La culpa de todo la tiene el feminismo
_ ¡Pero qué linda estás! _ escucho en el pasillo. Es la voz de Marcela, inconfundible. Todos los martes, visita a su tía. No falta nunca. A veces nos cruzamos y conversamos un rato. Marcela cuida a su tía desde hace años, se ocupa de su bienestar, de las compras, de su salud. _ El problema es que estoy sola con todo_ me dice con cara de cansancio_ ¡y eso que somos tres hermanos! Marcela tiene dos hermanos varones, pero ellos no se hacen cargo. Saben que para la tía son su única familia, pero por suerte está la hermana que se ocupa. Conozco varias historias como esa. Incluso sé de ex nueras que cuidan a sus ex suegros porque nadie más se ocupa. Somos las que sostenemos, las que nos ocupamos de cuidar. Así nos enseñaron y así aprendimos. Hace tiempo escribí algunas reflexiones acerca de nuestra educación como cuidadoras así que no me voy a extender en ese tema. Ese no es el punto. De lo que quiero hablar es de la trampa, porque sí, hay una trampa, y reside en hacernos creer que eso que