El Peretz despierta

Explicar qué significa el Peretz en nuestra historia es complejo.

Era un club. Sí, claro. Un espacio recreativo. También.

Fue todo eso y fue un lugar para la cultura y también un ámbito de militancia.

Y fue más. Mucho más. Fue mucho más que eso.

Fue un segundo hogar para  nuestros abuelos y para nuestros padres  y alguna vez también albergó nuestros sueños, nuestros proyectos y  nuestros ideales.

Por dónde empiezo.

El Peretz era un club judío progresista. En él aprendimos a estar orgullosos de ser quiénes somos y de nuestras raíces. En ese espacio empezamos a entender algunas cuestiones fundamentales acerca del significado de luchar por un mundo verdaderamente justo; aprendimos acerca de nuestra historia contra el nazismo, contra el antisemitismo y contra cualquier forma de racismo, de injusticia y de autoritarismo.

El Peretz, igual que todos los clubes del ICUF, fue un gran espacio de resistencia durante la dictadura, para los judíos progresistas y para muchas otras personas que lo adoptaron como parte de sus vidas.

Creció de la mano de nuestros abuelos inmigrantes, luchadores y valientes como pocos; y de nuestros padres, que se apropiaron de esa lucha y nos la enseñaron.

Muchos de nosotros empezamos nuestra historia en el jardín de infantes del Peretz. Ya dije en alguna ocasión que no tengo el mejor de los recuerdos de aquellos tiempos. No obstante, sé con toda seguridad que fue entre esas paredes que empecé a formarme y a ser quién soy ahora.

Hoy, en este nuevo comienzo, me crucé con algunos de mis viejos compañeros. De aquellos tiempos nos conocemos. Y de mucho antes se conocen nuestros padres. Y nuestros abuelos, nuestros zeides.

Cualquiera de ellos puede contarnos de nosotros, de nuestros padres. Hay algo de familia, de historia en común.

Después del jardín, la mayoría de nosotros continuamos creciendo y aprendiendo en el Kinder club, todos los sábados y ya de adolescentes en el joven club.

Fue en el grupo de 11 años, por ejemplo, que publicamos nuestra revista, y empezamos a colaborar con Unicef. Me acuerdo de la venta de tarjetas, de una visita a la sede de Unicef y de una charla en la que nos contaron sobre la injusticia de que otros niños tuvieran vidas tan difíciles.

Hoy me reencontré con parte de aquella historia.

Con compañeros de jardín, de Kinder, que ya dije, es casi como decir mi familia.

Cada lugar y cada recuerdo.

Floro, el profesor de natación y mi hermana y yo agarradas del borde de la pileta, practicando la patada.

El patio de adelante y mi zeide jugando al dominó con otros paisanos.

Los vestuarios y el sábado a la noche, después del Kinder, preparándonos para ir a un cumple o a comer pizza.

Y el patio dónde una vez le conté a una amiga, hablando bajito y con vergüenza que me había hecho señorita, y las felicitaciones.

Ese mismo patio que nos reunió tantas veces en las icufiadas con amigos de otros clubes del interior.

El Buffet y juntarnos antes del Kinder para almorzar en grupo y sentirnos re grandes.

La biblioteca, en el cuarto piso, y yo viajando en colectivo, sola por primera vez, para retirar un libro, Colmillo Blanco.

Y tantas personas que hoy abracé: Chili, la mamá de mi amiga, que me cuidó tantas y tantas veces y Gloria, que es como decir el mismísimo club, y  Ana mi maestra de jardín y Silvia, la doctora y Celia que le dice a Juan "Yo le daba alfajores a tu mamá y a sus compañeros" y mis tíos,  por supuesto, mi prima, mi hermana y amigas, que se acercaron, porque sí, hoy fue un día histórico en San Martín.

Y en cada abrazo pensé tanto, tanto en mis viejos, que ya no están pero hoy estuvieron un poco conmigo.

Hacía mucho tiempo que el Peretz era un gigante decrépito. Daba mucho dolor ver el abandono y el deterioro que sufría.

Hace un par de años, el municipio anunció que se haría cargo del edificio y lo recuperaría. Sinceramente, no les creí, no les creí nada. Demagogia, pensé, lo de siempre.

Y sin embargo hoy estuve en la reinauguración.

En una época en la que la política apunta a cerrar espacios, a quitar derechos, a perder, en esta misma época,  el municipio recupera este espacio, conservando el nombre, la historia. Con enorme respeto.

Hoy renació para todos nosotros el club Peretz  de Villa Lynch.

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