Lo que hago con el tiempo

Hace ya tres meses que dejé de trabajar y todavía no logro organizarme.

¿Cuánto tiempo esperé este momento? ¿Cuántas veces en estos últimos años soñé con pasar las mañanas enteras escribiendo y leyendo?

Me imaginaba serena, concentrada, disfrutando de ese tiempo tantas veces reclamado.

Pero la realidad, ay la realidad, qué diferente se nos presenta a veces.

La realidad es que escribo poco, leo poco, y sobre todo, no estoy ni serana ni concentrada.

Ya sabemos, pocas veces la fantasía se parece a la realidad.

 Eso me pasó con la jubilación y este tiempo libre.

El tiempo pasa, de pronto es el mediodía, o la tarde, y yo no entiendo en qué se fueron las horas.

Será que el tiempo libre se llena sin que nos demos cuenta?

Como esos estantes sin uso, o esos cajones desocupados, que un día son puro vacío y al poco tiempo rebalsan de cosas inútiles que no nos atrevemos a tirar: monedas viejas, un par de tornillos, alguna bolita, una banda elástica, un par de botones, unos lápices sin punta y hasta alguna anotación. Pequeños universos de objetos olvidados, descartados, que esperan la ocasión para regrear a nuestras vidas cotidianas. 

Todo se llena.

¿Y yo?

¿Qué hice durante todo ese tiempo? 

¿Con qué llené los estantes vacíos?

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Un estante.

Escucho y veo noticias, más de las que quisiera.

Porque todas, o casi todas, son inmensamente malas.

A excepción, en estos días, de la alegría que significó la inmensa marcha universitaria, esa suerte de milagro popular que logró reivindicar un poco a este pueblo que un día salió a la calle a abrazarse con desconocidos por un mundial y al otro día le dijo al prójimo "con la mía no".

Pero la marcha federal universitaria fue un límite. 

El futuro académico los pibes no se toca.

Nuestra historia académica tampoco. 

Nuestro orgullo de universidad pública y de calidad.

Nos reconocemos ahí.

Al menos ahí.

No en YPF ni en Aerolíneas ni en tantos otros espacios que quieren destruir.

Ya pasó una semana y todavía conservo a alegría de la calle repleta de pibes y de adultos defendiendo nuestro patrimonio. Estudiantes, docentes, personas que alguna vez pudieron acceder a la universidad, personas que no asistieron y se sienten orgullosas de que esas instituciones sean nuestras. Todos, saltando, gritando y cantando en la calle.

Me quiero quedar ahí, al menos un rato, porque si sigo pensando, sé que ya se metieron con todo lo demás. Y entonces sí, no vuelvo a escribir en mi vida.

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Y es que esta angustia que siento desordena todo.

La angustia no es igual que la rabia.

La rabia, la alegría, la nostalgia son emociones que atraen a las palabras, las acecan y las ordenan en la mente.

Pero la angustia no. La angustia es ese estante que se llena de trastos, fragmentos de recuerdos, pedazos guardados por si acaso.

La angustia es un desorden.

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Me dicen que no mire noticias, que no escuche, que no me amargue.

¿Cómo hago?

¿Cómo se hace?

Las noticias llegan igual.

Andan enredadas entre las piernas de los clientes en el almacen, viajan en el colectivo, se descuelgan de las vidrieras en los negocios.

Ahora mismo, mientras escribo, tengo el televisor en silencio porque en el Congres está comenzando la votación para el aniquilamiento de nuestro patrimonio, nuestros proyectos de país y tanto más.

Cada tanto miro.

Escribo y miro.

No puedo elegir si me entero o no.

¿Pero puedo elegir qué hacer con eso?

De eso se trata este intento, de poner palabras, de domar a la angustia, de limpiar los estantes o al menos animarme a escribir sobre ellos.

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Busco razones, intento de ordenar/me y entender/me.

Afuera, adentro.

Romper la cáscara y salir.

Mirar a los otros y entender.

