentos absolutamente simples y aparentemente banales: un mate entre amigos, una reunión, un abrazo.  Es raro. Vivimos intentando llenar nuestras vidas de momentos épicos, gloriosos. Pero cuando hablamos de elegir momentos felices, nos quedamos con los más cotidianos. Me acuerdo que durante la pandemia hice un pequeño listado de esos momentos entrañables. Ir a la plaza con Juan y las mamis de la escuela, ir al teatro con mi grupo de profes amigas, los mates charlados con mi amiga del alma.  Esas cosas extrañaba. Pienso en esos días de encierro, en la nostalgia. La cuarentena me dejó algunas buenas experiencias. Fueron días de mucha introspección. Leer, escribir, grabar alguna poesía. Pensar. Fue interesante y lo disfruté. Ese fue mi lado B de la cuarente

El cuento de la criada y el control de los cuerpos.

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Territorios fecundos Ayer finalmente pude ver el último capítulo de la cuarta temporada de El cuento de la criada. Me atrapó, me conmovió y aquí estoy ahora, a la espera de la quinta y última temporada. Mientras tanto, estas son algunas impresiones que quiero dejar por aquí para compartir. Antes quiero aclarar que me debo la lectura de la novela homónima de Margaret Atwood en la que se basa la serie.   Ahora sí, empecemos por la trama, una supuesta distopía muy cercana. La historia está tan pero tan bien contada que la atención se sostiene sin dificultad. La opresión se siente en cada escena y por momentos es desesperante. En ese ámbito hostil, impregnado de muerte y represión, hay un recorrido de la protagonista y de los otros personajes. Un camino que se desarrolla, no tanto a través de las acciones, que por momentos se vuelven circulares y repetitivas, sino en  el interior de los propios personajes, cuyas vidas en otro tiempo fueron tan diferentes. Especialmente las mujeres, o mejo

La Multicolor y las elecciones sindicales

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Cuenta la leyenda que después de perder las elecciones una vez más, un grupo de  zurditos se había reunido en las puertas del sindicato. Frente a ellos pasó la candidata de la lista ganadora y todos comenzaron a cantar el tan conocido cantito:  "Se va a acabar, se va a acabar, la burocracia sindical".  _ Parece que no es cierto_ dijo la burócrata muy oronda. Podríamos pensar que quizás fue un furcio o un acto fallido, pero no. Cuenta la leyenda qua la burócrata dijo exactamente lo que quiso decir. Ayer volvimos a perder las elecciones del sindicato, una vez más. Para mí esta elección fue muy especial. Por un lado mi hijo está más grande y pude involucrarme y participar en la campaña. Por otra parte, es muy probable que sea la última elección en la que participe, al menos como docente activa. En fin, cada vez que empezamos a armar algo desde la oposición todo es muy difícil. A veces me enojo y planteo a mis compañeros por qué no contamos públicamente todo lo que nos ocurre. Lo

Acoso escolar

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Los malos de la película  Hace unos días hubo un conflicto en el aula de segundo año. Estaba corrigiendo la tarea y de pronto empecé a sentir el cuchicheo, las miradas furtivas, alguna frase suelta. Un rato después una nena lloraba desconsoladamente frente a mí.  Al parecer, a excepción de dos compañeros que le hicieron el aguante, el resto de los chicos había decidido dejarla afuera del grupo, aislarla de todo y de todos. Intenté calmarla sin éxito, estaba muy angustiada y no paraba de llorar. Entonces les propuse a los chicos hablar sobre lo que estaba pasando. Empezaron a contar y me dieron sus explicaciones.  Las opiniones apuntaban a una condena unánime. Era mala, decían, hablaba mal de los demás, y además había insultado. Después de recordarles que ellos también se insultaban, y mucho, empecé a seguir el caminito de los dimes y diretes: ¿qué había dicho?, ¿quién lo había contado?, ¿fueron esas las palabras que uso? De a poco los chismes empezaron a desarmarse. No fue tan así, en