Entradas

Hojas de diario uno: conexiones secretas

Imagen
Escribir.                               Escribir para mí Escribir para otras personas. Escribir para las otras que seré algún día. Escriban. Cada vez que puedo les recomiendo a mis alumnos y también a mi hijo. Escribí. Escribite. Un día te lo vas a agradecer. Un día vas a encontrar esos textos y ahí vas a estar vos, el que eras entonces. Te vas a encontrar entre esas páginas.  Lo olvidado, lo perdido. Todo va a estar ahí. Si no fuera por las palabras ¿dónde quedarían las historias, nuestras historias? En las hojas de varios cuadernos Gloria, entre los diez y los trece años escribí un diario personal. En ese diario, al que llamé cariñosamente "Paginitas Preciosas", registré pensamientos, opiniones, conversaciones. Con una letra desprolija y repleta de faltas de ortografía, escribí para mí, para la que fui, y aunque no lo supe entonces, escribí también para la que soy hoy. Durante ese período de mi vida, mi diario fue algo así como mi mejor amiga y a ella le entregué todas mis

Creando redes

Imagen
Tiempos de reencuentros. Tiempos de abrazos, de conversaciones largas y de carcajadas cómplices. Los encuentros con amigas. Eso estuve haciendo. En las últimas semanas me estuve reencontrando con muchas de mis amigas. Las cotidianas, las de toda la vida. Amigas. Encuentros y reencuentros gratificantes, felices y sobre todo, energizantes. Juntarnos con amigas es parte de un proceso de sanación que algunas comenzamos a recorrer no hace tanto. De verdad. No quiero sonar cursi, pero qué me importa, lo digo y lo repito hasta el cansancio: Creo firmemente que juntarnos con otras mujeres, amigas, compañeras, es una acción absolutamente reparadora. En estos años, especialmente desde el nacimiento de mi hijo, los lazos entre pares se volvió vital para mí. La solidaridad, la escucha, la contención, la complicidad que sentí hasta hoy, todo eso me resulta necesario para seguir adelante. Y este fue un descubrimiento, una revelación casi. Crecí escuchando a varones, y especialmente a mujeres, hablar

La máquina de fallar

Imagen
Nacidos para fracasar La imagen resulta impactante.  En medio de un salón que alguna vez fue blanco, un enorme  brazo robótico se retuerce para un lado y para otro intentando  juntar el líquido rojo que fluye permanentemente a su alrededor .  La pala que está en su extremo sube, baja y arrastra el líquido hacia su centro, una y otra vez. P ero, por más que lo intente, no puede evitar que el líquido vuelva a desparramarse. Finalmente, todo es un completo desastre. L as paredes, los pisos y el brazo robótico están cada vez más manchados. Can't help myself. No puedo evitarlo. Así se llamó esta instalación abrumadora  que funcionó entre 2016 y 2019 en el museo   Solomon   Guggenheim, en Manhattan, Nueva York. En un comienzo la máquina se  movía  con energía, saludaba a los visitantes que observaban tras los cristales y hasta se animaba a realizar unos movimientos de  baile para los espectadores. Sin embargo, con el correr de los días, de los meses y de los años, su entusiasmo comenzó a

Breve reconstrucción de nuestra educación sentimental

Imagen
Como si fueran las filmaciones de la cámara super 8 de mi papá, e stas son algunas de las escenas de ese mundo patriarcal que nos parió, nos crió y nos educó. A sí comienzan a surgir estas escenas . Autocine. Los padres de Carla y Mara van a ver una película de la que todos hablan, "Verano del '42".  No tienen con quien dejar a sus niñitas así que deciden llevarlas también, "igual se van a quedar dormidas" dicen. Pero las pequeñas no se duermen nada y ahora ambas están atentas a la escena en la que Hermie y Dorothy hacen el amor. Mara pregunta y la mamá le explica que los hombres a veces necesitan descargarse, porque no se aguantan, y que entonces Dorothy decide ayudarlo. Mara escucha con atención las sabias palabras de su madre. Carla tiene nueve años y está  sentada frente al televisor, en el sillón del living, todo muy setenta. Está viendo Soledad, una novela mexicana con Libertad Lamarque. En la pantalla, Margarita acaba de revelar que está esperando un hijo

