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Mostrando las entradas de agosto, 2021

Por qué escribimos: el dedo y la palabra

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—Llevan mucha prisa  —dijo el Principito  —. ¿Qué buscan? — Hasta el hombre de la locomotora lo ignora —dijo el guardaagujas. Y un segundo rápido iluminado rugió, en sentido inverso. —¿Vuelven ya? —preguntó el principito. —No son los mismos —dijo el guardaagujas—. Es un cambio. —¿No estaban contentos donde estaban? —Nadie está nunca contento donde está —dijo el guardaagujas.  Y rugió el trueno de un tercer rápido iluminado. —¿Persiguen a los primeros viajeros? —preguntó el principito. —No persiguen absolutamente nada —dijo el guardaagujas—. Ahí adentro duermen o bostezan. Sólo los niños aplastan sus narices contra los vidrios. —Sólo los niños saben lo que buscan —dijo el principito .                            El Principito, capitulo XXII Es casi el mediodía y estoy cocinando. Escucho la radio, lavo un plato, pelo una cebolla, y entre una cosa y otra, enchufo la minipimer para procesar algunos pedacitos  de zanahoria. Apreto un botón y el aparatito hace lo suyo. Al rato tengo un monto

Alas

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La UBA, mi hogar

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Una vez, hace muchos años, llegué a la Facultad. El día que por primera vez anduve por los pasillos de Filo temblaba de emoción. Todo era inmenso, inabarcable para mis ojos ávidos y curiosos. Me había anotado en Teoría Literaria. Cuando entré me encontré con un aula gigante, enorme, repleta de estudiantes. Y ahí empezó la aventura. Esos primeros días fueron de puro asombro. Muchas veces antes me había sentido mal. Yo e ra un bicho raro, y los bichos raros pueden ser ignorados y también, molestados. Así fue siempre. Pero entonces llegué a Puán y allí  había muchas personas tan absurdas como yo, a quienes también les daba felicidad hablar de libros, de literatura y de lenguaje. En las clases de gramática escuchábamos a Kovacci y hacíamos chistes entre nosotros  sobre el esquema arboreo de Chomsky y decíamos que un día nos íbamos a hacer remeras con la frase: "La mesa come carne". Nos sentíamos parte de algo que era muy nuestro. La biblioteca de Puán, las aulas, cada clase

Lo que dure el encanto

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"Quiero un tiempo pero tiempo no apurado, tiempo de jugar que es el mejor. Por favor me lo da suelto y no enjaulado adentro de un despertador".                                     María Elena Walsh Desde hace un tiempo Juan empezó a llevar bolitas a la escuela para jugar en los recreos. Como antes, como hace dos años.  Un par de veces volvió feliz porque había ganado una meteorito y cada mañana se ocupó de guardar un par en el bolsillo de la mochila. Le pregunté si los dejaban jugar y me explicó que sí, porque cada uno después limpiaba con alcohol en gel las bolitas que se llevaba. No sé si pensé mucho en la pertinencia del juego. Sinceramente, y ya que el sistema los hizo regresar a la presencialidad en medio de la pandemia, me alegró imaginarlo jugando feliz. Hoy volvió con una nueva prohibición de pandemia. Prohibido llevar bolitas, las bolitas pasan de mano en mano, andan por el piso. No se puede, es peligroso.  _ ¡Maldita pandemia! _me dijo enojado.  Cuando empezó el año

Contarme y contarte, para construir nuevas voces

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Esa violencia...

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No es novedad, ya lo sé, la pandemia transformó nuestras vidas. El mundo cotidiano, nuestros afectos, nuestras prioridades. Todo se trastocó. Desde que empezó la pandemia cada día termina con una cifra fatal, una  cifra más o menos alta de personas que ya no están. A veces esos números nos tocan de cerca, a veces está el nombre de algún conocido, a veces... Desde que empezó la pandemia la muerte coquetea con nosotros, nos desafía, nos rodea. Nos ponemos tapabocas, lavamos objetos, rociamos todo con alcohol, no nos tocamos. Para escapar de la muerte y de su acoso. Desde que empezó la pandemia muchísimas personas perdieron su trabajo. Crecen y se reproducen por todas partes las manos que hacen changas, pizzas caseras, tejidos. Y se reproducen también las situaciones de depresión de quienes no pudieron con tanto peso. Desde que empezó la pandemia las escuelas se convirtieron en propuestas de cartón. La educación pasó a ser una virtualidad mentirosa y rudimentaria, y más tarde u