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Hojas de un diario dos: la imaginación

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Sigo pensando en la imaginación. Quizás es lo que nos define como personas, mucho más que la posibilidad de construir lenguaje o la capacidad de pensar. La imaginación nos construye de innumerables formas, para crecer, para construir, y también para superar obstáculos.  De chica la capacidad de imaginar fue vital para mí.  Y yo creo que lo sigue siendo. Leer, imaginar, escribir, inventar. Todo es parte de lo mismo. Un día, cuando tenía 11 años, escribí un cuento, y se lo conté a mi diario, claro.   3/5/83 Mi Paginitas: Ayer a la noche hice un cuento de mi vida y se lo di a leer a mi mamá. Te lo leo: https://drive.google.com/file/d/1oQ9A3l1TlrRZl--ovU8kDQIOQGUGBnJ4/view?usp=drivesdk Es más o menos mi vida. Hoy se lo mostré a Graciela y me dijo: - ¡Es hermoso! Me emocionó mucho. Estoy muy contenta. Hasta mañana. Y si te gustó, ya sabés, compartilo.

Imagina

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" Una vez aguijoneada,  la imaginación  es  un caballo que se desboca, y al que no sirve  tirarle de la rienda".            "El monte de las ánimas",  Gustavo Adolfo Bécquer   Juan, los juegos y la imaginación  Abrimos la puerta y un cielo pesado y gris nos recibe en la calle.  _ Mirá el cielo, algo muy malo va a pasar hoy _dice Juan, que nunca leyó el cuento de García Márquez. No sé por qué se le ocurrió eso, pero ahora presto atención y me parece que las nubes están demasiado bajas y que en cualquier momento nos van a aplastar contra el asfalto; que el aire es tan sólido que es imposible respirar sin atragantarnos; y que la luz de la mañana se siente tan tenue que todo se ve un poco fantasmal. Ahora a mí también me parece que ese cielo anticipa un desastre. Así empezamos la jornada. Y aunque ese día no sucede nada terrible ni extraordinario, al regreso de la escuela Juan tiene mucho que contar. Los retos de la maestra, la comida que no le gustó, la pelea con su am

Día de las maternidades

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 Nunca supe si mi mamá realmente añoraba ser madre o si lo hizo para cumplir con lo que todos esperaban. A la presión que la sociedad nos impone a las mujeres, en mi vieja se sumaba que al ser discapacitada tenía muchas limitaciones físicas.  Pero me consta que lo que tenía de aguerrida lo tenía de cabeza dura, y así demostró a sus amigos, a mi papá y a su suegra (especialmente a su suegra, la otra mujer con la que tuvo que competir por mi papá) que ella no era una pobre renguita y que podía con todo.  A veces costaba encontrar su ternura. Creo que nunca fue una mamá como las de las publicidades.  Pero hay gestos, pequeños, cotidianos. Con esos yo me quedo.  Cada mañana nos preparaba la ropa para ir a la escuela. La remera sobre el respaldo, le seguía el pantalón como si estuvieea sentado, al final las medias y en el piso, el calzado. Parecía como si dos personas invisibles se hubieran sentado a esperarnos.  La cama de mi mamá, rincón de encuentros, cobfesiones, confidencias. Cuando er

Lo negro, lo blanco y lo marrón

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Estoy tomando lista en quinto y escucho el cuchicheo, el rum rum que no para. Los chicos conversan, hablan fuerte indignados. La curiosidad me gana y pregunto qué pasa. Se miran, discuten, y finalmete una de las chicas toma la palabra y me cuenta. La cosa es así: Candela, una compañera, estaba mostrando unas fotos suyas y otra chica hizo un comentario: "Qué blanca saliste, porque vos sos negra". - Le dijo negra, profesora. La discriminó_ me dicen. Están indignados y ahora que me contaron quieren saber qué pienso yo. Tengo algunas ideas que me suenan en la cabeza, pero no tengo armada toda la idea. Bueno, para empezar, creo que en estos últimos tiempos empezamos a entender que no es necesario y ni siquiera interesante, hablar de los cuerpos de los otros. Eso, en principio, seguramente  nos ayudaría  a no meternos en terrenos complicados. Sin embargo, pienso, a veces necesitamos usar la descripción física, para indicar de quién estamos hablando, por ejemplo. ¿Y entonces? La sit

