Desde los bordes

 Todavía siento la emoción que queda impregnada cada vez que sucede uno de esos encuentros multitudinarios, festivos, solidarios.

 Porque cuando la angustia es tan fuerte, cuando vienen por nuestros derechos, cuando se burlan de nosotros, marchar es todo lo que está bien.

Nos encontramos en esa marea humana, nos abrazamos, disculpá si te empujé, permiso, sonrisas cómplices, ¿puedo sacarle una foto a tu cartel?, cantemos todos juntos, baile, emoción, aplausos, risas compartidas.

 Eso es una marcha.

 Es catártico y es sanador. 

Y sobre todo, es una respuesta política. 

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 Mientras camino veo una de las pancartas, es la de los peces organizados en cardumen. Cuando nos juntamos somos invencibles. 

 Esta marcha, quizás como fue el origen de aquellas del Ni una menos, se gestó desde los márgenes, en el corazón de quienes ya no pueden seguir perdiendo derechos. Ahí mismo.

 Nació  como respuesta al silencio de la dirigencia política. Silencio que es complicidad. 

 Y en las pancartas, y en las consignas, no faltó nadie: los estatales despedidos, los y las trabajadores del Bonaparte, la lucha de las madres, el reclamo por la aparición de Tehuel.

 Interesante lo que ocurre cuando corremos las divisiones, cuando nos miramos a la cara y descubrimos que nuestros reclamos se parecen y que nuestro opresor siempre es el mismo.

 Entonces sí, la lucha es una sola. 

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 Mientras los sindicatos y los dirigentes de los partidos hegemónicos especulan, calculan, negocian, en las calles empiezan a pasar otras cosas. Nos organizarnos.

 Hay que construir un nuevo proyecto. Algo que sea marrón femenino pobre gay trans lésbico y todo lo que se me olvida ahora. Hasta que no seamos mayoría en el poder, no habrá justicia. 

El cambio tiene que llegar de los bordes dijo Susy Shock.

Y vuelvo a pedir perdón, una vez más.

 Perdón por ignorar, por no saber, por no entender.

 Perdón por aceptar el silencio.

 Y gracias. Gracias por abrir nuestra lucha, nuestros cerebros, nuestros corazones. 

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¿Para qué vas a esa marcha si no sos gay ni lesbiana ni trans?

 ¿Para qué?

 Uf, para hacerle frente al fascismo. Para decirle al fascismo de mierda te vimos, no te escondas, estás ahí.

 Y está vez nos pusimos todos de acuerdo para señalarte.

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 Y es que no se puede pertenecer a una minoría discriminada sin entender las otras luchas.

 Sería una hipocresía. 

 Hoy le contaba a mi hijo de algunas situaciones muy feas que viví a lo largo de mi vida por el sólo hecho de ser judía.

 La cantidad de comentarios desafortunados, las situaciones en las que preferí no decir nada por temor, los tratos despectivos. Gente que no me conocía y que suponía cómo era. Gente prejuiciosa que se equivocaba.

¿Cómo podríamos reclamar unicamente por los derechos de las mujeres?

 ¿Cómo podríamos no vernos, no sentirnos?

 Tenemos que entender que, en definitiva, todas las luchas son una y que en ese mundo que queremos construir es necesario que todas todos todes seamos felices. 

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 El sábado me hubiese gustado mucho ir con mi hijo, pero las amenazas de una posible represión me acobardaron.

 No importa. Ya vendrán otras marchas.

 Ir a una marcha es una experiencia de empatía, de amorosidad y de esperanza compartida que nos transforma. 

 En las marchas hay camaradería.

 Las marchas nunca son peligrosas, peligroso es que repriman.

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 Nos hicieron responsables de la derrota, de su derrota.

 Porque reclamar un poco esta bien pero ya está, se pasaron, cansaron, nos dijeron, y por eso ahora tenemos el gobierno que tenemos.

  No es nuevo. 

  "Mirá cómo me ponés" es la frase que el abusador le dice a la víctima. Esa frase que una vez dimos vuelta y transformamos en aquel "Mira como nos ponemos" para poder denunciar, para poder contar. Mira cómo me ponés es eso, desplazar la responsabilidad propia en el otro y transformar a la víctima en culpable.

 Un presidente que culpabiliza a su esposa por su propia responsabilidad o irresponsabilidad durante una emergencia sanitaria. Una dirigencia política que echa la culpa de su fracaso a los movimientos de mujeres y disidencias. 

 Somos Eva ofreciendo la manzana. 

 Cansamos, nos dicen. Con tanto reclamo y tanta visibilización.

 Les molesta que haya tantas mujeres, lesbianas, gais, personas trans en todos lados. Y sin embargo, y esto es lo increíble, seguimos faltando en todas partes. Seguimos estando ausentes o escasamente representadas.

 Les molesta nuestra sobre exposición pero en cambio ni siquiera los incomoda la presencia casi absoluta de hombres en la historia, en el arte, en la ciencia, en la literatura, en la pantalla de televisión, en el cine.

Eso no molestó nunca.

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 Y les molestan nuestras risas, nuestras carcajadas. 

 Les molesta el brillo y la lentejuela.

 Les molesta el baile, el contoneo, la fiesta.

 Les molesta el placer, el desacato.

 Les molesta que salgamos, que nos hagamos visibles y que ganemos las calles.

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 De todo esto tiene que salir algo diferente. 

 A esta altura deberíamos entender que nada tienen ya para ofrecer los partidos hegemónicos. 

 ¿Podremos atrevernos a pensar un mundo totalmente nuevo?

 Transfeminista, antiextractivista, ecologista y sobre todo y muy especialmente, anticapitalista (hay que dar el salto, no alcanza con estar contra los modelos neoliberales)

   Si podemos encontrarnos en los otros, podemos finalmente entender que todos los reclamos concluyen en un sólo derecho: el derecho a ser felices, a vivir libres y plenos.

 Desde los bordes surgen vientos nuevos.

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