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Mostrando las entradas de septiembre, 2024

Los lápices ayer y hoy

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"Que nos digan a dónde han escondido las flores que aromaron las calles persiguiendo un destino, dónde se han ido."                        Víctor Heredia Era el año 1984 cuando empecé a transitar la escuela secundaria. La democracia, igual que mi adolescencia, se encendía por todas partes como una feliz novedad. Nueva, potente, apasionada, luminosa. Mi adolescencia, igual que la democracia. Tenía 12 años y Raúl Alfonsín comenzaba su mandato como el primer presidente constitucional. Para esa época también empecé a militar en la Fede, la Juventud Comunista y en el flamante Centro de Estudiantes de la escuela. Por ley, las autoridades de las escuelas debían colaborar en su creación, permitiendo las votaciones en las aulas, las horas de reunión, los espacios de encuentro. Éramos adolescentes y hablábamos de política, discutíamos, reclamábamos, íbamos a marchas, organizábamos actividades, publicábamos revistas. En varias ocasiones nos enfrentamos a las autoridades. Y de fendíamos

Una soledad propia

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Un mensaje de whatsApp llega por la noche. "Estoy colapsada" me dice y me siento hermanada. Yo colapso. Tú colapsas. Ella colapsa y todos colapsamos. Sostengo, aliento, cuido, organizo. Y un rato después colapso. ________________________ Primero se atrapan los platos, cae uno sobre la palma de cada mano. Inmediatamente después se apilan los otros. Luego llegan las tazas, ahí se hace más complicado, algunas se acomodan sobre la pila de platos pero para el resto extendemos los dedos meñiques y las atrapamos por las asas. Finalmente viene la cafetera. Cae justo sobre la cabeza. Perfecto. Ahora, a caminar o mejor aún, subir a una "monocleta". El número está concluido, y no hay aplausos.  Cuidado al respirar, prohibido estornudar y no olvides sonreír. Sonreír mucho.  Siempre sonreír. ____________________ Ahora me viene un recuerdo. Aquel día, hace casi veinte años, cuando por fin pudimos mudarnos con mi mamá y mi hermana, yo colapsé. La gente le dice ataque de nervios. Y

Como sapo de otro pozo

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Hace varios días que estoy masticando algunas ideas para escribir. Dilatar la espera, a veces, es como tomar un envión para que, llegado el momento, las palabras surjan aquí y allá como un caudal que estuvo apenas contenido. Pero el caudal sigue detenido y en cambio me encuentro haciendo cálculos odiosos para llegar a fin de mes. Pensar, organizar, reacomodar. Cómo llegar a fin de mes, que es como si dijera cómo sobrevivir un mes más.  Tristes los objetivos de estos días. ________________ Entro al supermercado a buscar jabón para la ropa. Ahí está, en la góndola. Pero el precio no me convence, lo vi más barato en otro lado. Doy media vuelta y estoy por salir. _ Disculpe ¿me puede mostrar el bolso?_ la voz odiosa de una empleada. Y no, no quiero. Discuto un poco. Pero termino abriendo el bolso y mostrando el interior, porque si doy media vuelta y me voy quizás sienta las miradas acusadoras de todos los empleados y clientes: "algo estaba ocultando". Me da rabia. Hay algo de abu