De maternidades y prejuicios (acerca de la detención de las siete mujeres Mapuches)

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Esto paso hace varios años. Una tarde viajaba con Juan en tren. Hacía calor y Juan, que debía tener dos o tres años, estaba especialmente inquieto. Durante todo el trayecto se estuvo parando en el asiento, gritando y saltando. A mí no me daban los brazos para sostenerlo y miraba a mi alrededor con bastante culpa porque sentía las miradas de todos los pasajeros. Pero entonces entró esta otra mamá, con un bebé en brazos y dos nenes a su lado. Se sentó justo al otro lado del pasillo. Al igual que Juan, los chicos gritaban y se paraban. Pero entonces empecé a ver a mi alrededor los gestos de reprobación, las miradas cómplices y el comentario que llegó como un susurro de uno a otro: "son unos negros villeros". Éramos dos mamás. Y nuestros hijos jugaban de manera bastante parecida. Pero Juan era rubio y los otros chicos eran morenos. Marrones, como se dice ahora. Tantas veces había sentido la incomprensión y los prejuicios de la sociedad sobre mi maternidad, pero nunca había tenido

Cuando el grito

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Cuando el grito se derrama es latigo y cuchillo. De pie, frente al grito el alma se repliega,  El pulso se acelera Y se congela el tiempo. De pie, frente al grito El cuerpo se contrae, Se eriza la piel  Y los sentidos se alertan. De pie, frente al grito,  se asfixian las palabras  Se abren inmensos los ojos y se cierra la garganta.  De pie,  frente al grito, ocurre el miedo.

Gabriela y los territorios de conquista

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Hace unas semanas empecé a releer "Gabriela clavo y canela" con los chicos de quinto año. Bellísima novela de Jorge Amado que narra la historia  de amor de Nacib y de Gabriela, un amor que surge en medio de conspiraciones, venganzas y sangre. Si hoy tuviera que definir en una frase cuál es el tema de esta novela, diría que es la historia de la conquista. El amor, la tierra, el poder, todo lo que los hombres poseen se conquista por medio de la fuerza. Empecemos. La historia comienza con un crimen brutal. Así se nos cuenta en las primeras líneas: "Esta historia de amor por curiosa coincidencia, como diría doña Arminda, comenzó el mismo día claro, de sol primaveral, en que el estanciero Jesuíno Mendonza mató a tiros de revólver a doña Sinházinha Guedes Mendonza, su esposa, exponente de la sociedad local, morena casi gorda, muy dada a las fiestas de Iglesia y al doctor Osmundo Pimentel, cirujano–dentista llegado a Ilhéus hacía pocos meses, muchacho elegante con veleidades de

Las mariposas negras

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Dice Juan que algunas veces siente como un vacío en la panza, y no es por hambre. Yo creo que son las mariposas negras. Tenía quince años cuando empecé a leer a Sartre. La verdad es que el origen de mi curiosidad estaba directamente relacionado con el chico que por entonces me gustaba. Él lo amaba, así que yo también quería amarlo. A Sartre digo.  Un día de esos llegué al taller literario y tiré mi propuesta: "Me gustaría leer a Sartre" y como era la más chiquita del taller y la más consentida, así se hizo. Durante varios encuentros leímos varias obras: "A puerta cerrada", "Las manos limpias" entre otras, y sentí que me deslumbraba tanto como me agobiaba. Por entonces discutí bastante con mi papá, que no lo quería ni un poquito. Sartre había estado cerca del partido comunista sin hallar en él las respuestas que buscaba, y eso para mi papá era imperdonable. Mi viejo me repetía que leerlo no valía la pena; "¿Qué leíste de él?" lo increpaba yo enoja

