Milenaria, un cuento de otro tiempo

 Conté hace poco que últimamente ando revolviendo papeles viejos y recuerdos amarillentos.

 Ando reencontrando emociones pasadas.

 Como esta historia que hoy les comparto.

Es un cuento y se llama "Milenaria". Lo escribí en el año '87, cuando tenía dieciséis años. Lo presenté en un concurso literario que organizó el centro de estudiantes de la escuela y gané el primer premio, un ejemplar del libro "Relatos de un náufrago", de Gabriel García Márquez. Aún lo conservo, dedicado y firmado por el jurado, dos o tres profesoras de literatura, una de ellas, Noemí Correia, muy querida por mí.

Estuve muy orgullosa de haber escrito "Milenaria". Me gustaba mucho. 

Me gustaba escribir.

Después, con el tiempo, me volví más crítica y también más insegura.

Después de los veinte años dejé de escribir por mucho tiempo. Me refiero al sentido más placentero y necesario de la palabra.

Porque ciertamente trabajé con la escritura a lo largo de toda mi vida, como profesora de literatura, en algunos trabajos de investigación, dictando talleres literarios.

Mucho tiempo pasó.

Hasta que el deseo fue poderoso.

Y la palabra regresó.

Palabras, historias.

Durante mucho tiempo no quise releer estos cuentos antiguos, muchos de ellos nacidos de  algún taller literario. Me producían vergüenza,  me enojaban.

Eso pasa cuando se está aún de ese lado de la historia. 

Pero después, cuando atravesamos el umbral, cuando empezamos a mirar la propia historia desde este lado, todos eso que fuimos cambia de lugar. Miramos a quién fuimos con más indulgencia. Con ternura.

Milenaria es una historia que hoy recuerdo con mucho cariño. Era chica, me fascinaban las palabras grandilocuentes y necesitaba cargar de adjetivos todo lo que contaba 

Y todo eso hoy me hace sonreír.

Qué más puedo decir. No puedo evitar las relecturas de mujer adulta.

La relación que encuentro en el relato entre placer y dolor, entre la sensualidad femenina y la perversión, eso me impacta, ciertamente. Por eso digo que hoy no podría escribir igual, aunque quisiese.

Es raro lo que pasa, porque soy y no soy, no soy y soy.

Estoy tan lejos de esa niña y a la vez tan unida.

No sería capaz de escribir algo igual, y sin embargo, tengo en mis manos esas hojas desprolijas, llenas de tachones, escritas a mano o a máquina y puedo recordar perfectamente por qué escribí cada cosa y qué sentí cuando lo hice.

Soy y no soy.

Algo que surge en este cuento, bajo el absoluto hechizo de Julio Cortázar y Ray Bradbury, es ese tiempo desordenado, enredado.

Historias fantásticas, donde los tiempos y espacios juegan a desarmar la lógica.

En esa época no hubiese podido escribir ningún cuento realista aunque me esforzara mucho.

Pero, algo de eso hay.

¿Cuál es el presente y cuál es el pasado?

Es lindo hacerse estas preguntas porque leo esos papeles viejos y sospecho que mientras esas palabras sigan ahí, el mundo cortazariano será posible, pues esa niña existe en tanto la leo. Soy yo. Sí y no. Otro tiempo pero este tiempo. Otra pero yo.

Nada más por ahora.  Voy a seguir compartiendo estos cuentos encontrados y queridos.

Les dejo el link para que puedan escuchar el cuento. Es corto, dura seis minutos y pico. Pero recuerden que esta historia tuvo que atravesar muchos tiempos y espacios para llegar hoy hasta acá:


Milenaria, el cuento.




Comentarios

Entradas más populares de este blog

Una soledad propia

Como sapo de otro pozo

Yo, docente

Cien años de amor

Los lápices ayer y hoy

Araceli

Hasta siempre Rafa. La voz y el alma.

El vulgar irreverente

Final

Pedacitos de poesía