La vida, la muerte y nosotros

Para Ana


Tratamos de vivir la vida sin pensar en los finales. 

Armamos proyectos, construimos historias, edificamos lazos, nos aferramos a los afectos. 

En fin, transitamos por el mundo como si fuésemos dioses eternos.

Pero un día llega la muerte y nos disciplina.

Nos arrebata la seguridad y entonces el mundo, tal y como lo creíamos, ya no será sólido bajo nuestros pies. 

La muerte es como una tormenta que pasa violenta y ciega y destruye todo.

No hay justeza en su accionar.

No hay reflexión, no hay un plan, ni un propósito.

La muerte no distingue buenos de malos,

ni reconoce valores.

No podemos entenderla.

Y esa seguridad que construimos se descascara,

y los esqueletos de nuestras historias quedan desnudos,

y nos arranca la piel 

y nos deja, latiendo a la vista, la carne frágil.

Y nos sentimos tan pequeños e inseguros. 

Y tememos. 

A la muerte le tememos, a los finales le tememos, a la soledad le tememos.

Y sentimos que no hay respuestas.

Entonces,

buscamos, preguntamos, filosofamos, poetizamos.

Creamos.

Y nos volvemos a aferrar, una y otra vez, 

a nuestros amores

porque son nuestros amores quienes nos construyen.

Y una vez más, edificamos con obstinación y minuciosidad los recuerdos de aquellos amores nuestros arrebatados, de nuestros amores perdidos.

Y como seguimos siendo, 

Y cómo seguimos existiendo,

la vida sigue.




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