Hablemos de amor

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¿Cómo sería tu vida si pudieras volver a vivirla con los conocimientos y las experiencias de hoy? ¿Quién no se hizo esta pregunta? ¿Qué cosas cambiarías si pudieras volver el tiempo atrás? Y sí, a mí también a veces me gustaría poder viajar en el tiempo para cambiar algunas escenas de mi historia. A veces me gustaría modificar el pasado, no mucho, sólo algunas situaciones. Hay un montón de elecciones personales que seguramente no cambiaría: volvería a participar en los mismos espacios de militancia, estudiaría las mismas carreras.  Haría gran parte del camino tal y como lo recorrí hasta hoy. Todo eso es lo que me trajo hasta acá. Quizás, eso sí, elegiría mejor los trabajos. No soportaría fácilmente el maltrato y la precarización. Me quedaría donde me valoraran y me respetaran. Pero sin dudas, y creo que esta sería la razón principal para volver al pasado, tomaría otras decisiones en cuanto a los vínculos afectivos.  Hablo de relaciones que sostuve pese a todo.  Relaciones que sufrí dem

Los desposeídos, de Úrsula Le Guin.

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Durante la cuarentena dos queridas amigas me regalaron la novela Los desposeídos, de Úrsula Le Guin. Tiempo después me contaron, con cierta complicidad, que al saber que la historia giraba en torno a la creación de un mundo utópico, ideal, pensaron en mí. "Pensamos en vos", me dijeron, y yo estoy agradecida de que hayan hecho esa relación. Me gusta que mis amigas me sepan así, que me piensen como alguien que quiere y necesita que juntas cambiemos el mundo. Me gusta, incluso aunque entre en la categoría de la ilusa, la necia, la idealista. Otra cosa importante es que el regalo del libro coincidió también, y esto no deja de sorprenderme, con el momento exacto en que empecé a averiguar sobre la obra de Le Guin. Justamente en esos días había retirado de la biblioteca el mismo título.  Y fue por esos días raros que empecé a leerla, y desde entonces hasta ahora estuve entrando y saliendo de esa historia. De a poco. Me costó leerla. Ya conté en otras oportunidades que desde hace año

Esto que también es docencia

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Hay historias que merecen ser contadas. Historias cortitas pero que cuentan muchísimo. Historias como esta. Un día cualquiera te cruzás con una ex alumna. Hace mucho que no la veías y te alegrás un montón. Van a tomar un café y empiezan a conversar. Hay tanto para hablar. Hablan sobre maternidad, sobre el futuro, sobre la familia. Critican la meritocracia, conversan sobre educación. El tiempo pasa y la conversación no quiere terminarse. En algún momento te dice algo muy hermoso. Te dice que vos fuiste muy importante para que ella se animara a seguir estudiando.  Vos te emocionás, aunque también te da un poco de vergüenza. Cuando una ex alumna te dice algo así sentís que a lo mejor algo tiene sentido. Pero hay algo más, te dice, algo que quiere contarte, algo que pasó hace mucho tiempo. Entonces te cuenta una historia. La historia de una relación signada por el maltrato y la violencia, esa violencia que no se ve pero se siente en todas partes. Te cuenta que le costó, pero que finalmente

