Lo que vendrá

Durante todos estos días previos a la elección intenté no hablar mucho de la gestión del gobierno. No quería repetir lo que ya había sucedido hace ocho años con Scioli. En aquel momento, discusiones mediante, hubo un alejamiento con gente muy querida y muy luchadora. 

Esto todavía no termina, seguimos en peligro. Y me atrevo a decir que, si gana Massa, el panorama no será el mejor tampoco.

Nos esperan tiempos difíciles para quienes soñamos un mundo igualitario.

Solamente quiero decir, ahora que todo está fresquito, que no creo que se haya llegado a este escenario por casualidad. 

Esta claro que hay una derechización a nivel mundial. Yo creo que el capitalismo llegó a su fase más despiadada y brutal. La pandemia terminó de desnudar lo que es. El show debe continuar siempre, y sin cuestionamientos. 

Seguimos contaminando, destruyendo. El mundo se está privatizando, y hay que tomar decisiones. 

Así es.

Los pibes no votaron a Milei porque sí. La gente no votó a Milei porque sí. No es capricho. Hay que empezar a mirar esta realidad con otros ojos.

Con todo esto quiero decir que no llegamos acá por criticar al gobierno y "hacerle el juego a la derecha" como suelen decirnos a los de izquierda sino por todo lo contrario. Llegamos a esto por no mirar, por tapar.

No se puede castigar a los docentes de la oposición por hacer paro si la lista que conduce no hizo una sola medida de fuerza en estos durísimos cuatro años, si no pudo cuestionar los protocolos absurdos para el regreso a la presencialidad durante la pandemia, si no pudo registrar el estado de deterioro no sólo de los edificios escolares sino de toda la estructura educativa. Los docentes cuestionamos las condiciones de enseñanza y de aprendizaje. Que trabajemos así y que los chicos estudien así, en todos los gobiernos, es una decisión política. 

Hablo de la educación porque es de lo que sé, pero creo que ocurre en otros ámbitos también. Los hospitales siguen olvidados y la inseguridad visita especialmente a los barrios más humildes, donde no hay muros ni seguridad privada ni autos  caros que lleven y traigan.

Este sistema está mal. No sirve. No hay un capitalismo bueno. 

Ya no espero una revolución, no como las que conocimos en el siglo XX, pero sigo esperando que haya un cambio profundo. Quizás una fuerza que pueda crecer y cuestionar el verdadero modelo, una fuerza que empiece a producir cambios reales. Está claro que estamos muy lejos de todo eso.

Estamos en presencia de debates que intentan borrar todo lo que conseguimos. Con total naturalidad e impunidad cuestionan el número de desaparecidos, gritan  que la justicia social es una aberración, proponen que los padres no reconozcan a sus hijos, plantean que la escuela pública debe desaparecer y hasta sugieren la privatización del mar y de las ballenas. 

Parece un chiste pero ya sabemos que va en serio.

Y diciendo todo eso sacaron votos. Muchos.

Nos odian.

En este contexto, y con toda mi tristeza, una vez más la izquierda no puede ser vanguardia de estos cambios. Myriam es un cuadrazo, es la mejor de todos y todas, no sólo en lo discursivo sino en las acciones. Está donde tiene que estar siempre, laburante, pensante, militante. Pero no alcanza si no hay un verdadero frente, unido, abierto a las organizaciones sociales y a otros espacios con vocación de tomar el poder. Lo digo con dolor.

En fin, vienen tiempos duros. Pase lo que pase, todo lo que se puso en discusión está ahí, sobre la mesa. Creíamos que había cuestiones que estaban fuera de todo debate. Pero los votos que respaldan a la ultraderecha dicen que una vez más tendremos que salir a defender lo nuestro. Habrá que proteger lo ganado.

Dicho todo esto, disculpen mi catarsis, nos espera el ballotage, que por los números viene difícil. 

Ahora sí, nuevamente me llamo al silencio,  y ustedes saben lo que me cuesta. 

Como siempre, esto sigue, y nos encontraremos en las calles, como siempre, peleando y denunciando.

Abrazo a todos y a todas!!!

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