Pedacitos de poesía

Imagen
Hay un arte que anda por ahí, creciendo. No voy a decir que está por todas partes, aunque quién sabe, todo depende del que sepa mirar y sea capaz de encontrarlo. La primera vez que pensé en todo esto fue una mañana, hace más de treinta años, mientras caminaba por las playas de Santa Teresita buscando caracoles. Estaba con mi hermana y por aquí y por allá, empezaron a llamar mi atención algunos caracoles con distintos tonos de lilas y violetas. Hundidos en la arena, eran hermosos, de colores intensos. Pero vaya uno a saber por qué razón, cuando los levantaba, estaban rotos en alguna parte. Me acuerdo que busqué un largo rato sin suerte y entonces, de pronto, vino a mi mente una frase: "Una chica busca caracoles en la arena". No tenía claro qué significaba pero pensé en poesía, y pensé también que un día, quizás, podría escribir algo sobre esa frase. Nunca lo hice hasta hoy, pero, por algún motivo el recuerdo sobrevivió al tiempo y quedó dando vueltas en mi memoria. Caracoles l

Sobre mi viejo en su día

Imagen
Mi viejo. Empecé este posteo escribiendo y borrando la primera línea al menos diez veces. Mi viejo era... no empieces diciendo lo negativo; no, tampoco; mmm... ¿te parece decir eso? Durante los últimos años de su vida lo cuidé poco, todo lo que se dejó cuidar. Acompañarlo al médico para que no mintiera los síntomas, aconsejarle, retarlo cuando se descuidaba. Pero me doy cuenta que durante años después de su muerte, lo seguí cuidando. Cuidé su recuerdo, su imagen, la opinión de los demás, mi propia opinión. Me llevó años poder decir/me todo lo que (me) hizo mal, y aún así me doy cuenta que cada vez que empiezo a contar, en seguida relativizo, atenúo, suavizo. "Me pegaba" digo "pero algunas veces, no siempre". Intentaré hoy contar sin filtros, lo que puedo y lo que me sale. Mi papá hablaba fuerte, y gritaba. Tanto gritaba y tan fuerte que nuestros amigos le tenían miedo, tanto y tan fuerte que, decía la sicóloga, de chica temblaba cuando me miraba enojado. Me

Traccionar deseos

Imagen
Traccionar el deseo ajeno "No podés estar permanentemente traccionando el deseo de los otros". Es una frase que me dijo mi hermana y me atrapó. Traccionar deseos. La frase es contundente. Me parece de una enorme precisión. En ocasiones hablamos de incentivar, de impulsar, pero ninguna de estas acciones describe claramente lo que significa traccionar. Traccionar. Me interesa la palabra porque evidencia el esfuerzo que conlleva la acción. Traccionar deseos ajenos demanda un enorme esfuerzo. Más allá del trabajo físico, además de poner el cuerpo cada día, está este ejercicio que muchas mujeres realizamos cotidianamente, hasta quedar exhaustas. Somos como naves empujando, aunque a veces se trate de vehículos encallados en el barro, o de barquitos atascados en un río de aguas bajas. ¿Qué es lo que empujamos? Empujamos los deseos de los otros. Hacia adelante. Traccionar en la escuela Eso hacemos. Traccionamos. Conversando con otras colegas, me dicen que hay que evidenciar