Nadie está solo y por eso escribo. 

Para construir puentes, sogas, salvavidas, manos, abrazos.

Ayuda tan urgente y necesaria para poder romper las cadenas.

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Otro estante.

El mundo moderno puso de moda la palabra "procrastinar".

La primera vez que la escuché tuve que buscarla en el diccionario.

Dilatar, retrasar, postergar.

Es una palabra antigua que viene de latín y sin embargo no supe de ella hasta hace unos pocos años.

Casi como algo obvio, natural. Más o menos, pero hoy todos procrastinamos.

¿Te fijaste cuántas redes tendidas para pescar nuestro tiempo libre?

La tecnología, el consumo.

Todo organizado para que ese tiempo tampoco sea nuestro.

Mirás un vídeo, entrás a una discusión que una red social te muestra, mirás otro video, un tik tok, entrás al muro de un famoso, volvés a ver otro video, jugás un Kandy Crush.

Y el tiempo pasa.

Mirás el reloj y es hora de regresar a tus obligaciones.

Te robaron otra vez. 

Nos robaron otra vez.

Y ni siquiera nos dimos cuenta.

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Procrastinamos y nos llenamos de culpa.

Porque eso sí que lo aprendimos desde pequeños, a llenarnos de culpa y a creer que todo se debe a nuestras malas decisiones.

Y no es que trate de esquivar las responsabilidades personales.

Lo que quiero es reconocer las trampas.

¿Qué significa para nosotros hoy llegar a casa?

¿Qué significa descansar?

 Soltar el trabajo, dejar el mundo atrás.

No pensar en lo que nos rodea no pensar.

Relajarnos, distraernos.

A veces el mundo es tan opresor y tan violento que sólo deseamos salir de él un rato.

Y aunque no pretendas pensar ese tiempo en términos políticos, aunque digas que no te interesa "la política", aunque creas que en eso mejor no meterse, todo eso que hacés y sentís, esa rabia cuando te quedás si un mango; cuando resignás cosas; cuando te bancás el maltrato laboral, la precarización, los abusos; cuando te agreden en la calle; cuando sos víctima de la violencia social, todas y cada una son acciones políticas.

Entonces...

Llegar a casa y buscar una anestesia contra el mundo, también se convierte en una acción política.

Somos bichos políticos, horcos o no horcos, bichos políticos todos.

Planificamos como vivir, qué hacer con la plata, cuánto tiempo podemos, debemos o queremos dedicarle a nuestro trabajo y para qué.

Saber esto hoy para mí es vital.

Tenemos que crear resistencias, espacios propios, puertas invisibles para escapar de la trampa, redes para salir juntos.

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Perder el tiempo.

Qué frase.

¿Cómo es posible perder algo tan intangible, tan efímero, algo que ni siquiera podemos retener?

¿Y dónde se nos pudo perder?

Distracción, descuido.

Y después, debemos recuperlo.

Recuperar el tiempo perdido. Absurdo. Imposible.

Hacer rendir el tiempo.

Ganar tiempo.

Es fascinante el lenguaje. 

De pronto nos detenemos en una palabra, una frase, un giro.

Lo que decimos dice tanto de nuestra construcción social. Tanto.

Para el sistema nuestro tiempo es una inversión, una más. Tiene un valor y si no lo sabemos usar fracasermos.

¿Alguien se acuerda del juego de la vida? Ese juego de mesa en el que cada participante debía cumplir con ciertas metas en la vida para ganar?

Tirabas los dados y avanzabas por el tablero.

Tenías que estudiar, recibirte, ganar plata, invertirla, tenías que casarte, tener hijos. Y si cumplías todos los objetivos, podías ganar.

Pero si perdías, te esperaba un casillero que decía: "Bancarrota: te retiras al campo y te haces filósofo". Ir al campo a flosofar era lo que le esperaba al perdedor.

La filosofía es una pérdida de tiempo para este sistema.

