La risa y no otra cosa

El flaco no paraba de reírse mientras se acordaba lo de las gordas sentadas en la escalinata de la pileta; las gordas conversaban mientras remojaban sus enormes tetas en el agua, contaba.
Nosotras también nos reíamos con él. "Nosotras" éramos mi hermana y yo; y ciertamente una de esas gordas era mi mamá.

Cuando era chica íbamos muy seguido a la quinta del club, que en verano era casi como nuestro segundo hogar.

En esos días de calor la pileta era sin lugar a dudas la gran atracción de todos, especialmente de los chicos. Cuando por fin las puertas enrejadas se abrían, entrábamos desesperados a ese, nuestro paraíso con olor a cloro.

Y ahí precisamente, en la pileta, mientras los chicos jugábamos, las señoras, las gordas, se sentaban en la ancha escalinata de la parte más bajita de la pileta y conversaban durante horas.
Haciendo cuentas estoy segura de que por entonces esas mujeres debían tener la misma edad que yo tengo ahora, o quizás un poco menos.

La verdad es que hoy ya no me causa risa el recuerdo sino más bien todo lo contrario: lamento haberme reído y haber tenido esos pensamientos crueles.

A veces pienso que dejé de reírme de tantas cosas y me sorprendo. Ya no me río como antes, y aunque a veces me pregunto si no estoy perdiendo el sentido del humor, creo que es algo bueno pensar mejor de qué me río cuando me río.

¿De qué me río?

Me río sí, pero de otras cosas.

Porque antes, no hace tanto, nos reíamos de muchas cosas de las que hoy no podríamos esbozar ni siquiera una sonrisa.
Era común escuchar en cualquier lado chistes sobre judíos, negros, gallegos, gays. Claro, no nos sentíamos racistas ni discriminadores por hacerlos. Eran sólo chistes, nada más, decíamos. Había que tener sentido del humor.

Qué frase interesante esa: sentido del humor. El humor como un sentido, una capacidad humana, claro.

La capacidad de reír.

¿Y cuál será, para cada uno, el sentido de ese humor?

En lo personal me cuesta reírme de lo que otros se ríen. Nunca entendí el humor de Los tres chiflados por ejemplo, y eso me ha traído discusiones acaloradas con muchas personas de mi generación que no entienden por qué no me río de lo que a ellos los divierte tanto. A mí ese humor me incomoda, me desespera, me angustia.

Sin embargo me río de muchas otras cosas.
Creo que la risa que llevamos puesta es como la ropa. Es personal, es generacional y es cultural. Estamos impregnados de ella.

Pero no todos nos reímos de lo mismo y no siempre nos hemos reído de las mismas cosas.

Entonces, ¿quién decide cuándo y de qué podemos reírnos?

"Ahora no podés hacer chistes de nada porque en seguida te acusan de algo" comenta alguien por ahí. Porque claro, algunos paradigmas están cambiando y esos chistes racistas, homofóbicos, sexistas, discriminatorios ya no son bien recibidos en todos los ámbitos, por suerte.

En realidad creo que el tema no es preguntarnos de qué nos podemos reír y de qué no, sino pensar, reconocer y aceptar de una vez por todas que nunca se trata "solamente de un chiste" y que en ese humor hay una construcción que no es ingenua, que es ideológica y que nos define.

Se trata de hacernos cargo de que aquello que nos causa gracia constituye nuestra mirada sobre el mundo y a la vez, lo que ese mundo construye en nosotros.

De qué nos reímos.

Año ochenta y pico. Un día cualquiera en una escuela secundaria. Recreo, un grupo de chicos y chicas están riendo, charlando, contando chistes: "¿Cómo le das más libertad a una mujer?" dice uno de los chicos y ante el silencio expectante remata: "Agrandandole la cocina". Los varones ríen y festejan. Las chicas no, no se ríen. Aunque ninguna de ellas se hubiese definido como feminista  en aquellos tiempos, pueden entender que ese chiste es una burla a su condición y a la de sus madres. En ese chiste hay, para todos esos varones y para todas esas mujeres, un mandato político, un aprendizaje, una lección.

