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El amor y los tiempos verbales

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Hoy es...  Hoy era...  Hoy sería...  el cumpleaños de mi papá. Los verbos se confunden cuando hay ausencia. Los verbos se ambiguan. Te quiero o te quise? Sos mi papá o eras mi papá? Siempre cuesta dominar los verbos cuando se trenza el amor con la muerte. Mi viejo aparece en el recuerdo. Aparece y entonces, está. Pero claro, si aparece es también, porque ya no está. Las emociones, esa mezcla espesa de sentimientos y sensaciones. Mi papá se fue hace mucho. Hace tanto. No se enteró de nada. Y no sé si supo cuánto lo quería. Porque a veces no lo quería, es cierto. Pero a veces lo amaba. Esas contradicciones que sólo puede sentir una hija enojada, furiosa, rabiosa,  que heredó                        tu rabia, tu furia, tu enojo, que sintió                         tu furia, tu enojo, tu rabia. Y te perdonó. Y te perdona. Ahí estás, para siempre entre mis libros, tu herencia. Ahí estás, en el compromiso, en cada batalla, en el acto militante y en los sueños. Ahí estás, en los

El tiempo y la palabra

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  Un día como cualquier otro. Las voces de la radio me acompañan mientras p ico morrón sobre la tabla. Después arrojo los trozos en la sartén, junto con el verdeo y mientras muevo la espátula, veo cómo el rojo y el verde se entremezclan y cómo van cambiando de consistencia y de tonalidad. Me gusta cocinar. Descubrimiento de pandemia. Levanto la vista y miro por la ventana. Es un día precioso, uno de esos días perfectos que trae el comienzo del otoño: soleado, cálido y fresco. Todos en casa estamos ocupados, cada uno en su actividad. De a ratos nos cruzamos, nos miramos, nos comentamos algo, nos sonreímos. Y después cada uno sigue en lo suyo. Nada más. Es todo y es suficiente. Porque en este preciso momento tengo la absoluta certeza de que este es un instante feliz. Un momento simple, efímero, leve. Felicidad. En general así suele ser para mí la felicidad. Un mate, una charla, una comida rica, un buen libro o una buena peli, un abrazo, risas cómplices. No me atrevería a exten