Entradas

Mostrando las entradas de enero, 2022

Hablemos de economía

Imagen
Hace tiempo y no hace tanto "Veintises de febrero de mil novecientos ochenta y dos. Querido diario: hoy fuimos a comer a un restaurante (no tenían tarjeta) y mi papá dijo que no va a ir más a comer ahí sino solamente a restaurantes que tengan tarjeta. (Va a llegar un momento en el que el mundo se va a manejar con tarjetas de crédito)" Así,  con pocas palabras, la niña que fui a los diez años se expresaba con profunda preocupación acerca de ese rectángulo plástico que acababa de llegar a la vida familiar. Recuerdo los temores. Había algo que no cerraba en e l uso desmesurado que mis padres hacían de aquel novedoso sistema de consumo. Unos días después escribía que mi mamá me tildaba de "amarreta" por no querer gastar, aún con el increíble beneficio de la tarjeta en cuestión. Es cierto, no me gustaba usar la tarjeta. Me costaba comprender ese sistema de consumo con obligaciones a futuro. "Claro, después hay que pagar" expresaba a modo de reflexión.

La escuela, el teatro y yo (acerca de Chau Misterix, de Mauricio Kartun)

Imagen
Leer en la escuela En esta crisis que tengo últimamente  con el trabajo docente , y pandemia mediante, estoy pensando mucho cómo voy a trabajar este año en la escuela. Qué lecturas voy a proponer, de qué manera las voy a presentar, cómo las voy a plantear, qué actividades las van a acompañar. Todo eso anda dando vueltas en mi cabeza tan poco enero. La elección de los textos literarios es fundamental. El tema puede ser increíble, pero si lo que proponemos para leer no les gusta a los chicos, si no se enganchan, todo estará perdido. Son los críticos mas filosos. Los más despiadados. Es cierto que a veces logramos lo imposible. Leemos un poco en voz alta, contamos detalles interesantes sobre la vida del autor, comentamos algún fragmento del texto... y con suerte logramos que algunos estudiantes  se entusiasmen más. La mayoría de los textos literarios que damos en la escuela forman parte de un canon escolar, que a veces es visible y oficial, ya que forman parte de las sugerencias en l

Maternidades y temores (algunas reflexiones después de ver "La hija oscura")

Imagen
Hace pocos días estuve viendo "La hija oscura", una película de la que se está hablando mucho, y que precisamente pone en la maternidad una mirada bastante desencantada y dura. La trama es interesante y está muy bien contada, aunque al final, el sentimiento que me dejó fue de muchísima angustia. Cuando terminé de verla, la sensación más nítida que tuve fue que cuando las mujeres queremos salirnos de la norma, cuando logramos corrernos de lo que se espera de nosotras, a la larga, tarde o temprano, seremos castigadas. Entonces, pensando pensando, varios recuerdos empiezan a acomodarse en mi mente. Los primeros recuerdos maternales, mi mamá. Me acuerdo que mi mamá contaba que cuando tuvo la menopausia ni siquiera se dio cuenta. Decía que había estado tan ocupada criando a sus hijas pequeñas que no sintió la diferencia. Lo contaba con orgullo, con vanidad. Hoy, que estoy transitando esa misma etapa, no puedo evitar una gran sensación de decepción. La verdad es que yo sí si

La risa y no otra cosa

Imagen
El flaco no paraba de reírse mientras se acordaba lo de las gordas sentadas en la escalinata de la pileta; las gordas conversab an mientras remojaban sus enormes tetas en el agua, contaba. Nosotras también nos reíamos con él. "Nosotras" éramos mi hermana y yo; y ciertamente una de esas gordas era mi mamá. Cuando era chica íbamos muy seguido a la quinta del club, que en verano era casi como nuestro segundo hogar. En esos días de calor la pileta era sin lugar a dudas la gran atracción de todos, especialmente de los chicos. C uando por fin las puertas enrejadas se abrían, entrábamos desesperados a ese, nuestro paraíso con olor a cloro. Y ahí precisamente, en la pileta, mientras los chicos jugábamos, las señoras, las gordas, se sentaban en la ancha escalinata de la parte más bajita de la pileta y conversaban durante horas. Haciendo cuentas estoy segura de que por entonces esas mujeres debían tener la misma edad que yo tengo ahora, o quizás un poco menos. La verdad es que ho

Toda cana es política

Imagen
  Si me pongo a pensar, no sé cuál fue el momento exacto en el que decidí dejar que mis canas crezcan libres sobre mi cabeza. No recuerdo un día en particular. Sé que empezó con la cuarentena del 2020. No quería salir a ninguna parte, me había tomado el encierro muy en serio, y si hasta entonces la peluquería nunca había sido prioridad en mi vida, mucho menos lo sería en plena pandemia. Después se sumó cierta austeridad que me dejó como aprendizaje todo lo vivido en cuarentena. Y casi al mismo tiempo, en forma continua y superpuesta, descubrí que éramos muchas las "señoras" que decidimos no seguir maquillando nuestras cabelleras. Sitios de Instagram, fotos de actrices famosas y movidas feministas le dieron un poco de contenido a todo esto. Así que los meses pasaban y las canas empezaron a asomar y a avanzar. Al principio las observé con cierto resquemor, con dudas. La que iba apareciendo en el espejo era yo y no era, no era la imagen que construí durante décadas. Era una

No mires arriba: el riesgo de no ver

Imagen
Bueno, anduve poniéndome al día con series y pelis que quería ver. Finalmente vi "No mires arriba". Lo primero que voy a decir es que me gustó y me angustió en partes iguales. Es una fantasía claro, pero la metáfora es tan cercana que asusta. Durante toda la película me vino a la mente el cuento de Fontanarrosa "¡Qué lástima Cattamarancio!". Si no lo leyeron se los recomiendo. El argumento es más o menos así: desde la cabina de transmision del Monumental se está relatando un partido memorable, creo que River-San Lorenzo. En el medio se desata un desastre nuclear a nivel mundial y el cielo se tiñe de verde, pero el partido sigue y los locutores continúan el relato del partido, con sus publicidades y sus comentarios. El ahora debe seguir aunque la humanidad se extinga. El Negro la vio, sin dudas. En este cuento el negocio del fútbol y todo lo que se mueve a su alrededor (compra y venta de jugadores, auspiciantes, provecho politico, el rol de los medios) funcion

Festejos

Imagen
En mi casa no se festejaba la Navidad, nunca. Para mis viejos, el 24 a la noche era un día como cualquier otro. Ahora que lo pienso, a la distancia, era como si estuviéramos viviendo una realidad paralela. Afuera, cohetes, arbolito, regalos, familia, manjares. Adentro, todos durmiendo.  Años después, ya más grande, y como buena noctámbula, me gustaba salir a mirar, a curiosear esa fiesta que no era mía. A veces tenía suerte y en la tele encontraba alguna transmisión especial, con música y conductores festivos, que me hacían sentir un poco más acompañada. Eso sí, como consuelo, los 25 de diciembre eran nuestros. Aprovechando el feriado, mis viejos y mis tíos organizaban el almuerzo familiar, de esos que duraban todo el día.  Pero el 24, nada, ya lo dije, en casa no pasaba nada.  Con los años esa fecha empezó a tener para mí la atracción que produce todo aquello que se nos está negado. Por eso, cuando ya fui adulta, disfrutaba tanto cuando una amiga o algún novio me invitaba a pasar con