Cuando el peligro acecha

"Que nos digan adónde
Han escondido las flores
Que aromaron las calles
Persiguiendo un destino
¿Dónde, dónde se han ido?"
         Victor Heredia

Cuando era chica y en la tele sólo había cuatro canales, disfrutaba mucho cuando pasaban documentales. Supongo que esa fascinación tendría relación con el descubrimiento de un mundo nuevo lleno de sorpresas.

Me gustaban especialmente los documentales que mostraban la vida de los animales en la naturaleza. 

Podían estar filmados en selvas, en desiertos, incluso en océanos. Eran momentos cotidianos en la vida de los animales, algunos pequeños, otros grandes y otros enormes. Una cámara los seguía y mostraba como buscaban comida, como cuidaban a sus crías, como cazaban.

Las escenas que más me impactaban eran las de cacería, por supuesto. Especialmente cuando la cámara se detenía en algún animalito que estaba por convertirse en presa. Una voz en off narraba los hechos, describía el peligro. 

Un ciervo quizás, o una liebre, bebiendo en un lago, distraídamente. De pronto un cambio casi imperceptible, algo en el aire, un leve sonido, una vibración. El animal percibe que algo acecha. Lo percibe en el silencio cercano. Su cuerpo entonces se pone rígido, está alerta, listo para huir o enfrentar al enemigo. 

Y entonces todo ocurría de golpe, de manera vertiginosa. A veces el animalito lograba salvar su vida, pero otras, caía en las fauces de su victimario.

Me daba rabia pensar que detrás de esa escena había alguien filmando sin intervenir ante lo inminente. Ahora que lo pienso era como un reality pero de animales. 

En fin, hace días que me siento así, como los animalitos de los documentales. Frente al miedo y a la angustia surgen las sensaciones más primitivas. 

Hace días que siento el peligro en mi cuerpo. 

Mi cuerpo de pronto se enciende en alarmas. La piel se eriza y un escalofrío que nace en la nuca recorre cada una de mis vertebras. 

Y esa punzada en el estómago. 

Hace días que mi cuerpo está alerta. Tengo esta sensación de malestar en el estómago. Es una punzada aguda que aparece de golpe, como una trompada pero bien adentro del cuerpo, donde todo fluye para dar vida.

El enemigo está al acecho y lo único que se les ocurre es filmarlo, mostrar sus fauces, elogiar sus habilidades. 

Vienen.

____________________

Desde una pantalla la mujer habla de censura y de injusticia. Con pausas calculadas en la entonación exige igualdad de derechos. Derechos humanos para todos dice. Derecho a honrar a sus muertos, dice.

La mujer, desde la pantalla, dice muchas cosas y omite muchas otras. Omite decir que la mayor parte de los otros muertos, los que ella desprecia, son fantasmas sin tumba.

La mujer, desde la pantalla, omite decir que esos cuerpos, aquellos que ella desprecia, fueron escondidos, saqueados, ahogados, robados.

Fantasmas que, a falta de tumba, anidan en nuestra memoria colectiva.

 ________________

Hace un par de meses en la escuela leímos Antígona. Siempre me conmuevo cuando vuelvo a leer esos parlamentos. Me sorprende sentirla tan actual, con esa frescura que conservan las buenas historias. 

También me sorprende que en aquellos tiempos un hombre haya sido capaz de escribir esa obra, la de una mujer que se convierte en heroína.

Antígona, la joven hija de Edipo, desafía al poder de los hombres para que el cuerpo de su hermano reciba los honores fúnebres. Una y otra vez enfrenta sus propios miedos. La imagino en esa noche oscura, con su túnica blanca y su pelo negro al viento, arrodillada sobre el polvo, arañando la tierra para sepultar el cuerpo de su hermano. La veo, en mi mente, frente al rey, cuestionando su soberbia.

Resplandece.

En estos días pensé mucho en Antígona y en esas mujeres de pañuelo blanco que, igual que aquella, hace décadas enfrentan al terror para exigir el reencuentro con los cuerpos de sus seres amados. 

Madres y abuelas enormes.

Que nadie intente agraviarlas. Son las guardianas de nuestros muertos, de nuestra historia, de las identidades robadas. 

Son nuestras heroínas, son nuestras Antígonas.

Cuando el peligro acecha, ellas también resplandecen.


Comentarios

  1. Muy difícil poner en palabras lo que estamos viviendo, es increíble, como si nuestros jóvenes hubieran olvidado la historia y estuviéramos forzados a repetirla.
    Nunca Más.

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    Respuestas
    1. No son soló los jóvenes creo, ellos son los que dicen, hay otros que no hablan.

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  2. Tan así como lo decís Cla..tan así de doloroso, cierto y atrós.
    Cada quien es libre de creer lo que quiera y a quien quiera, aún en su victimario. Pero más cierto es aún, que hay victimarios que son solo la cara visible de corporaciones, buitres perversos que manipulan la comunicación para entrampar a sus victimas.

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