Balance electoral: elecciones, Vilca y el mundo que merecemos.

Pasaron finalmente las elecciones legislativas.

Una banca más, una menos.

Recuento de porotos.

Las dos alianzas mayoritarias se disputan el liderazgo de un sistema que defienden con desesperación mientras la derecha reaccionaria crece de manera descomunal.

Y en medio de ese torbellino electoral, la izquierda logra cuatro bancas y Vilca en Jujuy por primera vez llevará su voz a la representación legislativa, la voz de los trabajadores, la voz de los que nunca tienen voz.

Nada más.

Anduve leyendo un poco sobre él. La historia de Vilca es interesante y es muy parecida a la de muchas otras personas humildes de nuestro país. Un hogar pobre, mucho esfuerzo para poder estudiar, un trabajo precarizado y la militancia, la lucha de cada día para que el mundo sea un buen lugar para todos.

Vilca podría contar su historia y reivindicar la autosuperación individual, el valor del esfuerzo personal. Seguramente sería aplaudido por todos los meritócratas que repiten una y otra vez la frase "si querés, podes".

Pero no es por ahí.

A Lucas, a Facundo, y a tantos otros chicos, este sistema los asesinó. No importa cuánto se esforzaron.

Porque entonces no se trata de reivindicar el dolor de andar descalzo sobre un camino empedrado.

El dolor no puede ser naturalizado. 

Este mundo así no sirve si para unos es un camino empedrado y para otros no.

No sirve.

En este mundo no entramos todos. Y si no entramos todos está mal. 

Yo no sé cómo será ese mundo nuevo que tenemos que construir, porque ya no hay modelos y porque las certezas se quemaron hace tiempo, en el del cambio de siglo.

No sé cómo será.

Pero sé que necesitamos construirlo. Y estoy segura de que el arte será uno de los motores fundamentales.

Quizá no lo sé y en realidad es un deseo.

Nos merecemos algo mejor que este mundo. 

Un mundo en el que todos tengamos las mismas posibilidades desde que nacemos.

Un mundo en el que la tecnología y la ciencia estén al servicio del medio ambiente.

Un mundo que fomente el esparcimiento, el tiempo libre después del trabajo, un tiempo para jugar, para crear, para pensar.

Un mundo feminista, ecologista, anticapitalista, cooperativo.

Y no, no es un sueño utópico. Utópico es creer que este sistema que habitamos hoy pueda ser más humano y más justo. Utópico es creer que hay un capitalismo bueno y uno malo. Utópico es creer que todo depende de cuánto nos esforcemos.

Utópico es creer que un mundo como este puede servirnos a todos.

Este mundo no sirve, o le sirve a pocos.

Tenemos que construir un mundo mejor. Un mundo sin caminos empedrados.

Un mundo para que Lucas, Facundo, Luciano y Lucía y Melina y Araceli y tantos otros pibes y pibas puedan vivir la vida que elijan.

No sé cuándo pasará, pero sé que es necesario y es urgente.

Mientras tanto, celebro la llegada de Vilca al Congreso, para defender a todos los que tienen hoy el camino lleno de piedras y están descalzos frente a él. 

Para todos nosotros, otro mundo tiene que ser posible.



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Comentarios

  1. Muy bueno, Claudia! Estamos en el final de una civilizacion, el capitalismo ya no puede dar posibilidades de vida para la gran mayoria de la humanidad, ni para la vida del planeta. Encontraremos nuevos senderos pero estos no estan claros aun. Pero hay una cuestion que esta clara: necesitamos otro vinculo con la naturalesa. En ese sendero, confio, encontraremos tambien otras respuestas civilizatorias para la humanidad.

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  2. Es cierto Clau merecemos un mundo sin diferencias y sino nosotros no podemos vivirlo luchemos para que nuestros nietos lo vean!!!!

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