Desengaños

De pronto una diosa, tan bella y distante, pasea sus imperfecciones entre los mortales. Despechada, celosa. Su dolor la coloca ahora en un plano más humano. 

Yo creo que su canción, lejos de ser un himno, es una mezcla rara de algunas emociones que aprendimos a transitar obedientes sin saberlo.

No tengo ganas de juzgar. Hoy no. Creo que todas, o casi todas, pasamos alguna vez por ahí.


I.

El primer desengaño sentimental llega sin que entienda demasiado.

Tengo 24 años. Soy muy joven y me creo todo lo que me dice. Dice que me ama y que nunca me va a mentir.

Hace un tiempo que convivimos. Todo se apresuró cuando él se quedó sin trabajo y se vino a vivir a un garaje en el fondo de la casa de mis viejos. Yo creí que mi deber de mujer era bancar los trapos, algo así decía mi mamá, así que acepté la situación. Creo que el amor se me terminó al poco tiempo, pero no me paro a pensarlo. Acepto que esta es mi historia. Él parece frágil y yo prácticamente lo adopto sin preguntarme demasiado. 

Pero en algún momento aparecen las señales, y cuando descubro la traición, el dolor es intenso. 

Yo, que me jacto de tener tanta confianza, un día reviso y encuentro. Una carta en un cajón. Lo llamo al trabajo. "Encontré la carta de Adriana" le digo. Lo agarro desprevenido y me confiesa "No fue importante" y con esa frase de telenovela me confirma lo que imaginaba. Yo le contesto algo en el mismo tono y corto. Es increíble los lugares comunes que transitamos los seres humanos cuando de emociones se trata.

No fue importante. Eso me dijo.

No la conozco demasiado pero ahora la detesto. No sé por qué siento que ella también me traicionó ¿Me debía algún tipo de lealtad femenina acaso? Tengo su teléfono en mi agenda y una noche la llamo. Cuando atiende me quedo callada ¿Qué puedo decirle? Corto. Otra noche la vuelvo a llamar y otra vez me quedo en silencio. Me doy cuenta que esto que hago es absurdo y tacho el teléfono con un fibrón negro. Apreto fuerte para no volver a verlo.

Una tarde me acurruco en la cama de mi mamá y lloro mucho. No quiero contarle demasiado. Me siento culpable. 

Me cuesta volver a empezar, volver a dormir sola. Le digo "llevate todo" y él me hace caso.  Me dice que yo soy fuerte, que voy a estar bien, y se lleva hasta la tele que pagué en cuotas. Lo que sí me quedan son algunas deudas y además siento un gran dolor.

Mi hermana me hace lugar en su habitación por un tiempo. Una amiga me presta plata y termino de pagar lo que debo.

Pero el dolor me dura un tiempo largo.

No lo esperaba. Fue un puñetazo en medio de mi rostro. Me miro al espejo y no me veo. 

Me siento deforme. 

Me lleva varios años reconocerme otra vez, aunque todavía sigo dependiendo demasiado de la mirada de los otros.


II.

La segunda decepción me llega a los treinta. Debería tener las cosas más claras, pero no. Mi vida está complicada. Mi papá falleció hace poco más de un año y vivo con mi mamá. La casa es enorme, vieja, y hay mucho que resolver. 

Él parece muy seguro. Creo que nunca lo vi llorar, ni angustiarse, ni estar triste. A veces me cuenta detalles de su historia con su ex, a quién aprendo a detestar sin conocerla. Cada vez que puede, aclara que no quiere casarse, y si le preguntan pone cara de susto. La verdad es que yo tampoco me quiero casar con él, pero cuando le digo que lo que quiero es vivir sola, me hace una escena de celos. Yo pienso que eso es amor y me pongo contenta.

Hay días en los que preferiría estar sola, pero nunca se lo digo.

Tengo miedo de quedarme con mi mamá y con esa casa rota.

Así que otra vez acepto. 

Pero un día, otra vez, aparecen las señales.

Una conversación telefónica que se corta apresuradamente, justo cuando entro a la habitación, por ejemplo.

"Estuve pensando en lo nuestro" me dice una noche por Messenger. El final llega con el mismo descuido que sentí hasta entonces.

Y otra vez el dolor.

Esta vez el dolor es tangible, físico.

Algo en el estómago.

Como si una piña certera se hundiera en mi abdomen.

Me cuesta respirar.

Apenas si puedo comer.

En esos días empiezo a bajar de peso y me detectan un hipertiroidismo leve. "Es emocional" me dice la endocrinóloga y me recomienda empezar una terapia.

Todo cuesta.

Ir sola a una fiesta y tener que contar, que explicar. No ir y quedarme en casa. Mirar el teléfono una y otra vez esperando que suene y llegue una disculpa tan pero tan sentida e insistente que pueda sanar todo mi dolor.