Cualquier ciencia, disciplina, cualquier estudio que no produzca un rendimiento en términos materiales y económicos, es un fracaso.

Y de hecho, este gobierno se ha ocupado de hacérnoslo saber en varias ocasiones.

Reflexionar, contemplar, dudar.

Lo que ellos desprecian, lo que quieren eliminar, para nosotros es el camino. Es por ahí.

__________________________

Mi mente se pierde en otro estante.

Cuidar, organizar, contener.

A veces la maternidad me llena de angustias.

No es sólo el tiempo, es también lo que soy.

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Miedos y angustias en esta nueva etapa.

Todo lo que cuestioné sobre educación está ahí.

Vi a tantos chicos perder contra un sistema educativo expulsivo.

Lo conozco al sistema, y le temo, como madre le temo, como docente le temo, como ex alumna le temo.

Pero hay tanto que se mezcla en este estante.

Los útiles, la tarea, la comida que tiene que llevar, mis recuerdos.

¿Y si sólo se trata de permitir que camine solo? ¿Y si simplemente debería observar desde lejos? ¿Estaría bien eso? ¿O sería una pésima madre?

Quizás se trate de acompañar y de poner límites. ¿No sería entonces demasiado atenta?

Consejos no pedidos, miradas que desaprueban.

La culpa y el miedo es una combinación desastrosa.

___________________

Sigo pensando en esto de a culpa.

Hablamos mucho sobre la culpa, hacemos bromas, analizamos.

Intentamos siempre liberarnos de la culpa. Y finamente, una vez más, caemos en el abismo.

Culpa por no saber manejar mi tiempo.

Culpa por no escribir.

La practicidad del tiempo.

Sólo es posible alcanzar la redención si somos capaces de mostrar o demostrar en qué ocupamos el tiempo libre.

Con qué llenamos los estantes.

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Vuelvo de llevar a mi hijo a la escuela y regreso caminando muy  tranquila.

Entonces levanto la vista y veo.

Y me fascino.

Hace un par de días que me encuentro con estos amaneceres arrebolados.

Los estoy descubriendo. Nunca los vi, o los vi y no les presté atención. 

Lo insólito es que las fotos están tomadas casi a la vuelta de mi casa.

Lo insólito es que durante años y años anduve esa calle, la peatonal, en ese mismo horario, rumbo al trabajo. 

Pero con una sutil diferencia: durante más de diez años, hice la caminata hacia el lado opuesto. 

Quiero decir que durante más de diez años, salía a trabajar y estos cielos que hoy observo admirada quedaban a mis espaldas.

Quiero decir que habitamos espacios que no conocemos simplemente porque la rutina, el automatismo y la practicidad nos impiden mirar otras perspectivas. 

"Una mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundo
la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos"

Escribía la Pizarnik, que de estas cosas sabía un montón. 

Desaprender.

Desarmar.

No ganar ni perder tiempo sino simplemente transitarlo


Comentarios

  1. Es hora de reivindicar nuestro tiempo de horcos y sobre todo de horcas

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  2. La tarea de crianza o cuidado hace que tu tiempo ya no te pertenezca en totalidad. Entonces lo fraccionamos , lo distribuimos de la mejor manera, y lo atesoramos . Cuando nos encontramos con nuestro propio tiempo , es tan pequeño , que nos da la sensación permanente de pérdida .

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  3. Clau me quede pensando en ..Consejos no pedidos, miradas que desaprueban... cuando Pablo se jubilo la pregunta siempre era y ahora que hace y mi respuesta era nada , todos opinaban , pero que es no hacer nada ???? hacer los mandados , hacer la cama lavar la ropa cuidar al perro , buscar precios pagar impuestos etc es No hacer nada ??? solo para pensar sobre la productividad , sobre el ocio , sobre las ganas o no de hacer algo , besosssssssssssssss gracias por tus reflexiones , quizas sea momento de disfrutar del tiempo como se te de la gana

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  4. A mí me pasa igual Clau.

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