Fotos viejas

Un cuerpo sentado en el piso en una foto

Un álbum de fotos viejas, fotos familiares de otro tiempo.

Un álbum no es igual que mirar fotos sueltas.

Un álbum se abre y se recorre.

Hace mucho tiempo, alguien organizó el camino.

Mamá, papá, jóvenes.

Mi hermana y yo, pequeñas.

campo, playa, fiestas.

Sonrisas.

¿Qué emociones y recuerdos se mueven en este recorrido?

¿En qué lugares me detengo y por qué?

Algo me cautiva.

El cuerpo de mi mamá.

Primera impresión: mi mamá sentada en el piso, en el pasto, mirándonos a nosotras, sus hijas.

Fascinante.

No tenía ningún recuerdo  de mi mamá sentada en el piso con nosotras.

Para cuando empiezo a registrar en mi memoria, mi mamá evitaba sentarse en lugares muy bajos, de los que apenas podía levantarse y siempre con muchísima dificultad.

El piso era el lugar en donde se caía, en donde su cuerpo se desplomaba cuando perdía el equilibrio.

Pero el piso nunca era un lugar en el que eligiera estar.

En la foto veo sus manos entrelazadas, rodeando sus rodillas mientras nos mira jugar. Un gesto tan simple ¿no? Como si su cuerpo aún no doliera, como si su cuerpo aún no pesara.

Esto es importante para mí.

Un pequeño hallazgo.

Porque ahora mismo descubro algo y es que siempre sentí que mi mamá nos daba su amor "a pesar" de su cuerpo. No es que alguna vez me haya detenido a reflexionar sobre esto, sino que era más bien una verdad sabida. El cuerpo de mi mamá era en mi infancia una barrera que nos impedía hacer muchas cosas: mi mamá no podía auparme cuando lloraba, ni podía agacharse para limpiarme la cara o darme un beso.

Y tampoco podía jugar conmigo en el piso.

Si me detengo a pensar un rato, hasta puedo volver a sentir su mano apretando mi brazo pequeño cuando caminábamos por cualquier lugar.

El cuerpo de mi mamá era frágil.  Se podía caer y romper. Para mí, era todo lo que no se podía.

Pero me encuentro con estas fotos, y me parece que mi mamá nos amó con toda su corporalidad.

Y no es sólo porque la veo sentada en el piso, en esa acción tan cotidiana para cualquier mamá, pero tan novedosa para mí.

No es sólo por la postura relajada y placentera de alguien que parece estar disfrutando.

No es sólo porque en las fotos siguientes juega con nosotras, sentándonos en su regazo.

No es sólo por todo eso que veo en las fotos pero que no recordaba, sino porque me doy cuenta de lo importante que fue en mi infancia, en mi vida y en mi historia la presencia de mi mamá con toda su corporalidad enclenque, destartalada y siempre presente.


Mas fotos

En las fotos siguientes las manos de mi mamá nos sostienen y en esas manos y en su mirada hay una ternura que sólo ahora que soy madre comprendo tan bien.

Y hay una familia. A veces me olvido. Los años erosionan los vínculos, y también los recuerdos.

En las fotos falta mi papá, aunque está su sombra. Está detras de la cámara, como siempre. A mi viejo le fascinaba filmar y sacar fotos. 

Pienso que eran momentos felices. Pienso que estaba retratando una vida que le gustaba y que quizás hubiese querido eternizar. 

Pienso,  también, que fue a él al que más le costó entender el deterioro de mi vieja, de su cuerpo.

Muchos años después, cuando mi mamá ya había empezado a usar silla de ruedas, mi viejo se sentó unas cuantas veces a hablar con mi hermana y conmigo sobre el tema. Teníamos que ser fuertes, nos decía, y empezar a asumir lo que iba a pasar, porque el deterioro iría en aumento y un día llegaría el final. 

Mi hermana y yo, que ya éramos adultas, escuchábamos sus miedos en silencio, y sin decirnos una palabra, sabíamos que mi mamá viviría muchos más años que él.


El tiempo 

Pero en las fotos todo eso no estaba aún, no pasaba.

Últimamente me resulta muy curiosa la lógica con la que funciona el paso del tiempo.

Me pega bastante mal.

Haber cruzado la barrera de los cincuenta, la pospandemia, la menopausia, qué se yo.

Me pega mal.

Necesito ser en este tiempo.

Necesito dejar registro.

No quiero que todos en el mundo olviden a mi mamá con su cuerpo en plena resistencia, y a mi papá retratando esos momentos.

No quiero.

Me pregunto quiénes somos. De verdad.

Si alguien ve estas fotos viejas y me pregunta quién es esa nena pequeña, ¿podré decir que soy yo?

¿Soy yo? ¿O fui yo?

¿Sigo siendo, en alguna parte de mi historia esa que fui?

¿Seguiremos siendo nosotros cuatro, esa familia que aparece en la foto?

¿O seremos aquella familia en la que mi mamá usaba silla de ruedas y mi papá explotaba de furia?

¿Las dos?

¿Podemos ser una y otra aunque se opongan?

Y si es así ¿Soy también la que seré?

¿Soy un cuerpo ausente algún día, como el cuerpo de mi mamá?

En los momentos en los que la existencia es un agujero negro, quisiera creer en Dios, pero me parece que ya es tarde.

En esos momentos, siempre lo digo, me salva la palabra, el registro.

Esto que estoy haciendo.

Como encontrar fotos viejas de mi familia; como encontrar cartas, tarjetas, confesiones.

Supongo que así se escribe la historia.

No la de los próceres, sino la otra, la de las personas.

Supongo, no estoy segura de nada.

Quién sabe.

Quizás, en un rato, yo misma sea ya otra persona y todos estos sean tan sólo recuerdos.


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Comentarios

  1. Muy bello..somo recorrido,somos memoria que hoy es presente y mañana..quien sabe..pero tenemos testigos, esos que nos trascienden y nos daran vida..recordando fondo.y.figura con su.sentir..

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  2. Leo cada cosa que escribís, me encanta recorrer cada sentimiento, cada espacio/tiempo con estas lecturas, cómo esta, que nos llevó al pasado, a tu historia... Realmente te admiro!

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  3. Me encanta esa manera de hacernos llegar lo cotidiano,lo simple,de una manera tan bella

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  4. Me conmovió muchísimo , gracias por compartir.

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