"Lalola" y El amor romántico


Terminé de ver "Lalola" por segunda vez. Sí, en la era Netflix, yo busco series viejas en Youtube. Para aclarar: "Lalola" es, básicamente,  una telenovela, con todos los clichés propios de este formato, así que para poder disfrutarla, es imprescindible que te gusten las novelas.

Dicho esto, quiero comentar que esta novela particularmente tiene, como agregado, un planteo interesante en torno al género, bastante novedoso para la época. 

Comienza la novela y conocemos a Lalo. Lalo es un tipo exitoso, guapo, inteligente, joven y con poder. Trabaja en una revista para hombres y es super machista. Subestima a las mujeres con las que trabaja o con las que sale, se burla de ellas y las usa para sus necesidades y propósitos. Esto, hasta que conoce a Romina, una chica bonita con la que tiene un romance de una noche y luego la olvida, no le responde los llamados y la evita. Romina, que ha dejado a su novio por Lalo, queda despechada y llenita de rencor. Así que durante una noche de eclipse lunar, va a visitar a una bruja, una poderosa bruja, que conjura un gran hechizo, y al otro día, Lalo, despierta en el cuerpo de una bella señorita. Lo primero es horror, miedo, enojo, pero de a poco, Lalo  empieza a descubrir y a comprender las problemáticas femeninas con las que deberá lidiar: la desvalorización de algunos hombres que antes lo admiraban, el acoso de otros hombres, y también las complicaciones de la depilación, la menstruación o el uso de zapatos con taco. Todos y cada uno son grandes problemas con los que debe aprender a convivir. Pero también, durante ese tiempo, Lola, la mujer, está creciendo en él, y entonces Lalo comienza a percibir la vida con otras emociones, más sinceras, más empáticas.

La novela tiene grandes momentos, aciertos geniales, extraordinarios pasos de comedia de la mano de un elencazo: Luis Ziembrowski, Muriel Santa Ana, etc y cierta mirada crítica  interesante. Pero también tiene errores, algunas situaciones poco felices, que entonces no se veían como tales.

De todas formas, no soy exigente, y me queda claro que la perspectiva de género fue cambiando y que diez años es mucho tiempo.

Pero me quiero detener en el final, en un momento del final. Es una noche de eclipse en la proa de un barco, Lola y su amado se reencuentran: "Sin vos yo no existo" dice ella, luego se abrazan y se besan. Fin.

Las palabras de Lola son literales: es que luego de consultar a la bruja más sabia, está le explica que durante la noche del nuevo eclipse volvería a ser Lalo, pero si él/ella deseara conservar su nuevo cuerpo de mujer podría hacerlo siempre y cuando esa noche se encontrara junto al hombre amado: "Debe ser un amor verdadero para ambos", dice la bruja.  

No le plantea que debe desear profundamente ser quién es, ni le propone llevar a cabo un ritual personal. No, tiene que estar junto al hombre amado, sólo así será ella por siempre.

Es interesante en una historia que tiene momentos tremendos en los que abunda una aguda crítica al vínculo hombre mujer, pero que sin embargo  no pudo escapar al sentido común de toda novela clásica.

Y ahora sí, entonces finalmente entendí porque el feminismo cuestiona el amor romántico. Hasta ahora no lo entendía. Es que soy romántica desde la punta del pie hasta el frizz de mi pelo y no me parecía que algo romántico pudiera tener alguna connotación negativa. Pero viendo el final de Lalola, pensando en casi todas las novelas que vi a lo largo de mi vida, entendí. Frases como "Sin vos no soy nada", "Sin vos no existo", "Si vos no estás me muero" cultivan en nosotras y en ellos la idea de que para ser, para existir, necesitamos al otro. No hay estudios, ni trabajo, ni amigos, no hay elecciones personales ni decisiones propias ni pensamientos que nos construyan porque si el otro no está, no somos nada. 

"Soy tuya" escuchamos en películas, en novelas y le hemos dicho a alguien en alguna oportunidad. Frase dramáticamente territorial. Los cuerpos, nuestros cuerpos, no nos pertenecen, son de otros, otros que deciden sobre ellos como dueños absolutos. Un horror.

Y no, no son sólo palabras. Los que estudiamos y trabajamos con el lenguaje sabemos que las palabras, lo que decimos, son construcciones con una ideología, con un poder.

Entonces, existe otra forma de amor?

Claro, un amor más realista, más equitativo. En un amor verdadero cada uno existe, crece, fracasa, aprende, se construye, independientemente del otro, y a partir de allí surge el encuentro. 

Parecen obviedades, pero crecí sin saberlo, sin entenderlo.

Y sí, creo entender que es así. El amor no nos construye, somos nosotros los que construimos el amor.

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