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Gabriela y los territorios de conquista

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Hace unas semanas empecé a releer "Gabriela clavo y canela" con los chicos de quinto año. Bellísima novela de Jorge Amado que narra la historia  de amor de Nacib y de Gabriela, un amor que surge en medio de conspiraciones, venganzas y sangre. Si hoy tuviera que definir en una frase cuál es el tema de esta novela, diría que es la historia de la conquista. El amor, la tierra, el poder, todo lo que los hombres poseen se conquista por medio de la fuerza. Empecemos. La historia comienza con un crimen brutal. Así se nos cuenta en las primeras líneas: "Esta historia de amor por curiosa coincidencia, como diría doña Arminda, comenzó el mismo día claro, de sol primaveral, en que el estanciero Jesuíno Mendonza mató a tiros de revólver a doña Sinházinha Guedes Mendonza, su esposa, exponente de la sociedad local, morena casi gorda, muy dada a las fiestas de Iglesia y al doctor Osmundo Pimentel, cirujano–dentista llegado a Ilhéus hacía pocos meses, muchacho elegante con veleidades de

Breve reconstrucción de nuestra educación sentimental

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Como si fueran las filmaciones de la cámara super 8 de mi papá, e stas son algunas de las escenas de ese mundo patriarcal que nos parió, nos crió y nos educó. A sí comienzan a surgir estas escenas . Autocine. Los padres de Carla y Mara van a ver una película de la que todos hablan, "Verano del '42".  No tienen con quien dejar a sus niñitas así que deciden llevarlas también, "igual se van a quedar dormidas" dicen. Pero las pequeñas no se duermen nada y ahora ambas están atentas a la escena en la que Hermie y Dorothy hacen el amor. Mara pregunta y la mamá le explica que los hombres a veces necesitan descargarse, porque no se aguantan, y que entonces Dorothy decide ayudarlo. Mara escucha con atención las sabias palabras de su madre. Carla tiene nueve años y está  sentada frente al televisor, en el sillón del living, todo muy setenta. Está viendo Soledad, una novela mexicana con Libertad Lamarque. En la pantalla, Margarita acaba de revelar que está esperando un hijo

Romper los muros

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A veces el mundo es tan patriarcal que duele caminar en él. Andar el mundo y tropezar a cada instante con enormes muros que nos cierran el paso. Muros que intentan marcar cuál es el límite de nuestras libertades. Hasta acá, nos dicen. Tontas nosotras que creemos (y queremos) manejar nuestros tiempos y construir nuestros espacios de acción. Tontas. Hasta acá. Tu tiempo es nuestro, nos dicen; tus espacios, los que te permitimos. De todas formas no se la hacemos fácil a nadie, y ahí estamos, intentando quedarnos con una parte de eso que nos pertenece. No es una novedad, seguro. Solo que a veces nos olvidamos, o quisiéramos olvidarnos, o necesitamos olvidarnos. Si olvidamos los muros que nos cierran el paso a veces podemos escapar.  Si olvidamos el límite trazado podemos  continuar andando. En ocasiones, ocurre que esos muros  estan allí desde tiempos tan antiguos, que ni siquiera las reconocemos, son parte del paisaje, de lo cotidiano. No los vemos. Pero están. En todas partes y todo el t

Nosotras, las dueñas de las tareas mentales

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Abrís los ojos y recordás que es domingo. Un bello domingo lleno de posibilidades. Planificás mentalmente todo lo que querés hacer: escribir un poco, avanzar con esa lectura que en la semana postergaste, terminar de ver la serie que habías empezado. De pronto una punzada justo en el centro del estómago y todos los pensamientos domingueros son barridos, espantados, arrasados por un listado de obligaciones que ahora ocupan todo tu pensamiento. Y como si tu mente fuese la gran pantalla de una computadora, el listado empieza a correr, a correr, a correr, y no para. Parece interminable. El cuidado de la casa, de la familia y de la mascota, por supuesto. Toda la información está allí.  Todavía no saliste de la cama y ya estás agotada. La carga mental La primera vez que escuché el nombre de ese cansancio sentí alivio, ese alivio que llega cuando algo por fin se empieza a entender. El problema seguía allí, por supuesto, pero ahora tenía nombre y tenía una causa, una razón. No era mi conducta o

Toda cana es política

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  Si me pongo a pensar, no sé cuál fue el momento exacto en el que decidí dejar que mis canas crezcan libres sobre mi cabeza. No recuerdo un día en particular. Sé que empezó con la cuarentena del 2020. No quería salir a ninguna parte, me había tomado el encierro muy en serio, y si hasta entonces la peluquería nunca había sido prioridad en mi vida, mucho menos lo sería en plena pandemia. Después se sumó cierta austeridad que me dejó como aprendizaje todo lo vivido en cuarentena. Y casi al mismo tiempo, en forma continua y superpuesta, descubrí que éramos muchas las "señoras" que decidimos no seguir maquillando nuestras cabelleras. Sitios de Instagram, fotos de actrices famosas y movidas feministas le dieron un poco de contenido a todo esto. Así que los meses pasaban y las canas empezaron a asomar y a avanzar. Al principio las observé con cierto resquemor, con dudas. La que iba apareciendo en el espejo era yo y no era, no era la imagen que construí durante décadas. Era una

Mi viejo y el patriarcado

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"El patriarcado nos lastima a todos, tanto a hombres como a mujeres", dicen algunas voces conciliadoras. "El patriarcado lastima especialmente a las mujeres, ya que cercena sus derechos, sus posibilidades y otorga privilegios al varón", dicen otras voces más radicales. Y en medio de todo el debate, ahí estoy yo, pensando en un varón. En estos días estuve pensando mucho en mi papá. Ahora que puedo entender algunas cuestiones que antes no veía pienso en mi papá y en todo el daño que el patriarcado le hizo. Hijo de inmigrantes rusos, mi papá creció condicionado por una cantidad de mandatos y deberes de los que nunca se pudo desprender y que signaron una y otra vez cada paso de su vida. Era bastante reservado mi viejo. Le costaba hablar de él, de su historia, de sus miedos y angustias, de lo que no pudo ser, de sus sueños. Por eso quizás, cuando de vez en cuando hablaba, con mi hermana escuchábamos con atención. Supimos así de su infancia y de su juventud en un hogar hu