Pensar la tristeza y otros pensamientos

La mañana comienza como cualquier otra mañana, corriendo de un lado a otro, en ese trajín frenético que ahora contrasta tanto con tantos meses de reclusión.

Entro al aula de quinto y me encuentro el curso a pleno. Ya no hay más burbuja. Tomo lista, son veintidós. 

Por suerte el aula es grande, tiene mucha ventilación y es muy luminosa. 

Empezamos a charlar, hay caras que nunca vi hasta hoy. Por fin esos nombres tienen un rostro, aunque sea detrás de un tapabocas.

No los veo felices, ni emocionados, ni interesados. Se quejan mucho, de todo. 

Están enojados. El enojo se siente. Son como marquitas que aparecen en la mirada y en la voz. 

Una de las chicas del fondo habla fuerte, para que todos escuchemos. Dice que para qué se va a esforzar si al final a todos los que no hicieron nada el año pasado y este se les dan tantas posibilidades para que aprueben. Algunos compañeros le dan la razón. Otra tira un insulto a esos "avivados".

Me pongo seria. Le digo que nadie sabe lo que les pasó a los chicos que no pudieron entregar los trabajos, porque ya antes de la pandemia el sistema dejaba afuera a tantos chicos y ahora peor. Incomunicados, encerrados, con situaciones difíciles. 

La pasamos muy mal todo este tiempo, les digo, algunos más que otros. Muchas personas  perdieron sus trabajos, muchos perdieron seres queridos, muchos no supieron cómo resolver. 

Por eso tenemos que acompañarnos y construir entre nosotros vínculos amables, comprensivos. 

Y la soledad, el distanciamiento... Empiezo a hablar y ahora no puedo parar ¿Cuánta gente habrá muerto de tristeza o de abandono? 

No están en las cifras de cada tarde, pero son miles y miles. Personas que dejaron de cuidar su salud, o que se deprimieron. 

Muchos de ustedes perdieron en estos tiempos a personas queridas, les digo, yo misma perdí a dos familiares amados que no murieron por covid pero sin dudas sus muertes fueron el resultado de este desastre. Les hablo de lo que significan para mí (Me es imposible usar el pasado para hablar de lo que siento, porque lo que siento es en presente). Personas que quiero muchísimo y de las que no me pude despedir. 

Mientras hablo me doy cuenta de que tengo que hacer un esfuerzo para que la voz no se me quiebre. 

Silencio. Si quería atención ahí la tengo, toda junta. Un silencio enorme. 

Tengo  los ojos llenos de lágrimas y ahora siento un poco de vergüenza. No pensaba desnudar mis propias tristezas pero no lo pude evitar. 

Cuando la hora termina, salgo del aula y mientras bajo la escalera sigo pensando y pensando. Pienso en lo que queda de este tiempo, en lo que nos hizo la pandemia y en lo cansada que estoy, que estuve. Es un cansancio nuevo, o quiza es viejo pero antes de la pandemia no lo sentía y ahora sí. 

Estoy muy cansada.

Tiré la toalla.

Ya está.

Culpa.

Soy una pésima docente, una pésima ama de casa y definitivamente una pésima madre. 

Y para colmo no sé si fue la cuarentena, el encierro o quizá la muerte tan cerquita que me puso en el alma estos berretines de introspección, esta necesidad desesperada de andar escribiendo emociones, de ponerle palabras a lo que me pasa, de ponerle palabras a mis deseos.

Para no hacerme la distraída. 

Ya está ahí, escrito. Hacete cargo de tus deseos. 

Ahora que de mi cabeza brotan tantos pensamientos, uno tras otro, pienso en mi mamá y me pregunto si alguna vez pudo decirse a sí misma de qué estaba cansada.

Si pudo contarse qué cosas la entristecían de la vida que vivió. 

Si alguna vez pensó ella en sus deseos. 

Si pudo pensarlos.

Y entonces se me ocurre que, después de todo, no está mal poder decirme a mí misma lo cansada y triste que estoy hoy, no está mal poder pensar cuáles son mis deseos, no está mal poder ponerle palabras a lo que siento. 

No está mal.




Comentarios

  1. Hermoso Clau. Tan simple en momentos complejos: SOMOS HUMANOS.

    ResponderBorrar
  2. Pensarnos tristes es un derecho, es una necesidad. Defender la alegría del azar y también de la alegría...

    ResponderBorrar
  3. Me hiciste emocionar una vez más!!!!. Qué genial sos!!!

    ResponderBorrar
  4. No voy a permitir que digas/pienses /sientas ......"Soy una pésima docente, una pésima ama de casa y definitivamente una pésima madre. "
    ahí van mis motivos mis emociones y mis sentimientos sobre vos , pésima docente ?una docente que a los pibes los hace reflexionar , pensar , sobre su propia existencia , pésima ama de casa ? una mujer que espera a su marido con la comida , que inventa recetas y que muestra feliz sobre los avances que hizo en esta pandemia , pesima madre ? una mujer que acompaño durante el encierro a su hijo mostrándole lo hermoso que es estar juntos creando imaginando leyendo , de ninguna manera instales ese pensamiento , podes sentirlo pero sabes que en el fondo todo el tiempo estas reflexionando de que se trata ese rol , rol que a mi gusto lo vas modificando diariamente .te quiero clau , a seguir seguir escribiendo que nosotros lo disfrutamos y reflexionamos junto a vos

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. No me retes!!! 😊 Todo eso que mencionás quedó en los tiempos de cuarentena, es difícil sostenerlo en la velocidad que estos nuevos tiempos exigen. Gracias por tu valoración!!!❤❤❤

      Borrar
  5. Tiempos, momentos, instantes, de pensarnos, de sentirnos, con nosotrxs, con otrxs...
    Algunos más felices, otros no tanto. La vida...
    Vos si que sabes como contarla ♡

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

DEJAME TU COMENTARIO!😌

Entradas más populares de este blog

Una soledad propia

Como sapo de otro pozo

La alegría es un derecho

Yo, docente

Cien años de amor

Hasta siempre Rafa. La voz y el alma.

Araceli

Pedacitos de poesía

El vulgar irreverente

Territorio: donde nombro al recuerdo