Romper el aula

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Ayer recibí el mensaje de César anunciándome que ya está haciendo las prácticas para ser profesor de lengua y literatura. A la noche, como si se hubieran puesto de acuerdo, un audio de Belén me cuenta una experiencia en el profesorado y me agradece el acompañamiento. Hay profesores que dejan huellas, me dice. Las palabras de mis ex alumnos llegan justo a tiempo, cuando más las necesito. Necesito que todo esto tenga sentido. Últimamente no estoy bien con la escuela.  Últimamente no estoy bien en la escuela. La escuela hoy no es para mí un lugar feliz. ¿Alguna vez lo fue? ¿Alguna vez la elegí? No lo sé. No sabría decir si existe la vocación docente, pero en tal caso no fue por ahí que llegué, estoy segura. No. A la docencia llegué casi de casualidad. Tenía veintipico cuando empecé a estudiar Letras en la Facultad y si alguien me preguntaba de qué iba a trabajar cuando me recibiera no sabía qué contestar. Estudié Letras porque amaba la literatura. Fue mientras estaba estudiando que supe q

Releyendo Antígona

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En el curso de cuarto año estamos leyendo Antígona, la trágica historia de la joven hija de Edipo. Los chicos se turnan para leer los parlamentos de los personajes y se entusiasman. En algún tiempo solía preguntar qué chica se ofrecía para un papel femenino y qué varones leerían a los personajes masculinos. Hace tiempo dejé de hacer esas preguntas tontas. _ ¿Quién hace de Antígona?_ digo. Levantan la mano, se entusiasman. Empezamos a leer. Ahí aparece su voz.  La voz de Antígona. Su voz, su reclamo, su fortaleza. Se ha escrito mucho acerca de la representación de la figura femenina en esta obra, e incluso en los últimos años se la ha revalorizado como un símbolo o como un emblema feminista. Por si alguien no conoce la historia, todo comienza con la muerte de los dos hermanos de Antígona en el campo de batalla, luchando uno contra otro. Eteocles muere defendiendo el trono de Tebas, en tanto que  Polinices muere dirigiendo al ejército enemigo. Ante esta situación, Creonte se hace cargo d

Voces

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A veces me pasa mientras estoy cocinando, o mientras converso con amigas, mientras elijo una ropa o mientras limpio mi casa. En medio de la más simple e insignificante de las acciones, aparece. La voz. una voz que me habla. Una voz, o dos o tres, quién sabe. Y no, no estoy desvariando. Se trata de una serie de sensaciones que me acompañan desde hace muchísimo tiempo y que son difíciles de explicar. Estoy segura de no ser la única. Estoy segura de que debe ser una sensación compartida por muchos otros. La sensación de escuchar una voz. Para ser honesta, no es precisamente el sonido de una voz, pero de todas formas la escucho y tiene un timbre, un tono, una intención. Esto que digo es contradictorio, ya lo sé. Es difícil explicar cómo funcionan las trampas y los artilugios de la mente. Una voz me habla desde alguna parte de la habitación. Sí, claro que está en mi cabeza, pero las pocas veces que tuve conciencia de su existencia, la sentí afuera de mi mente, detrás, o a un costado. Como s

Tic tac, la marquita en el tronco.

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Para ser sincera, nunca me obsesionaron demasiado las arrugas. Quizás sí otras cuestiones, algunas imperfecciones en mi piel, por ejemplo. Pero no las arrugas. Cada vez que veía a otras mujeres preocupadas, hablando de cremas, recomendando tratamientos, sentía que era un alivio que para mí ese no fuera un problema. Pensaba que, en definitiva, esas arrugas solo eran pequeñas huellas que nuestras expresiones dejan en la piel, nada más. Huellas en el mar. Las patas de gallo, por ejemplo, son parte de mí y de mi personalidad desde muy joven. Me río un poco y ahí nomás aparecen alrededor de mis ojos. Sin embargo en los últimos tiempos, no puedo precisar cuando, las sensaciones cambiaron. Mucho. Mi cuerpo, mi piel.  Cambian. Me miró al espejo, claro que me miro, y ahí están. Los veo. Pequeños pliegues que trazan surcos, caminos inventados sobre mi piel. Lo peor de todo son esas arruguitas alrededor de la boca. Son odiosas.  Porque son marcas del tiempo. Tic toc. Pum pum. Pasa otro año. Las a