Sobre violencia machista y estructuras vetustas

Siempre decimos que lo personal es político. Y nada más político que lo que está ocurriendo. 

Porque esto no es un escándalo ni un chisme.

Esto es una aberración política, una aberración que no es nueva, que con otros nombres y algunas variables, se produce hace demasiado tiempo. 

Lo pienso como mujer de izquierda y feminista. 

Quiero decir, quizás sea necesario replantear todo.

¿Cuántos y cuántas veces votamos estos sapos?

Lo que hoy está en crisis es una forma de pensar la política y a los políticos. Lo que está en crisis es el lugar que ocupamos hombres, mujeres y disidencias en los proyectos y las construcciones colectivas.

Votamos al mal menor, un tipo que alardeaba de haber terminado con el patriarcado como si nunca hubiese existido la ola verde.

No nos ven.

¿Dónde estamos las mujeres en la política actual?

Un diputado besa en cámara los pechos de su novia. No sé dio cuenta, dice. 

Un ex gobernador es condenado por abuso sexual.

Un ex presidente acusado de violencia machista contra su ex esposa.

Un diputado se burla en pleno recinto de una diputada de la nación, llamándola "mi copito de nieve".

Y no olvidemos al presidente actual, ya reconocido por agredir a mujeres del periodismo y de la política. 

Golpeadas, manoseadas.

Putas, chicas tontas, amiguitas del poder. Así nos piensan y así construyen el entramado.

Pero así no somos. 

Así no.

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Un chat, un par de fotos, algunos videos salen a la luz y algunas viejas estructuras empiezan a temblar.

Las fisuras están a la vista. 

El edificio está vetusto, fue reciclado una y mil veces y podría caerse y hacerse añicos. Pero nunca termina de caer.

Me gustaría decir que al fin, que alguna vez iba a pasar y que las crisis son siempre la posibilidad de comenzar algo nuevo. Pero no me sale.

Desazón.

¿Y si no son ellos, qué? ¿Esto? ¿Esta abominación de hoy?

Quisiera creer, como decíamos en la pandemia, que de esto saldremos mejores.

Pero no me es posible. 

No si vemos como los monstruos se relamen, como frotan sus manos esperando el botín.

No si acá mismo, acá mismo donde estoy parada, no veo con quiénes ni cómo.

¿Cómo y con quiénes se construye lo que nunca fue inventado?

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La estructura política tambalea. Ya pasó otras veces. Le tocó a mi generación, en varias ocasiones, perder algunos sueños y convicciones en medio de esos terremotos.

Pero nunca se caen del todo. Las estructuras se reciclan, se reinventan, y mientras tanto algunos cambian de bando, saltan, escapan.

El problema no es para ellos, que siempre caen bien parados.

El problema es para la militancia, para las y los laburantes de la política, quienes creyeron, quienes creen. 

¿Por dónde continuarán con los sueños rotos?

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Y aunque la estructura tambaleante me es ajena, aunque no me representa, sé, que en su caída, nos está arrastrando también.

Como una suerte de daño colateral, el desastre se lleva puesta la credibilidad de los partidos de izquierda, de los progresismos, de las organizaciones de derechos humanos y de las feministas, obviamente. 

Mezclar todo le sirve a los chacales, por supuesto. Todos somos lo mismo, y esta es la demostración de nuestro contundente fracaso, dicen, mientras se relamen.

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La culpa de todo la tiene el feminismo, dicen los militantes de la política fosilizada. Demasiado progresismo, demasiado feminismo. No podía terminar bien.

Ellos, que se apropiaron de nuestras batallas, de nuestros reclamos y de nuestras conquistas. Ellos, que se vanagloriaron una y otra vez de "habernos otorgado" lo que nos pertenece a fuerza de movilizarnos, de discutir y de reaccionar contra una política patriarcal naturalizada y establecida.

Ellos, nos piden una vez más, que seamos nosotras las que rindamos cuenta. Dónde estuvimos, qué hicimos, en qué fallamos.

Es hora de empezar a preguntar dónde estuvieron ellos, los que construyen su cuota de poder en las estructuras políticas. Dónde estuvieron cuando un diputado hizo un chiste misógino, o cuando aquel otro comparó el resultado electoral con una violación en manada; donde estuvieron cuando el gobernador se sacaba una foto con el acusado por abuso. Sería bueno que alguna vez explicaran qué hicieron o dejaron de hacer ellos para llegar hasta acá.

Es necesario pensar y barajar de nuevo.

Porque no podemos construir un mundo diferente valiéndonos de las mismas estructuras que sostienen un poder enquistado, patriarcal, capitalista y extractivista.

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Para adelante.

Ay, cómo quisiera decir frases bellas y esperanzadoras. 

Pero no tengo idea de cómo seguirá todo esto.

Mientras todo sigue pasando, pienso algunas cuestiones, pequeñas pero concretas:

Siempre creeré en la palabra de una mujer que denuncia, no importa quién sea ni el lugar que ocupe.

No voy a responsabilizar a las otras cuando los hombres del poder son los responsables. Siempre es más fácil culpabilizar a otras mujeres. Para ellos somos Eva ofreciendo la manzana. 

Nuestras luchas son nuestras y nuestras son las conquistas. No importa cuando leas esto, las luchas populares no le pertenecen a ningún poder de turno.

Votar el mal menor sigue siendo votar el mal.  Varones con poder sosteniendo las estructuras fosilizadas de este sistema.

Es necesario seguir defendiendo nuestras conquistas, hoy más que nunca, y cuidar a las otras.

Cuidarnos.

Necesitamos construir nuevas formas de hacer política. Transversales, inclusivas, solidarias. Porque nuestra lucha, finalmente, debe ser para dar a luz un sistema verdaderamente justo para todos y todas.

Hoy mas que nunca, el feminismo.