Horacio, Osvaldo y las puertas que se abren
No conocí mucho a Horacio González. Tampoco supe mucho de su desempeño como Director de la Biblioteca Nacional. Pero tengo un recuerdo importante. Fue hace trece años, cuando andábamos Carcoveando por ahí. Hacía poco Osvaldo Bayer había perdido a su nieto y se había ido a Alemania, para estar junto a su hija. Era lógico que se ocupara de sus afectos personales y que se desentendiera de nuestro proyecto. Pero no lo hizo, ni siquiera a la distancia. Un día así cómo hoy, revisando el correo, me encontré con un mensaje suyo: me contaba entusiasmado que había hablado con Horacio González. La presentación en la Biblioteca Nacional ya era un hecho, nos confirmaba. Según explicaba en el mensaje, Horacio González estaba encantado. Unos días antes, con mi compañera en el proyecto fuimos a la Biblioteca a dejar dos ejemplares del libro. Nos recibieron amorosamente y nos llevaron a recorrer, a conocer ese lugar maravilloso. Y así, un día, las puertas de esa Biblioteca inmensa e increíb