Imprenteros y el regreso a casa

Anoche volví a soñar con la casa de mi infancia.

No es frecuente, pero algunas veces sueño con lugares que dejé de habitar.

A veces soy chica y todos están vivos, y a veces soy adulta, y regreso con nostalgia.

En el sueño de anoche era quién soy hoy, se acercaba el cumpleaños de mi hijo y no sé por qué razón había decidido hacerlo en aquel pequeño patio de la casa de mi infancia.

Los sueños son tan raros. Por un lado todo era muy natural, como si viviera allí; por otro lado aparecían las marcas de la nostalgia: "Acá había un jazmín del aire" recordaba, y pensaba qué bueno sería volver a plantar uno. De pronto el recuerdo de los aromas y los sabores de la infancia regresan a poblar la mente de deseos infantiles y uno se siente puerilmente felíz.

Es raro recuperar hoy este recuerdo, porque el patio nunca fue un espacio importante para mi familia. Alguna vez se festejó allí un cumpleaños, y eso fue todo. Con mi hermana solíamos jugar por toda la casa, incluso en el patiecito delantero. Pero atrás íbamos poco. Las pocas plantas que había crecían por decisión propia porque no nos ocupábamos mucho. Había una parrilla,
 pero no recuerdo a mi papá haciendo asado. También había un galpón muy chico que estaba prohibido para mi hermana y para mí.

¿Y por qué el recuerdo amoroso ahora?

Seguramente porque hace pocos días fui a ver "Imprenteros", una obra de teatro bella que juega precisamente con el deseo de volver a los espacios perdidos de la infancia.

En esta historia no hay dramatismos ni golpes bajos, y sobre todo, no hay idealizaciones. Con un tono despojado y por medio de una multiplicidad de recursos, la directora reconstruye sus recuerdos familiares y los de sus dos hermanos.

En esos recuerdos, los espacios del pasado son habitados por los afectos, con todas sus contradicciones y sus claroscuros.

Porque son esos afectos, precisamente, los que construyen nuestras historias, son esos afectos los que cimentaron nuestros propios espacios interiores.

Volver a habitar esos espacios, es, de alguna forma, volver a encontrarnos con ellos.

Personas que ya no están y que alguna vez fueron importantes.

Personas que habitaron sitios que fueron cobijo, seguridad.

Personas que construyeron esos sitios de los que fuimos despojados, expulsados.

Y allí quedaron los recuerdos de la infancia. Los juegos, los amores, los primeros miedos, las primeras pérdidas, los primeros dolores. Las primeras decepciones.

Allí estuvimos alguna vez.

Quizás nos fuimos cerrando algunas puertas que hoy quisiéramos entreabrir para espiar.
Quizás nos las cerraron en la cara y venimos a reclamar nuestro derecho a regresar a esos espacios.

De una u otra manera, necesitamos volver.

De todo eso habla "Imprenteros".

De nosotros.

Y es el arte, al igual que los sueños, el que nos abre las puertas para regresar.



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Si querés saber más de Imprenteros: 

https://www.imprenteros.net/







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