Pesaj y los judíos

Soy judía.

Ser judía es una certeza. 

Con Grachu crecimos en en un hogar judío y aprendimos, básicamente, que todos los seres humanos somos iguales porque, paradójicamente, todos tenemos nuestras diferencias.

La verdad es que ser judía nunca fue un tema central en mi vida, sino más bien parte natural de mi ser. No tuve grandes conflictos al respecto. 

Sin embargo, hay que decirlo, en distintas momentos de la vida me fui encontrando con algunas situaciones a veces difíciles, tensas y hasta complicadas.

Desde aquella persona que se sorprende y te dice que "¡No parecés judía!" porque aparentemente no cumplís con vaya a saberse que absurdos estereotipos.

O el otro que espera que seas muy amarreta, o una gran comerciante "porque todo eso está en los genes", como si los genes pudieran determinar nuestro nivel de miserabilidad. También está el que se enoja por cosas de más allá "¡Ustedes mataron a Cristo!" o cosas de más acá: "¡Ustedes están matando gente en Palestina!" mezclando una vez más todo y suponiendo que todos los judíos somos religiosos o que todos los judíos aceptamos las políticas de Israel, cuando en verdad no es así.

Está el que te quiere tomar examen con preguntas que sacó de Google para saber que tan judía sos, porque otra vez "No parecés". 

Y el que cree que los judíos pertenecemos a una gran y temible organización siniestra que conspira para apoderarse del mundo.

Ante estas situaciones, reacciono según quién está enfrente y la circunstancia, aunque en general intento no enojarme. Trato de pensar primero, que se trata de un acto de ignorancia. Entonces surge mi parte docente, y trato de enseñar.

Que no todos los judíos tenemos las mismas opiniones ni la misma formación.

Que ser judío es mucho más complejo que ser parte de una religión.

Que ser judío, parece mentira tener que aclararlo, no determina si sos mejor o peor persona.

Soy judía. 

Nací en un hogar judío. Mis papás, mis cuatro abuelos fueron judios. 

Soy judía porque crecí escuchando a mi zeide contarnos historias sobre las siete plagas de Egipto; o sobre José y los sueños del faraón, con sus vacas flacas y sus vacas gordas. Mi zeide Abraham y sus historias para nosotras sobre el pueblo judío. 

Soy judía porque estoy orgullosa de mi historia.

Soy judía porque me formé, desde muy pequeña, en un espacio tan valioso como es la Asociación de clubes Judeo Progresistas (ICUF) de la cual el Club Peretz de Villa Lynch era parte. Allí aprendí a valorar la lucha contra la opresión, como lo hicieron aquellos partisanos durante el Levantamiento del Ghetto de Varsovia, a quienes vamos a seguir honrado cada día. Este año, casualmente, coincide el Pesaj con un nuevo aniversario de esta lucha.

Soy judía porque ser judía es parte de mi vida. 

Les digo siempre a los chicos en la escuela que tienen que sentirse orgullosos de ser quiénes son, de sus historias, con sus raíces originarias o europeas, con sus religiones y con sus tradiciones. Nadie tiene derecho a cuestionarlos. 

Entonces uno es quién es. Es la esencia.

Así crecí. Esta soy.

Orgullosa de ser quién soy.





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