Releyendo Antígona
En el curso de cuarto año estamos leyendo Antígona, la trágica historia de la joven hija de Edipo. Los chicos se turnan para leer los parlamentos de los personajes y se entusiasman. En algún tiempo solía preguntar qué chica se ofrecía para un papel femenino y qué varones leerían a los personajes masculinos. Hace tiempo dejé de hacer esas preguntas tontas. _ ¿Quién hace de Antígona?_ digo. Levantan la mano, se entusiasman. Empezamos a leer. Ahí aparece su voz. La voz de Antígona. Su voz, su reclamo, su fortaleza. Se ha escrito mucho acerca de la representación de la figura femenina en esta obra, e incluso en los últimos años se la ha revalorizado como un símbolo o como un emblema feminista. Por si alguien no conoce la historia, todo comienza con la muerte de los dos hermanos de Antígona en el campo de batalla, luchando uno contra otro. Eteocles muere defendiendo el trono de Tebas, en tanto que Polinices muere dirigiendo al ejército enemigo. Ante esta situación, Creonte se hace cargo d