Y ahora vuelvo a pensar en las gordas en la pileta y pienso que fueron sus miradas y no otras las que estaban allí para cuidarnos a todos los niños que jugábamos en el agua. Estaban ahí acompañado nuestras aventuras, mirando cómo aprendíamos a nadar, a hacer pie en lo hondo, observando que no nos peleáramos, atentas a nuestras necesidades.
Y pienso también que sus cuerpos eran cuerpos que no sabían de dietas ni de muchos cuidados porque eran cuerpos seguramente relegados. Cuerpos que supieron parir, amamantar o simplemente abrazar y cuidar. 
Cuerpos hermosos.

De qué nos reímos nos define.

Nuestra risa es una risa política, siempre.

Reírnos del poderoso no es lo mismo que reírnos del más débil. Reír en manada o reír sólos. Reír para enfrentar nuestros miedos o reír para esconderlos. 

El humor es un posicionamiento ante la vida.

Entonces, cuando discutimos acerca del sentido del humor, lo que en verdad estamos discutiendo es cuál es el verdadero sentido de ese humor, lo que estamos discutiendo es de qué lado se encuentra ese sentido.

Y por suerte de nuestro lado a veces está el arte, para contar con humor lo que de otra forma es tan difícil de contar. A través del humor hemos logrado enfrentar situaciones que nos vulneran, que nos enojan, que nos conmueven.
Reír ante aquello que tememos, que duele.
Reír.
La risa puede ser cruel a veces, pero también puede ser liberadora.
El mejor ejemplo que se me ocurre es El gran dictador, esa gran obra en la que el genial Chaplin utiliza el humor para denunciar al nazismo que por entonces estaba expandiendo su poder en el mundo.

La risa es un arma poderosa y es un arma en disputa.

Quizás por eso en "El nombre de la rosa", esa bellísima novela policial que además es un tratado sobre semiología, Umberto Eco nos cuenta una historia policial en la que todos los crímenes ocurren en torno a la desaparición de un supuesto escrito de Aristóteles acerca de la risa. Hay por ahí una conversación fascinante en la que los personajes citan y expresan distintos alegatos a favor y en contra de la risa. 

"La risa libera al aldeano del miedo al diablo", dice uno de los personajes. La risa elevada al arte le abre al pueblo las puertas de lo docto, explica.

La risa y no otra cosa.

La risa puede erosionar, dañar, aleccionar.
La risa puede cuestionar, construir, crear.

La risa nunca es simplemente risa.

La risa puesta al servicio del arte, siempre puede ser un arma poderosa.


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Comentarios

  1. Y reírse de una misma puede hacernos sanar. Muy buena tu reflexión

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    1. Sí, es verdad. La risa puede ser un remedio. Gracias!!!❤

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  2. Maravilloso Clau!... Una vez más. Aunque pienso en Los Tres Chiflados: yo me reía del encuentro de situaciones el enredo, el choque de expectativas... Luego, de grande, unx puede enojarse con Moe!
    Abrazo.

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    1. Claro, no sé si alguna vez pensé demasiado en por qué no me gusta. Es un rechazo instintivo casi.

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  3. REIR,INTENTAR REIR SIEMPRE,Y SI ES DE NOSOTROS MISMOS,MEJOR!!! Y SI ES CON NUESTROS AMIGUES,UN DELEITE!!! HERMOSO,CLAU!!!

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  4. Yo me reía con Los Tres Chiflados(perdón), Niní Marshall, Mork y Mindi, Tato Bores, Alf, Les Luthiers etc,etc, etc, Seinfeld!
    El sentido del humor es buena educación y supervivencia básica
    Te súper recomiendo Nanette, si está todavía en Netflix, creo que sí.

