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Mostrando las entradas de agosto, 2022

Releyendo Antígona

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En el curso de cuarto año estamos leyendo Antígona, la trágica historia de la joven hija de Edipo. Los chicos se turnan para leer los parlamentos de los personajes y se entusiasman. En algún tiempo solía preguntar qué chica se ofrecía para un papel femenino y qué varones leerían a los personajes masculinos. Hace tiempo dejé de hacer esas preguntas tontas. _ ¿Quién hace de Antígona?_ digo. Levantan la mano, se entusiasman. Empezamos a leer. Ahí aparece su voz.  La voz de Antígona. Su voz, su reclamo, su fortaleza. Se ha escrito mucho acerca de la representación de la figura femenina en esta obra, e incluso en los últimos años se la ha revalorizado como un símbolo o como un emblema feminista. Por si alguien no conoce la historia, todo comienza con la muerte de los dos hermanos de Antígona en el campo de batalla, luchando uno contra otro. Eteocles muere defendiendo el trono de Tebas, en tanto que  Polinices muere dirigiendo al ejército enemigo. Ante esta situación, Creonte se hace cargo d

Voces

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A veces me pasa mientras estoy cocinando, o mientras converso con amigas, mientras elijo una ropa o mientras limpio mi casa. En medio de la más simple e insignificante de las acciones, aparece. La voz. una voz que me habla. Una voz, o dos o tres, quién sabe. Y no, no estoy desvariando. Se trata de una serie de sensaciones que me acompañan desde hace muchísimo tiempo y que son difíciles de explicar. Estoy segura de no ser la única. Estoy segura de que debe ser una sensación compartida por muchos otros. La sensación de escuchar una voz. Para ser honesta, no es precisamente el sonido de una voz, pero de todas formas la escucho y tiene un timbre, un tono, una intención. Esto que digo es contradictorio, ya lo sé. Es difícil explicar cómo funcionan las trampas y los artilugios de la mente. Una voz me habla desde alguna parte de la habitación. Sí, claro que está en mi cabeza, pero las pocas veces que tuve conciencia de su existencia, la sentí afuera de mi mente, detrás, o a un costado. Como s

Tic tac, la marquita en el tronco.

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Para ser sincera, nunca me obsesionaron demasiado las arrugas. Quizás sí otras cuestiones, algunas imperfecciones en mi piel, por ejemplo. Pero no las arrugas. Cada vez que veía a otras mujeres preocupadas, hablando de cremas, recomendando tratamientos, sentía que era un alivio que para mí ese no fuera un problema. Pensaba que, en definitiva, esas arrugas solo eran pequeñas huellas que nuestras expresiones dejan en la piel, nada más. Huellas en el mar. Las patas de gallo, por ejemplo, son parte de mí y de mi personalidad desde muy joven. Me río un poco y ahí nomás aparecen alrededor de mis ojos. Sin embargo en los últimos tiempos, no puedo precisar cuando, las sensaciones cambiaron. Mucho. Mi cuerpo, mi piel.  Cambian. Me miró al espejo, claro que me miro, y ahí están. Los veo. Pequeños pliegues que trazan surcos, caminos inventados sobre mi piel. Lo peor de todo son esas arruguitas alrededor de la boca. Son odiosas.  Porque son marcas del tiempo. Tic toc. Pum pum. Pasa otro año. Las a

Cuestiones de salud

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Hace dos días tuve turno con la médica clínica. Por segunda vez, me habían dado mal los números de algunos estudios y, según la doctora, no había forma de mejorarlos sin medicación. Le propuse entonces hacer todo lo posible para no llegar a eso y me advirtió que no esperara algún cambio. Pero, por suerte, el resultado fue el que yo esperaba.  Así que le llevé los estudios a la consulta y su expresión de decepción fue notable. Me dijo que estaba bien pero que había que hacer análisis más completos. En los últimos años no logré empatizar con ninguna médica clínica.  Hace años, una doctora no pudo ocultar su enojo cuando la espirometría me dio bien pese a que era una gran fumadora. Después me dijo que según las radiografías, era probable que tuviera osteoporosis. Cuando confirmé con otra doctora que no era cierto no la vi más. Otra doctora me atendió por unas molestias en el estómago y me explicó con total tranquilidad que podía ser cualquier cosa, entre ellas cáncer. Salí angustiadísima

Fragilidades

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"On and on the rain will fall Like tears from the star, like tears from the star. On and on the rain will say How fragile we are, how fragile we are."                                                 Sting Hace pocos días una amiga tuvo un accidente fulero. De esos que no ponen en riesgo la vida pero que dejan su huella en el cuerpo. Fue un accidente inexplicables, tonto. Esa clase de accidentes que suceden en medio de una situación cotidiana y que de un momento a otro trastocan nuestras vidas para siempre. Un paso mal dado, una acción fuera de tiempo, una falta de atención y ya está. A veces  ni siquiera tenemos tiempo para poder entender cómo sucedió. Somos frágiles. Podemos rompernos, podemos desarmarnos. Podemos morirnos. Con el paso del tiempo, con los años, empecé a tomar conciencia de la  tremenda vulnerabilidad a la que día a día están expuestos nuestros cuerpos. Es una información que creo haber adquirido paulatinamente, ya de adulta. Sinceramente, no recuerdo habe