Música en el aula

Imagen
Ayer a la mañana me enteré que un grupo de chicos fue a quejarse con la directora porque los reto mucho y que me quejo si llegan dos minutos tarde. No pienso detenerme en justificaciones ni en ningún tipo de autodefensa. Si perciben que esa es mi actitud hacia ellos, es una vivencia que no es fácil cuestionar.  Las relaciones en el aula son un misterio, no siempre funcionan como quisiéramos. Hay cursos en los que todo fluye y otros en los que todo se estanca. Bueno, así fue el día de ayer. Volví enchinchada, decepcionada, pensando en que a veces mi trabajo no me gusta y que por suerte pronto me voy a jubilar. Pero hoy fue otro día. Otro curso. Otra relación. Hoy leímos cuentos. Los cuentos que más disfruto, los cuentos escritos por ellos y ellas. Hace tiempo atrás conté algo sobre Paula. Paula es la protagonista de "Mi música es para esta gente", un cuento hermosísimo de Daniel Moyano. Paula es una niña casi adolescente bella y rebelde que sufre la violencia de su padre y la

Tristeza áulica

Imagen
Abro El Diario de Ana Frank. _ ¿Leyeron hasta dónde les pedí?_ pregunto. Nada. No hay respuesta. No leyeron. _ ¿Alguien pudo leer? Cuatro chicos y chicas levantan la mano. Les propongo leer en voz alta. _ ¿Alguien quiere leer? Nadie. Este curso me viene costando. Mucho me está costando. Difícil la relación. Difícil construirle sentido a mi trabajo. _ Leo yo y si después tienen ganas sigue cualquiera de ustedes. Empiezo a leer y les juro que me enamoro de cada palabra, de cada frase, de cada pensamiento. Esa pibita supo contar su historia pero también reflexionó sobre la guerra, el encierro, la mujer, el amor, la literatura. Anita. De pronto una voz me interrumpe. Un estudiante del fondo con su mano levantada. _ ¿Puedo preguntarle por qué eligió este libro? Siento el golpe. Le digo que me conmueve su historia y me emociona su lucidez. Entonces toma la palabra su compañera y asesta el segundo golpe: _ A mí no me conmueve. No me pasa nada con lo que leo. Duele. Yo amo e

La escuela rota

Imagen
Érase una vez el frío Cuando estoy yendo para el aula de sexto leo los mensajes en el celular. La preceptora y la profesora de la hora anterior me avisan que los chicos están abajo, en el patio.  Cuando bajo me encuentro con varios cursos, cuatro o cinco grupitos por aquí y allá. Es un día frío pero el sol los cobija.   Están ahí, a la intemperie, porque afuera el sol abriga más que las paredes del aula. Yo vengo de dar clases y tengo las manos congeladas. Justo en esa ala de la escuela no entra una gota de sol. No te imaginás el frío que hace en un aula.  Pensá en una habitación en la que todo es frío: cemento, chapa, baldosas, bancos. No hay cortinas, ni alfombras ni nada. Pensá que esa habitación está vacía horas y horas. A veces el viento se filtra por las fisuras de las puertas o de los ventanales, a veces se llueve en algún rincón. Pensá que los chicos entran a esas aulas heladas a primera hora de la mañana.  Ahora te pido que pienses algo peor. Pensá que en esas aulas no hay es

Contrastes

Imagen
Repaso Durante la cuarentena, leí o escuché, no recuerdo bien, algo que me pareció muy significativo. Resultaba ser que cuando se le preguntaba a cualquier persona qué cosas extrañaban de la vida antes del covid, la mayoría mencionaba momentos absolutamente simples y aparentemente banales: un mate entre amigos, una reunión, un abrazo.  Es raro. Vivimos intentando llenar nuestras vidas de momentos épicos, gloriosos. Pero cuando hablamos de elegir momentos felices, nos quedamos con los más cotidianos. Me acuerdo que durante la pandemia hice un pequeño listado de esos momentos entrañables. Ir a la plaza con Juan y las mamis de la escuela, ir al teatro con mi grupo de profes amigas, los mates charlados con mi amiga del alma.  Esas cosas extrañaba. Pienso en esos días de encierro, en la nostalgia. La cuarentena me dejó algunas buenas experiencias. Fueron días de mucha introspección. Leer, escribir, grabar alguna poesía. Pensar. Fue interesante y lo disfruté. Ese fue mi lado B de la cuarente