Nosotras, las dueñas de las tareas mentales
Abrís los ojos y recordás que es domingo. Un bello domingo lleno de posibilidades. Planificás mentalmente todo lo que querés hacer: escribir un poco, avanzar con esa lectura que en la semana postergaste, terminar de ver la serie que habías empezado. De pronto una punzada justo en el centro del estómago y todos los pensamientos domingueros son barridos, espantados, arrasados por un listado de obligaciones que ahora ocupan todo tu pensamiento. Y como si tu mente fuese la gran pantalla de una computadora, el listado empieza a correr, a correr, a correr, y no para. Parece interminable. El cuidado de la casa, de la familia y de la mascota, por supuesto. Toda la información está allí. Todavía no saliste de la cama y ya estás agotada. La carga mental La primera vez que escuché el nombre de ese cansancio sentí alivio, ese alivio que llega cuando algo por fin se empieza a entender. El problema seguía allí, por supuesto, pero ahora tenía nombre y tenía una causa, una razón. No era mi conducta o