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Mostrando las entradas de julio, 2024

Una mancha tenue en el asfalto

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Desde que empecé a abrir mis ojos al mundo feminista no paro de sorprenderme, gratamente, en la mayoría de los casos. Todo estuvo siempre ahí, a la vista, y sin embargo no lo había visto. ¿Tan poderosa es la educación que recibimos? Pienso en la novela "Mundo feliz" de Aldous Huxley, cuando a los niños les hacían escuchar mensajes condicionantes cada noche mientras dormían. Suponíamos que era sólo ciencia ficción ¿tan cerca de eso habremos estado sin darnos cuenta?  Quizás no sean necesarios tales dispositivos para construir una sociedad obediente. Los medios masivos, la industria cultural, el sistema educativo, todos juntos y combinados, tuvieron el poder de imponer ciertos temas, de callar otros, y de atenuar o resignificar otros tantos. Se me viene a la mente la imagen de una mancha de pintura en el asfalto, una mancha de cualquier color, supongamos que sea verde o quizás violeta. Imaginemos ahora que arrojan un balde de agua sobre esa mancha, y después otro balde y luego

El atentado a la Amia

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Ese día, hace treinta años, estaba haciendo trámites por el centro, como le decíamos a todos aquellos lugares que quedaban pasando la General Paz. En todo el día no había escuchado la radio, ni había visto la tele. Tampoco había hablado con nadie. Así que al anochecer, cuando llegué a casa, las caras de preocupación, de miedo y de angustia, tanto de mis viejos como de mis tíos me tomaron de sorpresa. Ahí estaban los cuatro, esperando reunir al rebaño para saber que estábamos todos y que estábamos bien. "Explotó la Amia, dicen que fue un atentado" contaron.  Explotó.  En la tele mostraban imágenes terribles. Aún no se sabía cuántas podían ser las víctimas. Era siniestro. Enseguida pensé que unos años antes, cuando hacía el CBC ahí nomás y estudiaba periodismo a unas pocas cuadras, solía pasar muy seguido por la puerta de la Amia, tres o cuatro veces por semana. Nunca le prestaba demasiada atención, pero sabía que ahí estaba. Era parte del paisaje, de mi recorrido cotidiano. Ta

Raíces

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En estos días anduve con emociones bonitas. No sé si en realidad son un poco inventadas por necesidad en medio de todo lo malo, o si , por el contrario, son emociones tan auténticas que han logrado sobrevivir al desastre. Pienso que sea como sea, ahí están, traen mucha espuma, y las quiero compartir.  __________________ Hace un par de semanas empecé a participar del taller de narración oral de la biblioteca. Todos somos narradores repite Élida en cada encuentro, todos tenemos historias para contar.  Y a eso fuimos a la escuela de adultos, a contar historias, y a escuchar. Porque al que le gusta contar sabe que la ronda se pone más linda cuando el que escucha toma la posta y se convierte en el contador de su propia historia.  ¿Qué te pasó con este relato? ¿Qué te imaginaste? Pero no es fácil exponerse ante los demás. Silencio. Al principio. Hasta que la maestra toma la posta y empieza a contar. Cuenta de una casita en el medio del monte y de una niña que va a la escuela, de una maestra