Qué fantástica esta fiesta!

Desde que me enteré de la noticia no puedo parar de cantar las canciones de Raffaella.

No sé si a ustedes les pasa también, pero hay algo increíble que me sucede con la música.

La música a veces trae aromas, gustos,  imágenes de otros tiempos.

Son los '70.
Estoy en mi habitación con mi hermana y mis dos vecinas de enfrente. En el tocadiscos una canción suena a todo volumen. Nosotras nos reímos fuerte mientras cantamos y bailamos.

Suena el estribillo y nuestras cabecitas cuelgan hacia abajo para tomar impulso, las puntas del pelo casi rozan el piso de madera, un parquet gastado y opaco, y entonces con un fuerte envión todas al mismo tiempo levantamos nuestras cabezas de golpe, sin dejar de cantar a los gritos.

Sentimos toda la adrenalina junta y nos reímos fuerte.

Somos muy chiquitas y nos encanta Raffaella.

Nos encanta cantar y bailar sus canciones.

La admiramos.
Es hermosa, con esos vestidos llenos de lentejuelas y muchos brillitos.

Tengo en mi mano un micrófono de juguete que me regalaron para el día del niño y me encanta imitarla.

Raffaella parece una amazona, una guerrera.
Es como la mujer maravilla pero en rubio.

Las canciones de Raffaella son pegadizas y las cantamos a los gritos.

A esa edad todavía no sé ni entiendo muchas cosas.

Por ejemplo, todavía no me entero de que la letra original de "Hay que venir al sur" es "para hacer bien el amor" pero como estamos en dictadura la letra es censurada. Para los militares parece que es malo que una mujer cuente que hace el amor y entonces queda "para enamorarse bien".

Tampoco sé qué pasó con Luca ni qué tiene que ver el desconocido. 

No entiendo muchas cosas pero me gusta bailar y cantar sus canciones.

Por esos años de represión y falsas moralina, miramos muchas novelas en las que las mujeres sufren y padecen cuando se entregan al amor.

Pero esta rubia, en sus letras, habla de otro amor, un amor que no es triste ni culposo, un amor que es alegría, que es placentetero y que se puede bailar.

El amor que es una fiesta.