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Mostrando las entradas de octubre, 2022

Hojas de un diario dos: la imaginación

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Sigo pensando en la imaginación. Quizás es lo que nos define como personas, mucho más que la posibilidad de construir lenguaje o la capacidad de pensar. La imaginación nos construye de innumerables formas, para crecer, para construir, y también para superar obstáculos.  De chica la capacidad de imaginar fue vital para mí.  Y yo creo que lo sigue siendo. Leer, imaginar, escribir, inventar. Todo es parte de lo mismo. Un día, cuando tenía 11 años, escribí un cuento, y se lo conté a mi diario, claro.   3/5/83 Mi Paginitas: Ayer a la noche hice un cuento de mi vida y se lo di a leer a mi mamá. Te lo leo: https://drive.google.com/file/d/1oQ9A3l1TlrRZl--ovU8kDQIOQGUGBnJ4/view?usp=drivesdk Es más o menos mi vida. Hoy se lo mostré a Graciela y me dijo: - ¡Es hermoso! Me emocionó mucho. Estoy muy contenta. Hasta mañana. Y si te gustó, ya sabés, compartilo.

Imagina

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" Una vez aguijoneada,  la imaginación  es  un caballo que se desboca, y al que no sirve  tirarle de la rienda".            "El monte de las ánimas",  Gustavo Adolfo Bécquer   Juan, los juegos y la imaginación  Abrimos la puerta y un cielo pesado y gris nos recibe en la calle.  _ Mirá el cielo, algo muy malo va a pasar hoy _dice Juan, que nunca leyó el cuento de García Márquez. No sé por qué se le ocurrió eso, pero ahora presto atención y me parece que las nubes están demasiado bajas y que en cualquier momento nos van a aplastar contra el asfalto; que el aire es tan sólido que es imposible respirar sin atragantarnos; y que la luz de la mañana se siente tan tenue que todo se ve un poco fantasmal. Ahora a mí también me parece que ese cielo anticipa un desastre. Así empezamos la jornada. Y aunque ese día no sucede nada terrible ni extraordinario, al regreso de la escuela Juan tiene mucho que contar. Los retos de la maestra, la comida que no le gustó, la pelea con su am

Día de las maternidades

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 Nunca supe si mi mamá realmente añoraba ser madre o si lo hizo para cumplir con lo que todos esperaban. A la presión que la sociedad nos impone a las mujeres, en mi vieja se sumaba que al ser discapacitada tenía muchas limitaciones físicas.  Pero me consta que lo que tenía de aguerrida lo tenía de cabeza dura, y así demostró a sus amigos, a mi papá y a su suegra (especialmente a su suegra, la otra mujer con la que tuvo que competir por mi papá) que ella no era una pobre renguita y que podía con todo.  A veces costaba encontrar su ternura. Creo que nunca fue una mamá como las de las publicidades.  Pero hay gestos, pequeños, cotidianos. Con esos yo me quedo.  Cada mañana nos preparaba la ropa para ir a la escuela. La remera sobre el respaldo, le seguía el pantalón como si estuvieea sentado, al final las medias y en el piso, el calzado. Parecía como si dos personas invisibles se hubieran sentado a esperarnos.  La cama de mi mamá, rincón de encuentros, cobfesiones, confidencias. Cuando er

Lo negro, lo blanco y lo marrón

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Estoy tomando lista en quinto y escucho el cuchicheo, el rum rum que no para. Los chicos conversan, hablan fuerte indignados. La curiosidad me gana y pregunto qué pasa. Se miran, discuten, y finalmete una de las chicas toma la palabra y me cuenta. La cosa es así: Candela, una compañera, estaba mostrando unas fotos suyas y otra chica hizo un comentario: "Qué blanca saliste, porque vos sos negra". - Le dijo negra, profesora. La discriminó_ me dicen. Están indignados y ahora que me contaron quieren saber qué pienso yo. Tengo algunas ideas que me suenan en la cabeza, pero no tengo armada toda la idea. Bueno, para empezar, creo que en estos últimos tiempos empezamos a entender que no es necesario y ni siquiera interesante, hablar de los cuerpos de los otros. Eso, en principio, seguramente  nos ayudaría  a no meternos en terrenos complicados. Sin embargo, pienso, a veces necesitamos usar la descripción física, para indicar de quién estamos hablando, por ejemplo. ¿Y entonces? La sit

De maternidades y prejuicios (acerca de la detención de las siete mujeres Mapuches)

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Esto paso hace varios años. Una tarde viajaba con Juan en tren. Hacía calor y Juan, que debía tener dos o tres años, estaba especialmente inquieto. Durante todo el trayecto se estuvo parando en el asiento, gritando y saltando. A mí no me daban los brazos para sostenerlo y miraba a mi alrededor con bastante culpa porque sentía las miradas de todos los pasajeros. Pero entonces entró esta otra mamá, con un bebé en brazos y dos nenes a su lado. Se sentó justo al otro lado del pasillo. Al igual que Juan, los chicos gritaban y se paraban. Pero entonces empecé a ver a mi alrededor los gestos de reprobación, las miradas cómplices y el comentario que llegó como un susurro de uno a otro: "son unos negros villeros". Éramos dos mamás. Y nuestros hijos jugaban de manera bastante parecida. Pero Juan era rubio y los otros chicos eran morenos. Marrones, como se dice ahora. Tantas veces había sentido la incomprensión y los prejuicios de la sociedad sobre mi maternidad, pero nunca había tenido

Cuando el grito

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Cuando el grito se derrama es latigo y cuchillo. De pie, frente al grito el alma se repliega,  El pulso se acelera Y se congela el tiempo. De pie, frente al grito El cuerpo se contrae, Se eriza la piel  Y los sentidos se alertan. De pie, frente al grito,  se asfixian las palabras  Se abren inmensos los ojos y se cierra la garganta.  De pie,  frente al grito, ocurre el miedo.

Gabriela y los territorios de conquista

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Hace unas semanas empecé a releer "Gabriela clavo y canela" con los chicos de quinto año. Bellísima novela de Jorge Amado que narra la historia  de amor de Nacib y de Gabriela, un amor que surge en medio de conspiraciones, venganzas y sangre. Si hoy tuviera que definir en una frase cuál es el tema de esta novela, diría que es la historia de la conquista. El amor, la tierra, el poder, todo lo que los hombres poseen se conquista por medio de la fuerza. Empecemos. La historia comienza con un crimen brutal. Así se nos cuenta en las primeras líneas: "Esta historia de amor por curiosa coincidencia, como diría doña Arminda, comenzó el mismo día claro, de sol primaveral, en que el estanciero Jesuíno Mendonza mató a tiros de revólver a doña Sinházinha Guedes Mendonza, su esposa, exponente de la sociedad local, morena casi gorda, muy dada a las fiestas de Iglesia y al doctor Osmundo Pimentel, cirujano–dentista llegado a Ilhéus hacía pocos meses, muchacho elegante con veleidades de