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Mostrando las entradas de marzo, 2021

Salvarnos todos

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"Subiré al cielo, le pondré gatillo a la luna y desde arriba fusilaré al mundo, suavemente, para que esto cambie de una vez."            Raúl González Tuñón Llegamos al 2021 y cuando creíamos que el final de la pandemia estaba cerca, el virus sigue destrozando todo a su paso. Fuimos muchos los que hace un año depositamos nuestras esperanzas en las vacunas que en varios países se estaban fabricando. Sin dudas, pensábamos, cuando llegase la cura, íbamos a poder acorralar y aniquilar al virus maldito y nos íbamos a salvar todos. Todos. Pero eso no está pasando. No está pasando acá y no está pasando en el mundo. Porque resulta que la  vacuna tiene precio. Qué países acceden a ella y en qué cantidades depende de las posibilidades económicas de cada gobierno. Sé que esto que digo no es ninguna novedad y sin embargo necesito decirlo, verbalizarlo. Porque quizás, si lo repetimos varias veces logremos entender el horror que encierra, no sólo  la distribución desigual de la vacu

Somos esa memoria

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Vengo de una familia de militantes.  Mis viejos y gran parte de la familia  militaron toda la vida. Yo era muy pequeña, tenía cinco años, cuando la dictadura comenzó, pero de esos años tengo algunos recuerdos. Recuerdo, por ejemplo, la militancia clandestina en casa, y la cantidad de "tíos" que me presentaron y que entraban a mi hogar con todos los cuidados. Una vez uno de ellos me preguntó mi nombre "¿Cómo es que sos mi tío y no lo sabés?" dicen que dije. Recuerdo lo difícil que fue para mis padres educar en las ideas de justicia y solidaridad a dos pequeñas charlatanes que querían contar todo lo que sabían. Recuerdo las mentiras que debíamos aprender de memoria por si nos preguntaban en la escuela. Recuerdo los libros en doble fila, aquellos libros prohibidos de los que mi papá nunca hubiera podido desprenderse. Recuerdo las conversaciones telefónicas  encriptadas. Una vez, muchos años después, un familiar recordaba las charlas entre nuestras madres sobre "es

Volver a la escuela

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Y aquí estamos. De vuelta en las aulas. Tapabocas y máscara. Subo las escaleras y cuando llego mi nuevo sexto, en realidad  la mitad del curso,  la burbuja A, e stá afuera del aula, esperando que las porteras terminen de desinfectar. Después la prece los hace pasar a todos al aula y atrás en tro yo. Mientras se ubican t engo que pedirles a dos chicas que no se abracen. Me siento muy estúpida, les pido disculpas pero así es la cosa, qué vamos a hacer. También les digo a todos que se dispersen un poco, porque como es la costumbre mis doce estudiantes rumbean todos juntos para el fondo, en ese ritual escolar de siempre que hoy la pandemia estropea. Les vuelvo a pedir disculpas. Me siento mal por tener que separarlos, aunque no hay quejas. Están callados y tranquilos. No gritan ni se ríen fuerte. Por las ventanas muy abiertas entra un frío otoñal y muchísimo ruido de los colectivos. Saludo pero mi voz se pierde y no llega a mis alumnos. Sigo hablando y mis palabras quedan atrapadas e

El fin de este mundo

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  Esas cosas que una dice y no piensa. Esas cosas que salen de la boca así, sin medir consecuencias. _ y sí, es así, la humanidad va a destruir el planeta antes de pensar una nueva forma de habitarlo _d igo esto mientras hablo por teléfono con alguien_.  Tuvimos la oportunidad de ser mejores y lo estropeamos otra vez _la remato. La conversación sigue un rato. En cuánto cortó voy a retomar mis tareas cotidianas, pero tropiezo con la mirada inquisi dora de Juan. _ ¿De verdad los seres humanos van a destruir el planeta má ? Me lo pregunta y se nota que está preocupado. No pensé que podía escuchar y tomarlo tan en serio. Quisiera borrar todo lo que dije pero ya es tarde. Le digo que no, que nada que ver, que lo dije por decir nomás, que se quede tranquilo porque el ser humano no es tan tonto. Mientras digo todo esto pienso que en el fondo me gustaría tanto creerlo. La tarde sigue y Juan vuelve a su mundo de jueguitos virtuales y de videos por Internet. Pero la cabeza le sigue funcionando

El 8M

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En lo que va del 2021 ya hubo más de 40 femicidios. Cada vez es peor. Nos matan. Nos matan y nosotras seguimos gritando: ¡Paren de matarnos! Porque la violencia machista existe, existe de manera concreta. Porque no es un invento de las "feminazis". Porque lo vivimos cada día. Existe, y tiene su aspecto más atroz en cada femicidio, en cada travesticidio y en cada transfemicidio.  Sí. La violencia machista existe a tal punto que la empezamos a vivenciar, a sentir, desde que comenzamos a habitar este mundo. Porque cuando la denunciamos estamos denunciando un tipo de violencia que se comete contra nosotras de manera estructural y que condiciona nuestras decisiones, nuestros cuerpos y nuestras emociones. Es una violencia cotidiana, enraizada, naturalizada. Es una violencia que se nos va metiendo en el cuerpo y en la mente, y no se va más. Empieza con frases tan sencillas como "ayuda a mamá en la cocina" mientras los varones de la casa conversan. Y sigue con aquel señor

Crónica de un regreso

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Primera clase presencial con los chicos que no tuvieron conectividad.  Tapabocas, máscara, distancia. Las frases que más resonaron en el aula fueron "No la escucho" y "No te entiendo".  Tuve tres chicos. Conversé con ellos, con las limitaciones de la situación, y así les puse cara a sus nombres. Caras e historias. Familia enteras contagiadas, papás desempleados, chicos trabajando, corte en el servicio de Internet por falta de pago, chicos desanimados...  ¿Sí sirvió que yo este ahí? Supongo que sí. Algunos chicos pudieron desenredar un poco de lo que fue para ellos la cuarentena. Laura pudo comprar los textos para hacer los trabajos, Ariel prometió una vez más ponerse a trabajar y Leonardo dijo que ya está mejor. ¿Si me gustó verlos? Claro. Los que no entienden de docencia no saben lo que significa volver a estar juntos. Siempre emociona volver. Pero... Qué jodida que soy! No puedo terminar la historia ahí, no? Ya lo dije, volver ahora, en estas condiciones, es un er