Frío

Frío.
Nada que hacer. 
Campera, bufanda, guantes, gorros, poleras, medias, ropa térmica, pullover.

Mi cuerpo tiembla, tirita, se acurruca, se contrae, se estremece.

Mi cuerpo vulnerable.

Si el calor es el despojo, el invierno trae esa fatal necesidad de acumular.
Frazadas, bebidas calientes, abrazos.

El problema está en que el frío deja a la vista las desigualdades, las asimetrías.
Las carencias, la pobreza, las miserias.

Ahuyentar el frío.

Ahuyentarlo como sea.

El frío siempre me trae recuerdos tristes. 
La que fui queriendo ahuyentar al frío.

Alguien que era yo en una casa inmensa, y alguien que era yo en una noche eterna y alguien que era yo en un abrazo helado.

Y el miedo siempre. 

El miedo y el frío, que un día se parecen.
Cuerpos que tiemblan, vulnerables.

Y el gesto desesperado de buscar calor en el fuego peligroso o en los brazos equivocados.

El gesto desesperado de buscar calor en el fuego equivocado o en los brazos peligrosos.

Había una vez una chica que tenía tanto frío, o tanto miedo, que buscó calor donde no había.

Frío.
Como una lluvia helada sobre un cuerpo desnudo.
Como una casa inmensa sobre un cuerpo pequeño.
Como un abrazo gélido sobre un cuerpo asustado. 

La que fui aún hoy sigue temblando.






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