La vacuna, el regreso y la pandemia

En pocos días estaré recibiendo la primera dosis de la vacuna. La notificación llegó justo a tiempo. Los últimos días fueron terribles. No podía parar de llorar. No hablo de ese llanto catarata que inunda todo, habló de un llanto reprimido, ese que no podés evitar cada vez que empezás a hablar. Ese llanto que ahoga las palabras, una y otra vez.

Fueron muchas tensiones. 

Demasiadas.

Al delirio que representa regresar a las aulas de manera compulsiva se sumó la noticia de los cambios en el protocolo.
Después, como frutilla de postre envenenado (Sí, dije envenenado) la licencia por hijos a cargo. Hace días que mis compañeras la están esperando para saber qué van a hacer con sus hijos. 

Que sí, alegría.

Que no, fue un error. 

Es necesario todo ese manoseo, todo ese maltrato?

Entonces se me viene a la cabeza la imagen de un grupo de hormigas corriendo alocadas porque alguien puso un dedo en medio de su fila ordenadita. En estos últimos días fuimos un poco eso, hormiguitas amenazadas por un dedo, corriendo sin saber hacia dónde, para qué y por qué razón. 

Y ahora sí, el lunes regresamos a las aulas. Muchas colegas lo hicieron ya hace un par de semanas. Algunas están a favor del regreso, otras no.

Pero sin dudas es un regreso delirante, absurdo, en medio de una situación atroz.

Es un regreso forzado, en el que una vez más, la excusa, la mentira, es que todo es por los chicos.
Si todo es por los chicos, si todos queremos lo mejor para ellos, por qué tantos niños y adolescentes quedaron olvidados por el Estado en la cuarentena? Durante todo el 2020 fuimos muchos los que clamamos por conectividad para todos. 

Pero eso no ocurrió.

Tampoco hubo un proyecto, una propuesta, para promover el apoyo psicológico de aquellos pibes que la pandemia dejó emocionalmente devastados.

Y lo terrible es que que aún hoy, frente a esta desolación, se le sigue exigiendo a la escuela que tape los agujeros y que resuelva lo que el Estado no pudo, o no quiso resolver.

De la escuela en pandemia se espera todo: que sea el bolsón de comida, la contención emocional, la sociabilización, ah! y de paso, el aprendizaje.

Y los equipos docentes estamos acostumbrados a resolver lo que sea que se nos indique, a tal punto, que ya ni siquiera nos preguntamos si nos corresponde o no. Porque si dudamos, si cuestionamos, cae en nosotros el reproche moral: somos docentes por vocación. Debemos ser abnegados.

Y si una situación, la que sea, no se puede resolver desde lo institucional, la resolvemos desde lo personal, o desde lo grupal. Servir la merienda cuando no hay cocinera, barrer, limpiar, pagar los útiles de un estudiante, hacer colectas para ayudar a otro. Y tanto más que seguramente me voy a olvidar ahora.

Pero...

La escuela no sirve para eso.

No debería.  
Si se espera todo eso de la escuela es porque la enseñanza está relegada, es porque se le está robando tiempo al conocimiento.

Si se le exige a la escuela que resuelva todo eso es, también, porque otras instituciones, las que deberían ocuparse de estas situaciones, están mirando para otro lado.

Ayer lloré mucho. 

Lloré por mí, por mis colegas, por Juan, por sus compañeros, y por las maestras de Juan.

La noticia de la vacuna llegó justo para traerme algo de felicidad. 

Algo, mucho, un montón. 

Pero como la verdadera felicidad es aquella que se esparce con justicia y de manera colectiva, mientras espero mi vacunación deseo que la vacuna llegue a toda la docencia del país; a todo el personal de salud; a todas las personas mayores que necesitan tanto reencontrarse con la emoción del abrazo; a los hogares de todos nuestros estudiantes. 

Sin mezquindades, sin amiguismos, sin abusos de poder.
La vacuna.
Para todas las personas, en todo el país.


Comentarios

  1. ni la salud ni la educación pueden ser negocios!

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  2. Al final seguimos esperando el paternalismo del Estado benefactor para enjugar nuestras lágrimas. Como esperamos todo de la escuela y esperamos todo de las doradas instituciones. Pero una sueña otros sueños.

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    1. No, no se trata de esperar que el Estado resuelva sino de entender que no debe ser la escuela la responsable de resolver todos los vacíos del Estado.

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  3. Como siempre un placer leerte, y me dan ganas de abrazarte!!! (Después del miércoles podría?)
    Si queremos algo nuevo después "de ésto" es construir redes como sociedad y ahí, juntxs y con claridad, demandar al gobierno algo así como lo q ya estamos haciendo.
    El pueblo manda y el gobierno obedece, algo así. Y eso también implica dejar atrás la ingenuidad del Estado, ya casi como una vaca moribunda a la insistimos en ordeñar... Parece q aún la imagen de la vaca nos tranquiliza, pero también nos inactiva, en ese absurdo de delegar...
    Abrazo escritora preferida 💜💚

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