Tristeza áulica

Abro El Diario de Ana Frank.

_ ¿Leyeron hasta dónde les pedí?_ pregunto.

Nada. No hay respuesta.
No leyeron.

_ ¿Alguien pudo leer?

Cuatro chicos y chicas levantan la mano.
Les propongo leer en voz alta.

_ ¿Alguien quiere leer?

Nadie.
Este curso me viene costando. Mucho me está costando. Difícil la relación. Difícil construirle sentido a mi trabajo.

_ Leo yo y si después tienen ganas sigue cualquiera de ustedes.

Empiezo a leer y les juro que me enamoro de cada palabra, de cada frase, de cada pensamiento. Esa pibita supo contar su historia pero también reflexionó sobre la guerra, el encierro, la mujer, el amor, la literatura.

Anita.

De pronto una voz me interrumpe. Un estudiante del fondo con su mano levantada.

_ ¿Puedo preguntarle por qué eligió este libro?

Siento el golpe.

Le digo que me conmueve su historia y me emociona su lucidez.

Entonces toma la palabra su compañera y asesta el segundo golpe:

_ A mí no me conmueve. No me pasa nada con lo que leo.

Duele.

Yo amo ese libro. Me fascina. Lo leí cuando tenía 13 años y fue trascendental en mi vida.

Ana es una niña de la edad de ellos que quiere ser libre, que se pelea con la mamá, que se enamora, que se ríe y se entristece como cualquier adolescente y a la vez reflexiona tan agudamente sobre  el mundo que la rodea.

Pero ellos dicen que no les transmite nada.

¿Cómo es posible?
¿En qué estoy fallando?

Quisiera poner la responsabilidad en ellos. Quisiera decir que el desinterés es producto de la realidad.

Pero no me lo creo.
Sé que no lo logré y eso es todo.

A veces sucede.
No llegué.

Me viene el recuerdo de  una experiencia increíble que tuve hace unos años con este libro, también con un quinto. Mis alumnas, eran todas chicas, prepararon una clase especial para un sexto grado de primaria. Tuvimos unas clases apasionadas y bellas.

Pero hoy no logro nada.

Todos los grupos son distintos. Y la interacción en el aula es única e intransferible.

Hoy no fue.

Tristeza.

Escribo esto solo para contar, nada más. Para que las palabras me ayuden a pensar y para que alguien me lea y me acompañe, o quién sabe, quizá se sienta acompañado en su propia tristeza.

Es tiempo de ir cerrando etapas y pensar en nuevos comienzos.


Comentarios

  1. Porque siempre nos cuestionamos en que estamos fallando?somos los únicos en todo este enredo?

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  2. Ay Clau, qué interesante lo que decís, qué difícil conmover, se juegan tantas cosas!!! Mas que falla de tu parte hubo un intento de encuentro que no se dió, a veces pasa eso...

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  3. A veces pasa... presto muchos libros que no llegan a terminar..."me quedo dormido", " me aburre", " no me llama la atención"...y seguimos probando con otros.
    Les cuento que hay ciertos libros que hablan de tiempos distintos, de personas distintas, de lugares distintos que a veces parecen lejanos y otras no pero que la escuela es un buen lugar para conocerlos.
    Hoy este mismo que nombras fue a parar a la canastita de recomendados de la semana por un chico de 3ro.
    No siempre ni con todos...

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    1. Es cierto. Qué hermoso la canasta de recomendaciones!!!

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  4. No sé por qué la tristeza. Toda invitación a pensar se agradece. Me hiciste acordar el final de la película La clase (Entre los muros) de 2008, cuando una alumna le da una lección de humildad al profe.

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    1. La tristeza es porque no pude. Eso. Ya estoy re sacudida de lecciones de humildad!!!

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