Por la educación pública
Era el '92, pleno menemismo, cuando empecé a cursar en la facultad de Filosofía y Letras. Tenía 21 años y unas ganas tremendas de todo. Pero no tenía un mango. Literalmente. Cuando empecé a estudiar en Filo, lo conté muchas veces, la situación económica de mi familia era desastrosa. Yo venía de un hogar de clase media. Y en este punto quiero remarcar que si alguna vez mi familia pudo vivir bien fue gracias a la educación y a la salud pública a las que mucho antes mis cuatro abuelos, inmigrantes pobres, pudieron acceder y ofrecer a sus hijos. Como dije, venía de un hogar de clase media, pero en los últimos años, un poco por la realidad política y otro poco por la salud de mi viejo, con mi familia quedamos en una situación complicada. Si quería estudiar, tenía que trabajar sí o sí. Esto lo remarco porque realmente fue un esfuerzo importante. En esos años tuve trabajos absolutamente explotadores y precarizados que al menos me sirvieron para seguir estudiando. Sinceramente, hoy mir