Ellos los youtubers

Cuando yo tenía la edad de Juan, me entretenía mirando la tele. Había sólo cuatro canales, o cinco, si teníamos suerte y podíamos enganchar el canal 2 de La Plata o si el viento soplaba a nuestro favor y rara vez podíamos ver el 4 de Uruguay. En esos pocos canales teníamos que estar pendientes de los horarios que tenían los programas infantiles que mirábamos. 

Después el mundo cambió, llegó la televisión por cable, después youtube, las plataformas, en fin, ahora cualquier chico tiene a su disposición una cantidad de opciones y de posibilidades enormes y a cualquier hora.

Y es con esta nueva situación que lidiamos los adultos de estos tiempos. Esta es la realidad que tenemos que entender, controlar, limitar, aceptar. 

Así es este tiempo. Y si en mi infancia los chicos veíamos los programas de las Trillizas de oro, o de Carozo y Narizota, o de Margarito Tereré, los pibes y las pibas de estos tiempos siguen a los youtubers. 

Los youtubers.

Los youtubers no se miran, se siguen. 

La diferencia está en que mirar es una de las tantas actividades que suponen seguir a un youtuber. Además hay que estar pendiente de los videos nuevos, darles like, comentar, jugar los juegos que proponen, comprar sus libros. 

Por lo general son chicos y chicas muy jóvenes; son de España, de Argentina, de México. Los youtubers graban sus juegos, sus videos, sus canciones, muchos de ellos ya tienen tienen varios libros publicados y muchos son famosos en el mundo. 

El vínculo con sus públicos es permanente y contundente. Y todo eso se potenció aún más con la pandemia y  con el largo año de confinamiento de los niños. 

Atrás quedaron aquellos días en los que sicólogos y pediatras planteaban que el uso de cualquier dispositivo era una amenaza para nuestros hijos si superaba las dos horas diarias. En el último año tuvimos que romper estructuras mentales (tuve) y aceptar que fue gracias a esos dispositivos que los chicos jugaron, bailaron, se rieron, crearon, se reencontraron y también, por qué no, las personas adultas de la casa pudimos tener algún tiempo propio. 

Es más, ante el desastre mundial que estamos atravesando, creo que muchos de los temores de los pequeños y gran parte del cansancio que les provocó el encierro, fueron canalizados (y capitalizados) por estos personajes. 

Es interesante el fenómeno comunicacional de estos pibes y pibas y del movimiento que generan. 

Me pregunto si cada uno de ellos, desde sus realidades, será consciente de lo que significan para tantos niños y niñas de distintos lugares del mundo.




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