Hasta qué el fuego nos reúna

Todo empieza con una conversación banal, intrascendente. Esto y aquello, y entonces una vez más, llegamos al feminismo. 

Así son últimamente todas las conversaciones con mi hermana: cualquier tema nos lleva inexorablemente a hablar de feminismo.

Necesitamos hablar, saber. Necesitamos entender qué nos pasó en la vida, qué nos pasó en realidad cuando creíamos que nos pasaban otras cosas.

"¡Maldito feminismo!" decimos cómplices y nos reímos. Estamos descubriendo juntas.

Esta mañana, entre mates, empezamos a hablar de libros. Opiniones y recomendaciones. Llegamos así a Madame Bovary y a Ana Karenina, dos grandes libros que abordan problemáticas femeninas. Dos joyas escritas por brillantes y geniales hombres. 

Literatura sobre mujeres escrita por hombres. Bellas y trágicas obras.

Empezamos a hablar de Sofía, la esposa de Tolstoi, su Kitty. Elucubramos cuánto de su propio talento hay en la obra de su esposo.

Entonces surge otra Emma que no es Bovary sino la Emma de Jane Austin. Ahora nuestra charla sigue por este camino. Estamos buscando nombres, mujeres que escriben sobre mujeres. Gioconda Belli, Rosa Montero aparecen en la lista. Y otras, Isabel Allende, Laura Restrepo. Ahora seguimos más atrás, seguimos excavando en las profundidades buscándonos. Silvina Ocampo, Virginia Wolf. Mi hermana se acuerda de un nombre y lo arroja sobre la mesa: Juana Gorritti.  Nos acordamos de un libro de Marta Mercader  que tenía mi mamá, "Juana Manuela, mucha mujer" se llamaba. A dónde habrá ido a parar. La busco en internet, escritora, periodista del siglo XIX, luchadora, defensora de derechos. 

Repaso mentalmente la lista de escritoras que nombramos y entonces, como si nada, me cae una ficha: "¿Sabés que? Ahora que lo pienso, no me acuerdo de haber estudiado a mujeres escritoras en la Facultad".


Es verdad,  hace tiempo que desde distintos sectores del feminismo se intenta demostrar que las mujeres estamos  prácticamente borrada de la historia, de la literatura, de la pintura, de todos lados. 

Pero no es lo mismo saber que comprender, no es lo mismo cuando lo vemos enredado y cimentado en nuestra historia personal. 

Para que se entienda, en mi carrera leí mucha literatura, mucha, durante muchos años. Y de todos esos años, a duras penas recuerdo una autora, una poetisa, Olga Orozco, que me fascinó. No tengo ningún otro registro en mi memoria  de haber estudiado la obra de alguna mujer.

Para confirmar o refutar mi sospecha, le escribo a una amiga con quién cursé en aquellos años. Espero que su recuerdo rectifique el mío, pero en lugar de eso recibo su respuesta: "¿Sabés que tenés razón? Estoy tratando de acordarme y no me viene a la mente ninguna mujer". 


Parece que entonces es cierto. En mi formación académica no hubo prácticamente mujeres escritoras. 

Hay sí, muchas historias protagonizados por mujeres, escritas por hombres claro. 

Los hombres de la literatura nos cuentan.

Y mis docentes mujeres que como los docentes varones reprodujeron el mismo patrón: literatura sin mujeres.

Porque claro, el patriarcado nos atraviesa a  todos y a todas, estamos hechos y hechas por sus mandatos. Pero eso sí, nos silencia a nosotras, nos niega a nosotras, nos invisibiliza a nosotras. 

Para la Academia las mujeres no escriben. Y cuando lo hacen, aún hoy, sus obras son consideradas literatura menor. Novelitas con temas de mujeres para mujeres. Sólo eso.


Lo que más me sorprende de este descubrimiento es que no me haya dado cuenta hasta ahora. Quiero decir, una cosa es saberlo y que no me importe en absoluto, y otra cosa muy diferente es no percibirlo, estudiar cada día libros y más libros y no ver que ninguno de ellos está escrito por mujeres. 

Me sorprende la venda.

Literalmente, anduve a tientas, con los ojos tapados, y no lo veía.

No ver. 

No vernos en otras, no encontrarnos en sus palabras, en sus historias.

No vernos y ni siquiera buscarnos.

No vernos y no saber que no nos vemos.

Estar y ser ocultadas.

Como si nunca hubiéramos estado ahí.

Ocultar a aquella que escribió con un nombre de varón, ocultar a la que estuvo a la sombra de un esposo que firmaba por ella, ocultar a la otra con el desprecio y la injuria. 

Ocultar a la talentosa, a la creativa, a la artista.

Ocultarlas del mundo y de nosotras también.

Ocultarlas especialmente de nosotras.

Para que no sepamos, para que no nos enteremos que podemos ser talentosa y creativas y artistas. 

Y transitar entonces en la oscuridad, tropezando, estirando los brazos para palpar y buscarnos.

Para encontrar a Úrsula, a Simone, a Griselda, a Liliana y a tantas otras. 


Hasta que el fuego empiece a arder y destruya todo.

Hasta que el fuego nos ilumine y nos reúna.

Hasta entonces...

Somos ese fuego.






Comentarios

  1. Invisibilizar a la mujer para "ocultarla de nosotras", no lo había pensado!!. Es genial tu reflexión!!!!

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    1. Gracias! Eso creo, borrarnos para que no nos reflejemos en ellas.

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  2. Muy buena reflexión Clau.
    Yo también me doy cuenta últimamente, la ausencia de la mujer en otros espacios. Cómo la ausencia del hombre como en los comedores comunitarios y tantos otros.

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    1. Es verdad, el hombre por lo general está ausente en los espacios de cuidado o en aquellos que se creen como espacios de se sensibilidad.

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  3. Hola, querida Azorada. En esta te re banco. Mi educación sentimental estuvo a cargo de Alcott, Montgomery y las hermanitas Brönté. Por eso, de grandecita, el 90% de mis lecturas son de autoras, tanto literatura como ensayo. Es cierto que a partir de 2015 y la Ola Verde con nuevo auge de los feminismos, las autoras cobraron más relevancia (imagino que los programas académicos ahora deben haber acusado recibo) Hemos visto personajes de Atwood en las calles! Una escritora es como una vieja amiga, entra, te saluda y una entiende perfectamente de qué está hablando. Ahora, es hora de que más hombres empiecen a leer a más mujeres también.

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    1. Claro, eso ocurre, las mujeres suelen ser leídas por mujeres. Estoy indagando acerca de cómo viene la mano en estos tiempos en la facu.

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    2. PD: En la fac conocí a Judith Buttler. Me re pegó y estoy hablando de al menos diez años antes del boom de Ni Una Menos, eh?

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