Le cuento a mi prima. "No sé qué hacer, siento que no puedo respirar", le digo.

"Tres meses y vas a estar bien" me dice ella, "Vas a ver que un día te vas a despertar y vas a estar bien ".

Es verdad, a los tres meses estoy mejor. Pero esta vez me lleva más tiempo recuperarme del todo. 

Tardo varios años en volver a creer.

Tardo varios años en volver a amar.



Salir 

Como dije antes, todas o casi todas anduvimos por ahí.

Sentimos emociones horribles, destructivas. Envidiamos, odiamos. Nos vimos humilladas. Aceptamos situaciones que hoy nos avergüenzan.

Pero acá estamos.

Estamos aprendiendo y estamos juntas.

Salir de ahí, creo, supone entender varias cosas.

La primera, creo que la más importante, es darnos cuenta que en gran medida la historia de esos sufrimientos no tuvo que ver con el amor, sino con la construcción de una educación sentimental que nos fue inculcada para aceptar y sostener las situaciones que vivimos con nuestras parejas, como buenas chicas.

En segundo lugar, el amor no nos define, la pareja no nos define.

No nos sanamos porque volvemos a amar después de un desengaño.

Sanamos cuando podemos disfrutar de nuestra propia compañía; cuando podemos tomar mate, escuchar música o ver una película en soledad y sabemos que estamos bien.

Sanamos cuando podemos construir historia sin ser la mitad de nadie. Sin ser apéndices ni bastones.

Somos con todos nuestros sueños y deseos, esas son nuestras riquezas; y el amor, en esta instancia, no es mas que una compañía elegida, alguien con quien compartir el viaje.

Finalmente, ya lo sabemos, no todas las mujeres facturan, claro, porque además de la desigualdad de género cargamos con la desigualdad de clase. La lucha es por todas y para todas, o no es.

Porque de los dolores siempre salimos gracias a la solidaridad y al abrazo de nuestras hermanas.



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Comentarios

  1. Gracias, Clau. Pienso que el mundo se volvió diferente en muy poco tiempo y ya pasaron más de veinte años (aunque veinte años no es nada). Leo a Simone de Beauvoir y me digo a mí misma cómo alguien podía ver tan anticipadamente algo que luego ocurrió. Estoy de acuerdo. La canción de Shakira molesta, o es tomada como el barrilete de Celia Cruz, cada una o cada uno se siente identificada/o en ese duelo, en ese momento en el que te volvés la Mujer Maravilla de bombacha estrellada y te vengas, juntás la ropa del Judas de turno en el patio, le tirás combustible y sí, fuego y fuego nomás para poner en llamas y volver cenizas en esa ceremonia al dolor, ese (como decís) que hace que uno no se encuentre en el espejo. Después pasa. Después la vida vuelve y como decís, por ejemplo, estoy sentada frente a la compu, escribo, escucho música, te leo, es enero, estamos de vacaciones, el mundo sigue en guerra, pero el mate acompaña y tu lectura siempre se disfruta. Gracias. Un día de estos voy a escribir una canción para todos los malos que rodean las escuela, voy a crear una página que se llame "abrir la boca" y después me voy a calmar, voy a volver a ser la mujer detrás del monitor, reconociéndose en el reflejo mientras disfruta de un mate. Te quiero.

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    1. Guau! No sé ni por dónde empezar. Primero que nada, gracias infinitas por tu devolución tan cuidadosa y amorosa. De chica jugaba a ser la mujer maravilla y creo que fue uno de los poquísimos íconos de mujer poderosa y justiciera que tuvimos. Las imágenes que compartís son fuertes y creo que escribir es mi forma de prender fuego lo que me lastima y si es posible y se puede, lo que mas quiero es compartir mi combustible, porque nunca estuve más convencida de que lo personal es político y que abrir la boca nos hace mas fuertes. Te leo y te reconozco, y me llena de orgullo que una mujer maravilla como vos siga mis posteos. Abrazo!!!

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  2. Gracias Clau. Hay un texto de Daniel Link de hace muchos años, en el que habla del amor y cuenta cómo lo sorprende un día la reacción de su hija frente al final de una relación. Ella hace con la ropa de un Piqué una montaña en el patio y la prende fuego. Me hubiera gustado encontrar ese texto que es maravilloso pero la verdad, ni idea. Creo que era de un blog.

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    1. Sí, Daniel Link tiene un blog buenísimo!!!

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    2. http://linkillo.blogspot.com/2009/12/lo-que-importa-es-la-intension.html?m=1

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  3. No recordaba lo de la tele!!! Tremendo! Una genia tu prima, chica de experiencia me encantó!
    Cuánto aprendimos en aquellos años, no vale repetir los mismos errores.Muy bueno Clau

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    1. Por ahí no volvemos a pasar!!!💪💜 Abrazo y gracias!!!

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