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    1. Algunas cosas que nombrás me encantaban. A Tato lo amaba, Mork y Mindy me gustaba, a Niní la adoro y veía mucho cine de esa época. Seinfeld me cuesta y Los tres chiflados ya sabés...
      Sí, el humor nos alivia esta vida a veces complicada.

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    2. Me acordé de Nanette por lo de las señoras gordas. Seguramente si ellas se enojaban les hubieran respondido "es sólo un chiste". Hanna Gadsby hace eso en Nanette, se ríe de los hombres y dice "es solo un chiste". Es muy buena.

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    3. Claro, la excusa "es solo un chiste" no va más. Voy a buscar a Nanette!

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    4. Bueno, no es una excusa, son las reglas del juego. Lo que pasa es que tenés que bancarte si las reglas se te vuelve en contra. Y en realidad ese es el poder de la risa, desarmar completamente, porque después de todo, es sólo un chiste!

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    5. Es que yo creo que nunca es solamente un chiste.

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    6. El tema seria pensar quien es el que pone las reglas del juego ? y si todos queremos jugar a ese juego ?

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    7. Claro! Porque podemos no jugarlo.😉

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  5. Excelente reflexión! Es cierto, de qué nos reímos, nos define!
    Me encantó, lo comparto!

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  6. Me gusto mucho Clau este texto. Siempre me irritaban los tres chiflados: la torpeza y la ignorancia de algunos exacerbada por la cuestionable Brillantez de otro (Moe). Modelo visto y vivido en la escuela, en el club, en el trabajo, etc.

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    1. Siiii, es eso! No era tanto la violencia sino el trato del más fuerte hacia el más débil.

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  7. “Nannette” genial. Muy interesante escucharla

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  8. "Dígame de qué se ríe y le diré quién es". Mientras te leía, pensaba en Chaplin, en su forma de reír, en lo gestual, en el mundo hecho pelota, en ese subir y bajar de ese globo y el impulso que le da el dictador con la parte del cuerpo que se le ocurra. Es una imagen, que a los que amamos a Chaplin nos causa risa o gracia y al mismo tiempo es terrible lo que esa imagen significa.
    En "Esperando la carroza", ya casi al final, cuando todo ha pasado, y los personajes parecen relajarse, la flaquita que vive con Mamá Cora se ríe con una carcajada que llama la atención de todos y los deja impávidos. "de nosotros , me río, de todos nosotros". Y esa risa me saca siempre una lágrima porque ella es todos nosotros y representa a la comedia humana. Somos, muchas veces, horribles cuando olvidamos a los viejos, por ejemplo. Es un momento de ahogo, como si al espectador lo atravesara la daga de la realidad.
    La risa de los velorios, el humor negro. Claro que la risa habla de nosotros. El texto de la Playa cuando la protagonista se ríe del ombligo en el que puede poner la billetera, de la camioneta a la que quiere más que a la mujer, del tipo que lo acompaña. No importa de qué se ríe porque es la risa del guasón, eso que ella querría ser para liberarse al menos metafóricamente de un tipo que hace de sus días una tortura (no sabemos si por ser mujer o por qué).
    De todas maneras creo que estamos obligadas a reír hasta que se acaben las cepas del Covid, hasta que se haya evaporado la última lágrima, hasta que el dolor se vaya a fuerza de reírnos. Pero no más la risa del dictador. Porque lo de Chaplin es arte. Lo de la realidad es tortura. No queremos formar mala gente. Hay que aprender a reír de nuevo y hay que enseñar a reflexionar. Eso. Gracias, Clau. Te quiero por estas cosas. Excelente texto como siempre.

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    1. Queridísima Marina! Qué orgullo que un texto mío te haya disparado todas estas impresionante reflexiones. Podría adjuntarse. Ojalá llegue ese día en el que no tengamos que reír más de lo que duele, de lo que enoja, de nuestras miserias y horrores. Como vos decís, aprender a reir de otras cosas. Mientras tanto, es cierto, estamos obligados a reír hasta que no quede ni una cepa! Gracias a vos por tu lectura y por tu devolución. Abrazo enorme!!!

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