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Mostrando las entradas con la etiqueta Maternidad

Traccionar deseos

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Traccionar el deseo ajeno "No podés estar permanentemente traccionando el deseo de los otros". Es una frase que me dijo mi hermana y me atrapó. Traccionar deseos. La frase es contundente. Me parece de una enorme precisión. En ocasiones hablamos de incentivar, de impulsar, pero ninguna de estas acciones describe claramente lo que significa traccionar. Traccionar. Me interesa la palabra porque evidencia el esfuerzo que conlleva la acción. Traccionar deseos ajenos demanda un enorme esfuerzo. Más allá del trabajo físico, además de poner el cuerpo cada día, está este ejercicio que muchas mujeres realizamos cotidianamente, hasta quedar exhaustas. Somos como naves empujando, aunque a veces se trate de vehículos encallados en el barro, o de barquitos atascados en un río de aguas bajas. ¿Qué es lo que empujamos? Empujamos los deseos de los otros. Hacia adelante. Traccionar en la escuela Eso hacemos. Traccionamos. Conversando con otras colegas, me dicen que hay que evidenciar

Maternidades y temores (algunas reflexiones después de ver "La hija oscura")

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Hace pocos días estuve viendo "La hija oscura", una película de la que se está hablando mucho, y que precisamente pone en la maternidad una mirada bastante desencantada y dura. La trama es interesante y está muy bien contada, aunque al final, el sentimiento que me dejó fue de muchísima angustia. Cuando terminé de verla, la sensación más nítida que tuve fue que cuando las mujeres queremos salirnos de la norma, cuando logramos corrernos de lo que se espera de nosotras, a la larga, tarde o temprano, seremos castigadas. Entonces, pensando pensando, varios recuerdos empiezan a acomodarse en mi mente. Los primeros recuerdos maternales, mi mamá. Me acuerdo que mi mamá contaba que cuando tuvo la menopausia ni siquiera se dio cuenta. Decía que había estado tan ocupada criando a sus hijas pequeñas que no sintió la diferencia. Lo contaba con orgullo, con vanidad. Hoy, que estoy transitando esa misma etapa, no puedo evitar una gran sensación de decepción. La verdad es que yo sí si

Cuidar

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A los 48 años me enfermé de varicela. Du rante quince días tuve que quedarme en la cama tranquila. Suspendí todos los planes,  las actividades y me resigné. Era principio de noviembre, empezaba el calor y mientras recibía una enorme cantidad de llamadas compasivas y solidarias, descubrí, sorprendida, que estaba disfrutando de un descanso como hacía mucho no tenía. Ventilador, pila de libros, computadora. Me pasé los días leyendo, mirando series, hablando por teléfono, y claro, durmiendo y comiendo. Pero hubo algo más, algo que fue novedoso para mí, y es que durante quince días no me ocupé de nadie más que de mí misma. Es más, durante quince días fui yo quién recibió atención y cuidados. ¿Cuánto hacía que no me apartaba de la tarea de cuidar? ¿Cuánto hacía que no me sentía simplemente cuidada? Con absoluta sinceridad, yo creo que fue hace tanto, tanto tiempo. En la infancia quizás. Y no estoy segura. _____________ De chica me gustaba jugar.  A veces jugaba a que era una científ

Quiénes somos

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Dice mi amiga que no entiende cómo lo hacemos, me dice que ella no podría, que no sabría cómo, qué no puede entender cómo nos animamos. Y tiene un poco de razón, porque si me pongo a pensar, yo tampoco sé cómo lo logro cada día. Despertar en la madrugada e ir a ver si respira bien, controlar ese resfrío, ver cuándo le toca la próxima vacuna, enseñarle a cruzar las calles, recordar qué tiene que llevar mañana a la escuela, pensar qué le hago de comer, y cómo le fue en la escuela, por qué está triste, qué le pasa, de qué se ríe, qué necesita. ¿Cómo es esto de ser mamá? Dice Cortázar que cuando alguien te regala un reloj te regala también una enorme lista de preocupaciones: ponerlo en hora, controlar que funcione correctamente, cuidarlo mucho. Alguien, creo yo, debería hacer algo parecido y crear instrucciones para ver crecer a un hijo. Hoy, en este mundo capitalista, patriarcal, explotador, ser madre es asumir una lucha enorme desde el comienzo. Luchamos por y para ellos pero tamb

Pensar la tristeza y otros pensamientos

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La mañana comienza como cualquier otra mañana, corriendo de un lado a otro, en ese trajín frenético que ahora contrasta tanto con tantos meses de reclusión. Entro al aula de quinto y me encuentro el curso a pleno. Ya no hay más burbuja. Tomo lista, son veintidós.  Por suerte el aula es grande, tiene mucha ventilación y es muy luminosa.  Empezamos a charlar, hay caras que nunca vi hasta hoy. Por fin esos nombres tienen un rostro, aunque sea detrás de un tapabocas. No los veo felices, ni emocionados, ni interesados. Se quejan mucho, de todo.  Están enojados. El enojo se siente. Son como marquitas que aparecen en la mirada y en la voz.  Una de las chicas del fondo habla fuerte, para que todos escuchemos. Dice que para qué se va a esforzar si al final a todos los que no hicieron nada el año pasado y este se les dan tantas posibilidades para que aprueben. Algunos compañeros le dan la razón. Otra tira un insulto a esos "avivados". Me pongo seria. Le digo que nadie sabe lo que les p

Maternidad

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 Maternidad El día que me enteré que Juan iba a nacer, salí del consultorio del obstetra y me fui directamente a la casa de mi mamá, que estaba a pocas cuadras. La casa estaba vacía y silenciosa. Mi mamá había sido internada tres días antes. Así que entré y fui hacia el telar.  Allí, aún sin terminar, estaba la manta que mi mamá había empezado a tejer para Juan. Sin pensar mucho agarré la tijera y la corté por los bordes para sacarla del telar. Después la doblé y me la llevé. Ya en casa la guardé en el bolso que llevaría a la clínica.  Fue la manta que usó Juan en la clínica y después en el moisés. Cuando se la puse sentí como si ella lo estuviera abrazando. Después la internación. Llegué con Fer y con Grachu. Grachu, que hizo de madre y de hermana mayor y de amiga. Me llevaron a una habitación y me prepararon. Y cuando sentí el pinchazo del suero, recién ahí tomé conciencia del dolor que iba a sentir. Hasta ese momento, durante el embarazo, no había tenido nada de miedo. No porque fue